NO vamos a extendernos en análisis que corresponderían precisamente a quienes investiguen a fondo y con todos los medios todo lo acontecido en los Sanfermines de 1978.
Ello no nos impide constatar varios hechos que ciudadanas y ciudadanos de Iruña-Pamplona pudieron comprobar en aquel fatídico 8 de julio de 1978.
La brutal e irresponsable actuación de la Policía en la Plaza de Toros tras finalizar la corrida es la que originó la muerte de Germán Rodríguez, decenas de heridos, una ciudad que pasó de la fiesta más renombrada del año a la asolación más absoluta...
La voluntad era provocar una masacre que justificara la intervención militar contra la incipiente democracia, contra el gobierno de la UCD, uno de cuyos déficits más notables y peligrosos era precisamente mantener intactos los aparatos policiales y militares de la dictadura; déficit que pudo costar la libertad. No fue casualidad que se produjera en Navarra: símbolo por excelencia de la disputa entre partidarios y opositores de la unidad vasco-navarra, que aquellas fechas, en la transición, se hallaba al rojo vivo. Y en Pamplona-Iruña, ciudad entonces gobernada por el grupo social defensor de la libertad frente a la dictadura.
Este acontecimiento se produce en aquel contexto político tan convulso y tan condicionado por el ambiente golpista entre sectores importantes de las fuerzas armadas y policiales como desgraciadamente se pudo constatar en el intento de golpe de Estado de 1981; por la acción de ETA que culminaba el período más brutal de su historia (66 muertos y 64 heridos en 1978); por una democracia sin asentar, con fuertes carencias, sin el sostén de Europa, por debajo de las expectativas creadas entre los sectores más activos de las fuerzas democráticas y antifranquistas, con la desconfianza extendida al ser principalmente liderada por el sector reformista del régimen...
Aquella actuación propició un hecho tristemente histórico: la suspensión de los Sanfermines.
A los siniestros pasajes les siguió otro acontecimiento insólito: desde las diversas instancias oficiales nunca se juzgó nada, ni se explicó nada, ni se investigó nada, ni se indemnizó a las víctimas... Nunca se le aportó una versión fidedigna de lo acontecido a la ciudadanía de Iruña-Pamplona, de manera oficial.
Desde las diferentes instituciones se extendió un velo de silencio. Pero el silencio ni es argumento explicativo ni puede instalar el olvido ante los centenares de miles de personas que presenciaron en directo aquella barbaridad policial.
Hay una deuda con la ciudad de Pamplona-Iruña que hay que saldar. Tenemos que reconstruir aquel trozo de nuestra historia. Y para esto es necesario conseguir la verdad, la justicia, el relato cabal de lo sucedido, la enseñanza para las generaciones futuras, la defensa de los derechos humanos, la delimitación de las responsabilidades de todo tipo derivadas de aquella actuación, la reparación hasta donde sea posible por el daño causado a la familia de Germán, la apertura de la vía judicial...
El deber del Ayuntamiento, en tanto que institución más representativa de la ciudad, en tanto que máxima institución para velar por los intereses de la ciudad es ponerse a la cabeza de esta obligación. Por ello, el Ayuntamiento debe poner todos los medios disponibles al servicio de esta causa y en concreto una Comisión de Investigación y de la Verdad para tal fin.
Una comisión nombrada por el Ayuntamiento, con personas de reconocido prestigio en la ciudad, cuyo dictamen sea votado por el Ayuntamiento y llevado a la práctica, que recabe el testimonio de cuantos ciudadanos y ciudadanas, entidades de todo tipo deseen aportar cualquier dato, que recabe el apoyo y la máxima colaboración de todas las instituciones de Navarra y del Estado que puedan aportar algo en esta cuestión; y en concreto del Ministerio del Interior, del Gobierno civil, poniendo a su disposición toda la documentación sobre los hechos citados de la que dispongan.
No es nuestra pretensión concluir una propuesta cerrada y detallada que en buena lógica debe ser acordada y consensuada entre todos los grupos municipales, sino reclamar un paso al frente de este Ayuntamiento para lograr la verdad, la justicia, los derechos humanos, la memoria histórica para las generaciones futuras, la reparación a la familia de Germán, la reparación de la ciudad.
Esta vez, la escasa sensibilidad y las cortas miras de UPN y PSN no han hecho posible que el Pleno municipal comience una andadura necesaria. La propuesta sigue en pie para mejor momento, abierta al consenso necesario. Abordemos con generosidad una asignatura pendiente en la historia de esta ciudad.
(Noticias de Navarra. 6 / 07 / 09)