"Un deber pendiente". Así se concibe el acto que la Iglesia vasca oficiará hoy -a partir de las 12.00 horas en la Catedral Nueva de Vitoria- en memoria y reconocimiento, especialmente, de los catorce sacerdotes vascos que fueron fusilados por las tropas franquistas y que, desde entonces, han quedado relegados al más absoluto silencio. Tras siete décadas de olvido, los religiosos serán recordados en un funeral conjunto que llegará acompañado, además, de otras iniciativas reparadoras. En concreto, de la publicación de una reseña de los prelados en el boletín oficial de cada diócesis y de la inclusión de sus nombres en los registros diocesanos de sacerdotes fallecidos y en los libros parroquiales correspondientes. Todo ello, para saldar esa cuenta sin resolver, ese "deber pendiente" que cita la propia Iglesia.
Porque hasta ahora el recuerdo sólo había llegado hacia una parte de las víctimas. Hacia las que mataron los republicanos. Sólo hacia ellos. El resto únicamente había recibido silencio. Nada más. Ninguna mención. Ninguna alusión. Nada. Y eso es, precisamente, lo que cambiará hoy. Lo que el funeral presidido por Miguel Asurmendi -obispo de Vitoria- se encargará de reparar. Ya no habrá esa diferenciación. Y, sobre todo, ya no habrá ese silencio. "Hemos escuchado la petición que se nos ha dirigido, hemos reconocido las razones", aseguraban en una carta los obispos cuando anunciaron hace diez días el acto litúrgico de este mediodía.
En ese comunicado, los firmantes -Juan María Uriarte, obispo de Donostia; Ricardo Blázquez, obispo de Bilbao; Mario Iceta, obispo auxiliar de Bilbao, y el propio Asurmendi- citaban las veces en las que se les ha recordado ese olvido a los sacerdotes ejecutados por las tropas franquistas -principalmente con motivo de la beatificación de 498 mártires de la Guerra en 2007- y manifestaban su deseo de "purificar la memoria, servir a la verdad y pedir perdón e invitar a perdonar". "Queremos mirar al pasado para aprender a construir un presente y un mañana nuevos", subrayaban como conclusión de su mensaje.
75 religiosos asesinados
Y ese pasado tiene ya 73 años. No en vano, se remonta a los primeros días de la Guerra Civil. Entonces, y hasta que terminó el conflicto bélico tres abriles después, 75 religiosos fueron asesinados en la Comunidad Autónoma Vasca por uno u otro bando. La mayor parte (59) cayó a manos de los republicanos, principalmente en el asalto a las cárceles de Bilbao, pero el resto fue ejecutado por los golpistas.
En total, según precisa el historiador guipuzcoano Iñaki Egaña, 16 -y no catorce- sacerdotes vascos fueron fusilados por franquistas. Incluye, además de los catorce que hoy serán mencionados, un religioso alavés (de Biasteri) y otro navarro (Santiago Locus, de Pitillas).
El acto de hoy, en cualquier caso, estará centrado en los catorce sacerdotes a los que aludían los obispos en su comunicado. A esas catorce víctimas que no contaron en su día con una celebración pública de exequias y que, salvo dos excepciones (Martín Lecuona y Gervasio Albizu), no figuraban en el boletín oficial y en el registro diocesano de sacerdotes fallecidos. Con el funeral de Vitoria, abierto a toda la ciudadanía y, en especial, a los familiares de las víctimas y a los plesbíteros de las diócesis vascas, la Iglesia da respuesta a una demanda justa e histórica y cumple lo que ella misma considera "un deber pendiente".
En los últimos años han sido varias las voces, incluso religiosas, que han criticado el diferente trato dado a unos y otros curas. En especial, con motivo de la beatificación de los 498 mártires (bastantes de ellos originarios de las diócesis vascas) a la que aludieron los obispos en su nota. A partir de este mediodía, los Aitzol , Iturricastillo y demás sacerdotes relegados al olvido abandonarán ese ostracismo para escribirse también en clave histórica. Para hacer saber que ellos también fueron víctimas de la misma Guerra. Del mismo horror.
(Noticias de Gipuzkoa. 11 / 07 / 09)
