Atado y bien atado. Francisco Franco no sólo intentó asegurar un modelo político en España posterior a la dictadura, sino que buscó además garantizar un futuro para sus descendientes. Ahora, cuando se cumplen 32 años de su muerte, a la hora de hacer balance.
Aunque lejos del poder y la relevancia pública que tuvo a la sombra del Caudillo, la familia Franco Martínez-Bordiú controla un extenso conglomerado de empresas y propiedades inmobiliarias, que incluye fincas solariegas, pisos en las mejoras zonas de Madrid y la costa, locales, aparcamientos e incluso palacetes, como la Casa Cornide, en La Coruña, o el Pazo Meirás, en la misma provincia, y objeto actualmente de polémica ante la reclamación del edificio por parte de la Xunta de Galicia como Bien de Interés Cultural.
Una gran fortuna
Y eso por no hablar de las propiedades que han vendido en los últimos años y que les han supuesto ya jugosos ingresos, como el Palacio del Canto del Pico, en Torrelodones, traspasado en 1988 por más de 300 millones de pesetas (1,8 millones de euros) tras años de abandono y deterioro. O la parcela en la Colonia El Bosque, en Pozuelo de Alarcón (Madrid); la finca Cerca de los Monteros, en Marbella; los terrenos de olivares en Mancha Real (Jaén) o los apartamentos en la Playa de Campoamor (Alicante).
Franco dejó a sus descendientes directos un herencia asegurada mediante testamento firmado en el Palacio de El Pardo el 20 de agosto de 1968, cuyo legado les ha asegurado una vida sin problemas económicos de ningún tipo.
Pero, ¿a cuánto asciende realmente la fortuna de la familia? Es muy complicado saberlo con exactitud. El periodista y escritor Mariano Sánchez, autor del libro Franco, SA y una de las personas que más ha investigado sobre la herencia del dictador, reconoce en su obra las dificultades que existen a la hora de valorar su patrimonio, gestionado por más de 50 sociedades, algunas inactivas y que en la mayor parte de los casos no han sido auditadas por firmas independientes.
No obstante, la mayoría de las fuentes cifra la fortuna de la familia Franco entre 500 y 600 millones de euros, aunque hay que tener en cuenta también que muchos de sus descendientes siguen hoy vidas completamente separadas y apenas tienen contacto entre ellos, salvo en ocasiones muy contadas.
La 'central', en Madrid
Lo único que se sabe con certeza es que gran parte de su patrimonio está invertido en el ladrillo. Juan Luis Galiacho explica en su libro Los Herederos del Gran Poder que, aunque en muchas sociedades sigue apareciendo como única administradora Carmen Franco Polo, la hija del general, la persona que figura realmente como cabeza visible de la familia es Francisco Franco Martínez-Bordiú, más conocido como Francis, nieto del anterior jefe del Estado, que se cambió el apellido para mantener la estirpe.
"Dicen quienes conocen a Francis que es el verdadero ideólogo y administrador de los negocios familiares de los Franco ", asegura Galiacho. A él le acompañaría además su hermano pequeño Jaime, el jurista de la familia. Galiacho cree que "después de varios años de ostracismo parece que la saga despega de nuevo" desde su cuartel general, en el domicilio familiar en la calle Hermanos Becquer, número 8, en el madrileño barrio de Salamanca. Y no se preocupen: no tienen problemas de espacio.
Según los datos del Registro de la Propiedad, los Franco tienen en el edificio sótanos, planta baja, cinco pisos altos y áticos. Y es ahí en donde tiene su sede, por ejemplo, la inmobiliaria Fiolasa, creada en abril de 2002 con un capital social de 10 millones de euros, y, según todos los datos, cabecera actualmente del holding.
Esta empresa, que cuenta con unos fondos propios de 23,4 millones de euros, tuvo al principio ciertos problemas financieros que ya están completamente solventados. Así, y de acuerdo con las cuentas depositadas en el Registro Mercantil de Madrid, los ingresos de esta compañía superaron el año pasado los 5 millones de euros, casi nueve veces más que en 2005.
Punta del iceberg
Pero lo más significativo es que sus ganancias se han multiplicado por 25, hasta 3,9 millones de euros. Dedicada al alquiler de inmuebles, la empresa logra así un margen absolutamente extraordinario. En teoría gana 78 euros por cada cien que ingresa, aunque como no tiene obligación de auditar sus cuentas, nadie las ha supervisado.
Fiolasa no es, sin embargo, nada más que la punta del iceberg del entramado societario. Como accionista único figura una compañía, Sargo Consulting, en la que Carmen Franco aparece también como administradora única y Jaime Franco Martínez-Bordiú como apoderado. Esta sociedad, que cuenta también con unos fondos propios de casi 21 millones de euros, es propietaria del cien por cien de las acciones de Fiolasa, que a su vez participaba, a 31 de diciembre de 2006, en compañías como Cauce, Aparcamientos Atocha, Caspe, Proazca o Promociones del Suroeste.
El accionista de referencia de esta última sociedad es Felipe San Román, un polémico ganadero y constructor que ha estado envuelto e imputado en varios escándalos urbanísticos, el último de ellos el de la operación Malaya contra la corrupción en Marbella. El año pasado el juez instructor, Miguel Ángel Torres, le imputó por un presunto delito de tráfico de influencias y prevaricación y el empresario llegó a ingresar en prisión.
Se había encontrado "una supuesta agenda" en la que se reflejaría un pago de cuatro millones de euros ligados a un convenio urbanístico con el Ayuntamiento de la localidad y la edificación de una urbanización levantada en suelo rústico.
Los orígenes
Los Franco desembarcaron en el negocio inmobiliario en la década de los años setenta de la mano precisamente de este constructor, con más de 30 sociedades inmobiliarias y grandes extensiones de suelo en la Comunidad de Madrid, especialmente en municipios como Las Rozas, con un alto poder adquisitivo, pero también en otros más modestos de la zona sur.
Tanto Carmen Franco Polo como su hijo Francisco Franco Martínez-Bordiú llegaron a entrar en el Consejo de Administración de Promociones del Suroeste -Francis fue director general- aunque, según han explicado a elEconomista fuentes del grupo San Román, las relaciones se habrían roto. De hecho, según los datos depositados en el Registro Mercantil, los Franco habrían salido del capital en junio del año pasado.
Antes, las familias San Román y Franco se habían puesto de acuerdo para desarrollar los terrenos de la finca de Valdelasfuentes, entre las localidades madrileñas de Móstoles y Arroyomolinos, y que fue adquirida en los años sesenta en una operación en la que intervinieron Carmen Polo y su esposo, Cristóbal Martínez-Bordiú, el marqués de Villaverde, con el conocimiento del propio Franco .
LA Se trata de una finca rústica de unos 10 millones de metros cuadrados, que durante años se dedicó a labores agrícolas y ganaderas y en cuya superficie se ubica ahora el centro comercial Madrid Xanadú, conocido por albergar una pista de esquí artificial y en donde, según denunciaron algunos afectados, la promotora Bitango vendió casas protegidas con sobreprecio y sin informar de que se trataba de VPP (viviendas de protección pública). Tras conseguir importantes recalificaciones, en Valdelasfuentes estaba prevista la construcción de más de 4.000 viviendas.
Otros negocios
Galiacho detalla, no obstante, que los Franco no sólo se han dedicado al ladrillo, sino quehan invertido también parte de su herencia en la adquisición de garajes por todo Madrid. Francisco Franco Martínez-Bordiú dispondría así de más de una decena, gestionados desde empresas como Comerzia, Estacionamientos Urme o Aparcamientos Atocha. La cabecera de este negocio es, sin embargo otra empresa, Proazca, creada en 1991 con una inversión de 1,2 millones.
Menos significativa resulta la incursión de la familia del dictador en otros negocios no tan lucrativos. Francis figura, por ejemplo, como administrador de una clínica, el Centro Médico del Láser Pío XII; de una cadena de restaurantes en La Coruña, controlada por una de sus empresas de aparcamiento, e incluso en el negocio cárnico.
Francis creó la sociedad Premohi, dedicada la importación y exportación de carne, junto a Gonzalo Hinojosa, hasta hace dos años principal accionista y presidente de Cortefiel, que rompió ya su alianza. Pero no importa demasiado. El holding de los Franco está más vivo que nunca.
(Javier Romera / El Economista. 24 -11-2011)