El neofascista Angelo Izzo confirmó ayer en una declaración judicial en Roma que en los años 70 hubo un grupo de ultras italianos preparado para actuar contra ETA. Su testimonio fue escuchado por el juez de la Audiencia Nacional española Fernando Andreu, que lleva meses recabando testimonios sobre la desaparición de Eduardo Moreno Bergaretxe, Pertur. Y el de ayer se perfila como el relato más sólido hasta el momento, ya que Izzo habló directamente del secuestro de un miembro de ETA al que habrían trasladado a una casa cercana a Barcelona, donde fue torturado y lo hicieron desaparecer. Pertur es el único cuyo paradero se desconoce desde entonces (en 1980 desaparecería también José Miguel Etxeberria, Naparra).
En realidad, Izzo ya declaró algo similar en un sumario en el año 1984, pero en el Estado español siempre se siguió priorizando la hipótesis de que Pertur había sido hecho desaparecer por ETA, pese a no existir dato objetivo alguno al respecto.
En la investigación reactivada ahora, Izzo fue interrogado ayer a través de una comisión rogatoria celebrada en la Corte de Apelación de Roma, con presencia del juez Fernando Andreu y el fiscal Jesús Santos, además del abogado de la familia de Moreno Bergaretxe. La novedad estribó en que Izzo dio datos concretos acerca de una masía en la que pudo ser secuestrado el militante donostiarra, y se constató que varios elementos coinciden con los facilitados por otro italiano interrogado ayer, llamado Sergio Calore y definido como «colaborador policial».
Así, Izzo dijo que la casa se llamaba «La Fábrica» y estaba a las afueras de Barcelona. Y afirmó que aunque él entonces estaba detenido, su compañero Pier Luigi Concutelli le contó posteriormente que habían secuestrado a un miembro de ETA y lo habían llevado allí para torturarlo y hacerlo desaparecer. Izzo explicó al juez que no puede reconocer a Moreno Bergaretxe en las fotos porque no lo conoció y que Concutelli tampoco le dio el nombre del secuestrado. Este también le contó que capturaron a un industrial vasco, en una acción que le habría sido imputada a ETA.
Calore, por su parte, ratificó la existencia de «La Fábrica» y dijo al juez Andreu que él mismo visitó la casa. Relató que «estaba llena de fotografías de etarras» y que estaba destinada a realizar acciones, de modo que las víctimas fueran enterradas en un bosque próximo.
Grupos en Madrid y Barcelona
Angelo Izzo aportó a los jueces datos exhaustivos sobre el funcionamiento de los grupos anti-ETA compuestos por neofascistas italianos. Detalló que había uno asentado en Madrid que tenía tres apartamentos y una pizzería llamada ``El Appuntamento'', y al que pertenecían ultras a los que identifica con nombres y apellidos: Mario Calzona, Augusto Canchi, Mario Pelegrini...
El segundo grupo, detalló, era el denominado «Barcelona», que incluía también a fascistas franceses y portugueses y que disponía de un apartamento en el barrio chino de la capital catalana y de la masía «La Factoría», en las afueras.
Angelo Izzo relató asimismo al juez Andreu la entrega en aquella época de un suministro de armas y explosivos por los servicios secretos policiales españoles a los neofascistas italianos, entre ellos una metralleta marca Ingrand. Se trata de un arma que luego le sería intervenida a Concutelli tras un atentado contra un juez italiano.
Como se observa, los testimonios recogidos ayer son amplios en detalles y ofrecen nuevos hilos de los que tirar, después de que en 33 años no se haya producido avance alguno hacia el esclarecimiento del caso. El siguiente paso de Andreu será tratar de interrogar a Concutelli en Venecia, donde reside tras salir a la calle por una enfermedad.
(Gara. 26 / 03 / 09)