No es que Baltasar Garzón sea personaje que merezca un ápice de simpatía en este billete, pero la verdad es que de vez en cuando sus ocurrencias tienen la habilidad de poner nerviosos a los elementos más fachongos de la fachenda. Será por eso que ayer no pude resistir la tentación de acudir al diario digital «El Imparcial» (¡ha vuelto, ha vuelto!) y leer a Luis María Ansón.
Según el fundador del medio, «nadie medianamente responsable quiere desenterrar la guerra incivil que asoló a España hace setenta años. Salvajadas se cometieron en ambos bandos, sobre todo en el llamado republicano a cargo de los milicianos comunistas. Asustan las cifras de los eclesiásticos asesinados, por poner un ejemplo de la atrocidad de aquellas fechas en que las siembras de Caín se esparcieron por los surcos de toda España». Ya empezamos, los malos eran los rojos. Pregunten en Nafarroa. En Sartaguda, por ejemplo.
Y ahora nos cuenta el cuento de la buena pipa: «La Transición se organizó sobre la base de pasar página de lo que había significado la guerra incivil. Aunque reduzcamos el número de muertos a sus reales proporciones lo que ocurrió hace setenta años en España es lo peor que puede ocurrirle a una nación». Le falta recordar que fue un alzamiento militar contra la República y contra la población civil.
Pero lo que le encanta a Ansón es reivindicar la figura del fascista Juan de Borbón y revestirlo de demócrata. Aunque para ello haya que arrancar muchas páginas de su biografía: «Con la unión del exiliado Gil Robles, líder del centro derecha, y del exiliado Indalecio Prieto, líder del centro izquierda, Don Juan de Borbón propugnó la Monarquía de todos que superara la tragedia de la guerra incivil. Eso es lo que se hizo en 1976-78 con la Transición». Y los fusilados, en las cunetas.
Y es que, según dice Ansón, «remover setenta años después las tumbas y los crímenes no tiene sentido común». Lo que no tiene sentido común es que miles de familias no sepan siquiera dónde fusilaron y enterraron a los suyos. Aunque a Ansón y los suyos les encantaría que todo se olvidase y la dictadura a la que con tanto entusiasmo sirvieron y en la que medraron se desvanezca de la memoria. No hay que olvidar que ellos viven igual de plácidamente desde hace 70 años.
(Gara. 04 / 09 / 08)