En Agosto de 1936 sacaron a mi abuelo y a 14 compañeros más, les encerraron, les torturaron y el 3 de Septiembre de 1936 les asesinaron de un tiro en la cabeza.
¿Su delito? Intentar ayudar a sus vecinos más ignorantes ante los abusos de los patronos explotadores.
Estas personas están enterradas en una fosa común en la ermita de San Miguel de Frechilla (Palencia) cuya alcaldesa niega constantemente el poner una placa con los nombres de los que allí están y la explicación de porqué están allí.
Los fascistas les quitaron la vida pero jamás les quitarán la dignidad ni a los descendientes el orgullo de ser sus familiares.
Todos los años se les hace un merecido homenaje a estos grandes hombres a los que los fascistas arrebataron su vida por tener una ideología, algo que tanto critican los amigos de partido de la alcaldesa de Frechilla.
Alli os esperamos. Alli nos esperan.
Belén Larrea Vián