El cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, conmemoró en una misa solemne, el cincuentenario de la fundación de la abadía benedictina del Valle de los Caidos (...). Rouco Varela en su homilía defendió la continuidad del Valle de los Caídos como «símbolo de reconciliación» y superación de «divisiones y odios». (...)
¿Significó el Valle de los Caidos un símbolo de reconciliación y superación de divisiones y odios? Sólo un hipócrita o un nostálgico del Régimen anterior puede sostener semejante teoría, sea clérigo o seglar. El año 1958, cuando terminó el mausoleo del tirano, continuaba en vigor la sistemática vulneración de los derechos humanos más elementales en la España de la denominada victoria. (...)
En ese clima de temible represión, otros católicos, del Opus Dei, no sólo llegaron a ministros, sino que terminaron por transformarse en un poderoso e influyente grupo de presión que controló la economía, la política y el proceso sucesor en la persona de Juan Carlos Borbón y Borbón gracias a la protección que les dispensó el almirante Carrero Blanco, el segundo de Franco hasta que siendo presidente del Gobierno murió víctima de un atentado de ETA. Nombres como los de Alberto Ullastres, Laureano López Rodó, López Bravo o Fernando Herrero Tejedor, un falangista opusdeista muerto en accidente automovilístico y, por cierto, padre del periodista y eurodiputado del PP Luis Herrero, habitual tertuliano en la emisora de los obispos, tuvieron un peso muy descollante como colaboradores del más alto nivel en los Gobiernos de la Dictadura.
Ahora, Rouco Varela, durante su sermón del cincuentenario, ofreció su versión cristiana de la guerra civil. Sucedió de acuerdo con lo dicho por el cardenal mencionado que el «hombre había pecado mucho y sobre todo contra Dios y cuando se vive una etapa de negación de Dios es muy fácil que luego los hombres luchen entre ellos».
Escalofriante interpretación de la Historia. Escalofriante descripción de Dios, si es que Dios existe. (...)
(Rebelión. 1 / 10/ 08)