viernes, abril 17, 2009

LA EMISORA QUE BURLÓ LA CENSURA FRANQUISTA

Un nuevo libro de Arantza Amezaga Iribarren, la escritora bonaerense afincada en Navarra desde hace 37 años, acaba de ver la luz. Se trata de La txalupa de Radio Euzkadi , una obra que narra las peripecias que un grupo de exiliados vascos fue capaz de hacer desde Caracas para poner en funcionamiento una emisora de radio clandestina que, desde el otro lado del Atlántico, burló la censura franquista hasta convertirse en un eficaz vehículo de comunicación.
La historia se remonta a los años 1940-41, momento de la llegada de los primeros vascos a Venezuela, que se habían refugiado en Francia de las consecuencias de la Guerra Civil española, pero que tuvieron que huir a continuación del territorio galo debido a la ocupación alemana.

La autora cuenta el excepcional recibimiento que dispensaron a los centenares de vascos que arribaron en tres barcos a Venezuela en 1940, donde "fueron acogidos con honores y donde les dieron la oportunidad de reiniciar sus vidas en un país al que llegaron sin nada". De hecho, pronto empezaron a trabajar y a los 10 años de estancia en Caracas inauguraron la Eusko Etxea.

Entre este grupo se encontraban los que iban a convertirse en impulsores de Radio Euzkadi : Pello Irujo -esposo de Amezaga fallecido el pasado mes de septiembre-, Iñaki Anasagasti -el único que permanece con vida-, Alberto Elosegi, Xabier Leizaola, José Joaquín Azurza -técnico en telecomunicaciones que dominaba seis idiomas- y Yokin Intza, el "excelente capitán de este equipo", cuenta la autora, que vivió esta experiencia en primera persona y que ha debido hacer un ejercicio de catarsis importante para ponerse a escribir esta obra nada más fallecer su marido.

LOS INICIOS
La idea de fundar una emisora no partió de la nada. Del centro vasco de Caracas, surgió el grupo Egi, que primero creó un centro de documentación, "donde iban recopilando fotografías e información de lo que sucedía en el mundo a comienzos de los 60, con la irrupción de los Beatles, el papa Juan XXIII, el corto mandato de Kennedy...", recuerda Amezaga. "También hicimos el boletín llamado Gudari , la película Hijos de Gernika y conseguimos que se republicaran libros, como El árbol de Gernika del periodista inglés George Steel, en el que responsabiliza a Franco de la destrucción de este municipio y que por primera vez se traduce al castellano".

Con la idea clara de instalar la radio, la tarea prioritaria era conseguir los medios técnicos necesarios. "Para ello fue muy importante la participación de JJ Azurza, que se enteró de que una petrolera iba a a desmontar unas torres viejas para sustituirlas por otras nuevas y propuso al grupo adquirirlas para montar la radio", relata la autora.

Superado este paso, el siguiente era "dar con un sitio que permitiera que la radio se escuchara hasta en Japón, pero nunca en Caracas, porque teníamos miedo a la Embajada de España y de EEUU".
Aunque la emisora jamás se movió de una vieja hacienda de caña de azúcar, sus impulsores le pusieron el nombre de Txalupa "para despistar" y se dio la versión de que "estaba instalada en un barco que navegada por el mundo sin rumbo fijo".

La primera emisión de Radio Euzkadi fue en 1965, momento en el que hubo que buscar la financiación. "Como el gasto era enorme, se hicieron quinielas de fútbol totalmente clandestinas y se vendieron medallas de oro con el escudo de Euzkadi que la gente compraba y que daban una liquidez para soportar el gasto de esta empresa", rememora Amezaga.

Iniciadas las emisiones, la repercusión de esta radio clandestina "fue tremenda". "Hizo funcionar los Aberri Eguna de los años 60 y algunos de ellos fueron espectaculares", cuenta la escritora. "El de 1967, que se celebró en Iruña, fue organizado desde Venezuela gracias a la radio. Resultó un éxito. La plaza del Castillo se llenó a rebosar y sus alrededores también. Instalaron un dispositivo para que las ikurriñas saltaran desde las azoteas a la plaza. Aquel día hubo muchísimos arrestos, entre ellos el de mi marido. Lo apalearon en Comisaría y lo expulsaron del Estado español".

LA CLANDESTINIDAD

No resultó fácil para los fundadores de la radio moverse en la ilegalidad, "pero supieron trabajar con un rigor matemático y hasta crearon un argot propio para evitar filtraciones".

La actitud del Gobierno venezolano ayudó a mantener viva la radio. "Fue muy permisivo", dice Amezaga con indisimulado gesto de agradecimiento. "Leizaola, que era sobrino del lehendakari del Gobierno en el exilio, se encargó de templar gaitas con los políticos venezolanos y pese a que la Embajada de España pidió a las autoridades de Venezuela que investigaran la radio e incluso llegaron a hablar con la Embajada de EEUU con el argumento de que los vascos éramos comunistas, la verdad es que Venezuela nunca les prestó atención".

Sólo un problema relacionado con la técnica estuvo a punto de amenazar la pervivencia de la emisora. "Hubo un momento en que las ondas de Radio Euzkadi iban por el Atlántico norte e interrumpían un canal comercial entre EEUU e Inglaterra, algo muy grave para el mundo anglosajón", valora Amezaga. "Una vez que se solucionó el problema, la Embajada americana perdió el interés por nuestra radio".

Las emisiones iniciadas en 1965 se mantuvieron con regularidad hasta el año 1977. "La radio la clausuró Pello Irujo una vez que se inició el regreso de los exiliados, entre ellos el de Manuel Irujo, a quien en Hondarribia y Noáin recibió una multitud antes de que, dos días después, se celebrara el Congreso del PNV que decidió cerrar la radio porque ya no tenía sentido mantenerla". Muerto el dictador Franco, la emisora ya había cumplido con creces su papel. "Su audiencia tuvo que ser muy elevada, porque su repercusión era tremenda", cuenta Amezaga. "La radio no sólo mantuvo a la comunidad vasca cohesionada e informada, sino que consiguió que los vascos supieran que desde el exterior había una acción de resistencia a la dictadura".

(Noticias de Navarra. 17 / 04 / 09)