Evidentemente , aunque fuese de forma testimonial, en una jornada como la vivida no podía faltar la música, ese arte intangible que en cualquier orden de la vida pone la banda sonora a emociones y sentimientos. Y no, no lo hizo, estando representada tras la comida popular por la presencia de nombres como los de El Drogas, que leyó un texto alusivo al tema; Fermín Valencia, Ruper Ordorika o José Antonio Labordeta, quienes comparecieron a partir de las 17.30 horas ofreciendo dos temas cada uno.
Lo mismo que los tolosarras Bide Ertzean, quienes conectaron con el espíritu de la jornada a la perfección con su pop melódico y exquisito y letras duras. Duras como la vida misma 70 años atrás -por otra parte-, no más. Como las de los familiares de los más de 3000 navarros a los que se la arrebataron bajo la excusa de una contienda fraticida, y no diremos que de manera injusta, injustamente arrebatadas, porque consideramos que siempre es injusto arrebatarle a alguien la vida: sea donde sea, de donde sea o se trate de quien se trate. Así las cosas Bide Ertzean, la banda de los hermanos Úbeda, tenía que estar aquí; la de unos señores que si no llegaron a ser nietos de los que perdieron la guerra civil fue porque su abuelo desapareció -o lo hicieron desaparecer, más bien-, antes de su final.
Y a continuación, habida cuenta de que algún compañero ya habrá contado qué personas de renombre pasaron por Sartaguda, antes de terminar vamos a tomanos la licencia de decir a quiénes no vimos: a miembro significativo alguno del Gobierno de Navarra (tan en primera fila siempre cuando se trata de conjugar el verbo condenar), a representantes o familiares de víctimas de otras expresiones de violencia (más mediáticas todas ellas, claro está), al señor Arzobispo en representación de la cristiandad...
El sábado todos ellos brillaron por su ausencia -sospechosamente-, al parecer no iba con ellos la fiesta. Porque en otro orden de cosas eso fue lo vivido: desde la emoción y la serenidad contenida, pero una fiesta. Tal vez estarían todos pasando página en sus casas, lo que, según dicen, hay que hacer ante situaciones como éstas. En otras no, ante otras la consigna es recordar, incluso revolcándose una y otra vez en el fango para ello cual cerdo en la... materia orgánica, digámoslo así. E incluso beatificar a las víctimas si es preciso, y de paso, si tocando las glándulas reproductoras al gobierno socialista de turno, mejor que mejor; y es que ¿no tuvieron tiempo en el Vaticano para beatificar a todos los beatifucables en 40 años de franquismo? ¿tampoco posteriormente, durante los 8 de mandato de Aznar? ¡Ay!, ¿Cuestión de dobles raseros? ¿de que el verbo revolver aún les va a gustar más que el condenar?
En fin, vayamos concluyendo; estando mi firma de por medio, ¿no habría tenido que ser esto una crítica musical? Bueno, no del todo -en esta ocasión-, toda vez que las notas de las canciones ofrecidas por los citados artistas fueron en parte inspiradas por balas y por sangre, mucha sangre. Por buena y mala sangre. Digamos que lo que más bien hemos buscado ha sido hacer un comentario crítico... aunque más que del hecho artístico en sí, del especial marco que lo acogió: el sábado, lo realmente importante. Una cuestión, más allá que de memoria únicamente, de vergüenza histórica para el firmante de estas líneas, no más.
(Noticias de Navarra. 11 / 05 / 08)