La iniciativa «2012» es un propósito ciudadano que, con el referente de 1512-2012 -de la invasión, conquista, privación de la independencia, partición, suplantación de la soberanía y desmantelamiento estatal de Nafarroa-, tiene por objeto promover y desarrollar en la sociedad navarra las siguientes metas:
-Reconocer la variedad de las situaciones vividas en la Memoria Histórica de Nafarroa y lo que cada corriente de pensamiento ha aportado a nuestra realidad.
-Desenmascarar el negacionismo sobre los genocidios, la destrucción del patrimonio y la subordinación, padecidos por Nafarroa.
-Desarrollar la libertad individual y colectiva, las instituciones de participación de la sociedad civil, los valores cívicos de la res publica y de la democracia, como el derecho a la diferencia y el respeto del pluralismo.
-Igualdad de todas las personas, sin excepción.
-Convicción de que todos somos hijos de inmigrantes, sea de la primera o de la trescientas generación.
-Presencia de las raíces culturales e históricas para lograr entender la complementariedad de cada grupo en una sociedad laica y multicultural.
-Paz y reconciliación de la sociedad navarra, basadas en la justicia, la verdad y el mutuo reconocimiento entre vencidos y vencedores, navarros y españoles o franceses.
-Poner fin a la partición de Nafarroa, eliminando las mugas impuestas.
-Ejercer todos los derechos personales y recuperar la soberanía de Nafarroa.
Todo ello, mediante la actuación en los campos económico, social, cultural y político, a través de la intervención en medios de comunicación, organización y colaboración en eventos que favorezcan la cooperación de entidades para alcanzar estos objetivos.
Hay que partir de la comprensión de la sociedad civil como un todo, aún en su pluralidad extrema, pues tratarla parcialmente traerá como efecto disminuirla y subordinarla. Todos sus aspectos -economía, política, cultura- se hallan interrelacionados, ninguno de ellos puede entenderse aislado. Si falta alguno de ellos, el conjunto de la sociedad como sistema, no se halla en su plenitud y carece de libertad.
El poder dominante, ante la presión que la sociedad civil subordinada llega a ejercer o se ve obligado a veces a consentir -poniendo toda clase de limitaciones y trabas- el uso de algunos aspectos del acervo negado, siempre de forma inconexa y desmembrada. Así, por ejemplo, si la sociedad subordinada reivindica utilizar su lengua propia, el euskara, frente al monopolio impuesto de la lengua del poder, se llegará a permitirle que, con gran esfuerzo, pueda tener escuelas en su idioma, pero siempre limitando los contenidos docentes y de forma supeditada a la lengua dominante del Estado gran-nacional. Sobre todo sin que se le permita relacionarla con los otros aspectos del sistema, y nunca entendido como derecho irrenunciable de la sociedad civil subordinada.
La subordinación política, se plasma en la muralla que se cierra frente a los derechos democráticos de los navarros, e impide que se cumpla su voluntad política, cuando estos manifiestan democráticamente su decisión.
En realidad, estamos inmersos en un conflicto de derechos más que en uno de identidades. Se oye a menudo lo del «conflicto identitario», como muletilla empleada sin precisión y demasiado alegremente. No hace mucho, para referirse a esta misma sociedad plural, se propaló orquestadamente aquello de dos comunidades: la vasca y la navarra. Falsa dicotomía que ya ha comenzado a desmoronarse. Tan equívoco fue hablar de razas, etnias o pueblos para referirse a sociedades jurídica y políticamente estructuradas, como lo es ahora hacerlo en referencia a identidades.
Y como paso más inmediato, necesitamos participar en la inauguración del Parque de la Memoria, el 10 de mayo en Sartaguda, «Pueblo de las Viudas», para que la sociedad navarra conozca y asuma el último genocidio sufrido, y podamos lograr una sociedad soberana, democrática, justa y plural.
(Gara. 08 / 05 / 08)