domingo, mayo 11, 2008

ANHELADO RESCATE DEL ANONIMATO


La inauguración de ayer no fue la de un parque, varias esculturas o un muro. Fue la inauguración del recuerdo colectivo hacia miles de personas que desgraciadamente no pudieron participar en el acto. La inauguración de un lugar en el que puedan cicatrizar las heridas, donde nadie más quede abandonado en una cuneta o abocado al anonimato y al que puedan acudir las personas que en carne propia o ajena hayan sufrido las nefastas consecuencias de la Guerra Civil. Un sitio donde las emociones se entremezclan inevitablemente: dolor, impotencia, alegría, esperanza... Un amplio puñado de sentimientos impasibles de describir tienen hueco en este parque y, como no, en el primer día de su puesta en marcha se colaron uno a uno entre los miles de asistentes que acompañaron a los 3.420 represaliados.

A la inauguración acudieron todo tipo de personas. Desde amigos, hijos, nietos, sobrinos y primos de familiares que por fin vieron reconocido su sufrimiento, hasta personas que afortunadamente no tuvieron que vivir los asesinatos en primera persona, pero que también quisieron recordar a todos aquellos que murieron sólo por pensar de diferente manera. En todos ellos no había rencor, venganza ni odio, pero el recuerdo no se esfuma, ni se puede ni se debe olvidar. Así, en un lugar que ineludiblemente lleva a la memoria fue muy difícil huir de esas lágrimas que provocan el recuerdo. Además, los actos y discursos no facilitaron mantenerse sereno. Las palabras llenas de sencillez y realismo de los cuatro ponentes llegaron a la mayoría, familiares o no. Los coros, las jotas, el aurresku y la ofrenda floral mantuvieron esa emotiva tensión que ya acompañó durante el resto de la jornada.

Miles de historias se concentraron ayer en Sartaguda. Narraciones de todo tipo, de gente muy diversa y en condiciones totalmente distintas. Sin embargo, todas coinciden en algo, ninguna de ellas es agradable y todas son crueles e injustas. Valtierra, Sartaguda, Castejón, Artabia o Cirauqui fueron escenarios de seis historias que ahora se rescatan del anonimato.

Olimpia Plaza
"A partir de ahora tenemos un lugar adonde venir a recordar a mi padre y mi abuelo"

Olimpia Plaza, una vecina de Castejón, era muy joven cuando sucedieron dos hechos que marcaron su vida. En el mismo año perdió a su padre y a su abuelo y desde el 36 todavía no ha sabido absolutamente nada de ellos. Su padre, Valentín Plaza , era alcalde de Castejón y no tuvo tiempo de ser consciente de la alarmante situación en la que se encontraba, ya que el 21 de julio de 1936 lo mataron en la calle. Por su parte, su abuelo, Salustiano Plaza , presidía la fraternidad obrera del sindicato UGT. Lo detuvieron en su pueblo natal, Castejón, y tras un par de días encerrado en el calabozo fue trasladado a Tudela donde los fascistas lo fusilaron.

Ambos pensaban diferente, militaban por sus ideales y lo pagaron caro. Tan caro que todavía no se sabe nada de ellos. Olimpia Plaza y sus familiares han intentado encontrar los cuerpos sin éxito. "No sabemos dónde están enterrados, los hemos buscado durante mucho tiempo pero sin nadie que te ayude, sin el apoyo institucional, es imposible", se lamentó Olimpia Plaza. Esta vecina de Castejón desearía localizar a sus seres más allegados: "Necesito saber dónde están y, si luego se puede, sacarlos". Por ello, para esta familia el "Parque de la Memoria" de Sartaguda es clave . "A partir de ahora tenemos un sitio donde venir a poner una flor tras años de pena, tristeza e impotencia", confesó emocionada antes de comenzar la inauguración.

Xabier Mundate
"Mi abuelo no era militante, sólo simpatizaba con la CNT"

La familia de Xabier Mundate es un claro ejemplo de cómo fue la represión franquista. Tras el asesinato de su abuelo, Teófilo Etxarri , toda su familia tuvo que emigrar a Granada y Francia. Su abuelo no era militante de ningún partido, era el cartero de Artabia y simpatizaba con la CNT, una de sus culpas junto con colgar un cartel en su tienda de vinos donde se leía Ardo ona . "Le avisaron de que iban a por él, pero al principio no se lo creyó. Cuando ya estaban en casa saltó y trató de huir pero lo cogieron y lo fusilaron a las pocas horas", recordó este vecino de Pamplona. A pesar del exilio, buena parte de su familia se volvió a reunir ayer en Sartaguda, acudió incluso una prima francesa con su marido y sus hijos.

Xabier Mundate pudo localizar el cuerpo de su abuelo después de diez años de búsqueda. En aquel lugar colocaron una piedra, pero el Parque de la Memoria también es un espacio especial para recordar a su familiar. "Hoy nos hemos juntado aquí todos los que sienten algo por aquellas muertes", aplaudió Mundate.

Progreso Mangado
"Once miembros de mi familia fueron asesinados vilmente"

Progreso es su verdadero nombre, aunque en el registro aparezca como Narciso. Tuvo que ser bautizado cuando tenía tres años y medio, pocos meses después de que viera morir a once miembros de su familia. Este vecino de Sartaguda actualmente es presidente de la Asociación "Pueblo de las Viudas" y pertenece a una de las familias que más sufrió la represión de su localidad natal. Su padre, Narciso Mangado , fue asesinado "vilmente" el 4 de octubre de 1936 en Sartaguda. Posteriormente fue atrapado su abuelo, Eustaquio Mangado, que por aquel entonces era Alcalde de Sartaguda. Luego cayeron nueve tíos, "uno de ellos sólo tenía 17 años y los otros estaban ya casados", rememoró ayer minutos antes de comenzar la inauguración en la que ha colaborado activamente.

Para Progreso Mangado no es fácil pasar página. "No me olvido de lo que ocurrió porque se me ha quedado grabado en el corazón", aseveró. Sin embargo, se mostró muy contento por la inauguración del Parque de la Memoria y por la labor de rescate que se ha realizado en Sartaguda, donde se han podido localizar a 83 de los 84 vecinos fusilados.

Mari Paz Enériz
"La basura fascista hizo estragos, en mi familia murieron dos primos carnales"

Esta valtierrana de "alma republicana" recuerda como si hubiera ocurrido hace cuatro días el momento en el que se enteró de que sus primos carnales habían sido detenidos. Tan solo tenía 13 años y estaba durmiendo en su cama, su padre había ido a comprar pan pero tardó mucho tiempo y cuando llegó oyó la conversación entres sus padres. Sus primos Andrés Enériz y Luis Castillejo habían sido cogidos por los golpistas y fueron fusilados en Castejón. Mari Paz Enériz no olvida cómo a uno de ellos le obligaron a confesarse contra su voluntad y ayer aseveró con rabia que "quien debería confesarse son todos aquellos que mataron".

En la familia de Mari Paz Enériz los asesinatos no quedaron en estos dos casos ya que dos tíos de su marido también fueron fusilados. Ángel Munárriz fue atrapado y asesinado en Valtierra, mientras que Alejandro Azcona sufrió las consecuencias de la Guerra Civil en Bilbao. "La basura fascista hizo estragos", concluyó esta vecina de Valtierra.

Alejandro Castillejo
"Vinieron a buscar a mi padre a casa; dijo que regresaría enseguida, pero no volvió"

El 6 de septiembre de 1936, cuando tan solo tenía 47 años, moría a mano de los franquistas Demetrio Castillejo Campo . Setenta y dos años después, su hijo Alejandro Castillejo no olvida lo ocurrido y ayer participó con emoción en la inauguración del "Parque de la Memoria". "Vinieron a buscarlo a casa y mi padre le dijo a mi madre que iba a regresar enseguida. Sin embargo, no volvió", relató este vecino de Valtierra. Demetrio Castillejo estuvo en la cárcel durante tres o cuatro días y lo "trataron muy mal". Tras ese suplicio le trasladaron a algún kilómetro de la carretera entre Cadreita y Valtierra, allí fue asesinado. Ese mismo día murió Eusebio Romo Castillejo, un primo de Alejandro Castillejo que sólo tenía 19 años. Además, el valtierrano tuvo que sufrir la pérdida de otro joven primo: Santiago Rodrigo Castillejo.

(Noticias de Navarra. 11 / 05 / 08)