Uno de los socios que con más insistencia ha pedido su eliminación es el abogado Román Oria, quien asegura a Público que el principal valedor de que se mantengan en la sala de lectura del Casino es, precisamente, el juez Adolfo Prego. "Desde su puesto en la junta directiva, él ha convertido el Casino de Madrid en un búnker franquista", asegura.
Portavoces del Casino insisten en que este tipo de quejas son "minoritarias" y aseguran que los propios socios ya votaron en el pasado en dos ocasiones sobre el futuro de los bustos y que en ambos momentos se decidió mantenerlos donde estaban. También recalcan que su ubicación, en una zona que es usada casi en exclusiva por los socios, los mantiene fuera de la vista de los centenares de visitantes que a diario acuden a los restaurantes y salones que cobija el edificio.
La actual dirección del Casino también esgrime el supuesto valor artístico de ambas obras "fueron realizadas por el escultor Mariano Benlliure" y el costo que en su día supuso para los socios: 40.000 pesetas, un dineral para la España de posguerra. "El edificio fue hospital de sangre de Izquierda Republicana durante la contienda, y los socios encargaron las esculturas para congraciarse con Franco", añaden.
Sin embargo, estas justificaciones no terminan de convencer a los socios críticos. Oria insiste en que el valor artístico es, simplemente, la disculpa que el juez Prego y el resto de la junta "ponen para seguir haciendo apología de la dictadura".
(Público. 22 / 06 / 09)