martes, mayo 06, 2008

JOXE ULIBARRENA, ESCULTOR: «Ni quiero ni puedo olvidar lo que viví en el 36, eso sería traicionarme a mí mismo»


El escultor navarro Joxe Ulibarrena (Azkoien, 1924), hijo de fusilado, ha sido uno de los impulsores del Parque de la Memoria y es suya la escultura principal del lugar. En ella, trata de reflejar la escena que presenció con 11 años en la Vuelta del Castillo de Iruñea y que ha quedado grabada en su memoria. Tres jóvenes se abrazaban ante el pelotón de fusilamiento, que no tuvo piedad y los acribilló a balazos. Cayeron juntos, y permanecieron abrazados una vez yacían muertos en el suelo.

¿Cómo surgió la idea de llevar a cabo un parque para el recuerdo de las víctimas del 36 en Nafarroa?

A raíz de la celebración del "Nafarroa Oinez" de Lodosa y Sartaguda en el año 2001, tuve contacto con personas de aquel lugar y les propuse llevar a cabo un proyecto que sirviera de símbolo de la terrible matanza del 36 y también homenajear a las personas allí fallecidas. Entonces, me ofrecí a hacer una escultura reflejando lo que yo viví aquel fatídico año, aportando mi experiencia personal. De ese modo, me desplacé hasta Sartaguda e hice la escultura, que la terminé el pasado año. A partir de ahí, la Asociación "Pueblo de las Viudas" y la "Asociación de Familiares de Fusilados" fueron las que siguieron adelante con el proyecto que se presentará el sábado.
¿Qué ha querido expresar con su escultura?

He querido reflejar toda la tragedia y la barbarie que supuso aquella indiscriminada caza de brujas que llevaron a cabo los fascistas en nombre de lo que denominaron «la santa cruzada». Yo ese año tenía 11 años y vivía en Azkoien. Era sólo un niño, pero lo ocurrido aquellos meses no se me olvidará en la vida. Ni quiero ni puedo olvidar, y además no voy a callarme, como nunca lo he hecho, porque eso sería traicionarme a mí mismo y no me lo perdonaría. En octubre de 1936 me llevaron a Iruñea, y allí presencié la escena que ha motivado la escultura de Sartaguda y que, a pesar del paso de los años, jamás he podido borrar de mi mente. Observé la ejecución de dos mozos y una chavala, ninguno superaba los 20 años. Ante el pelotón de fusilamiento, un boina roja le gritó a uno de ellos: «Di viva Franco y arriba España», pero el muchacho le repondió: «¡Viva la República!», y los acribillaron a balazos mientras ellos se abrazaban con fuerza. Cayeron los tres juntos, abrazados como un único ser. La gente aplaudía. Quería que la escultura fuese plástica, que se pueda entender al primer vistazo.

Usted sufrió muy de cerca la salvaje represión que prosiguió al alzamiento.

Sí, mi padre y una prima de 15 años fueron ejecutados sin ninguna piedad. En mi pueblo, Azkoien, recuerdo el terror y el miedo de la gente, estaban atemorizados. No es comparable a lo ocurrido en Sartaguda, pero allí también hubo un gran baño de sangre. Yo estaba en la escuela, y mataron a tres de nuestros maestros, sólo por ser republicanos. También recuerdo a los soldados alemanes e italianos que se paseaban por las calles, metiendo el miedo en el cuerpo a los vecinos. En Nafarroa, sin ser frente de guerra, asesinaron cruelmente a más de 3.200 personas, y las enterraron en las cunetas como a animales. Aquello fue una salvajada, una au-téntica barbaridad. Ahora, en todos los sitios hablan mucho de terrorismo, pero no conocen a los verdaderos padres del terrorismo. Aquello sí que fue verdadero terror. ¿Perdón? ¿Cómo van a pedir perdón si los que hicieron aquello no tienen humanidad? Creo que son muy ignorantes, y por eso debieron de hacer lo que hicieron. Aquí nadie ha pedido perdón en 71 años, ni lo van a hacer nunca.

¿Qué le parecen las otras dos esculturas ubicadas en el Parque, hechas por Néstor Basterretxea y José Ramón Anda?

Sinceramente, en mi opinión eso no son esculturas, porque no se entiende lo que quieren transmitir. No tienen tridimensión ni profundidad, no creo que la gente logre entender el significado. No me parece mal lo que se ha hecho, ni muchísimo menos, pero pienso que quizá el Parque quede un poco soso. Otra cosa que tampoco me gusta mucho es el nombre que se le ha dado: el "Parque de la Memoria". Debía haberse llamado «parque de las viudas», no de la memoria, porque la memoria es algo que nunca nos podrán quitar; no tiene sentido llamar al Parque de ese modo. Pero bueno, esa decisión no ha estado en mi mano.

(Gara. 06 / 05 / 08)