Casi ochenta años después, quién lo iba a decir, pero actualmente la plaza del pueblo de Argantzun -en Trebiñu, Araba- muestra orgullosa a toda persona que por ella pase una placa que la apellida como "Plaza del 14 de Abril". Lo curioso del hecho -aparte de que pocas plazas habrá con dedicatoria similar- es que es «la original», es decir, que dicha placa es la que un día cualquiera entre aquel día de Abril de 1931 y Julio de 1936 pintaron allí manos esperanzadas ante el nuevo tiempo que estaba alumbrándose.
La placa salía a la luz hace pocos meses, cuando unos trebiñeses de corta edad que pateaban su balón en la plaza fueron elegidos váyase a saber por que ley de la historia o de la memoria para convertirse en instrumento casual de la misma, haciendo caer de un soberbio pelotazo la placa normal, la de toda la vida, bajo la que se encontraba, sin nadie saberlo, la placa republicana. Salía así a la luz una realidad, una parte de la historia de los habitantes de ese pueblo que algunos, desde el 18 de Julio de 1936, se habían venido esforzando hasta la actualidad en tapar.
Desde Ahaztuak 1936-1977 creemos que merece la pena reseñar el hecho, más aún cuando se produce a las puertas de un nuevo 14 de Abril y por tanto de toda una serie de actos y declaraciones en torno a esta fecha de los cuales la inmensa mayoría estarán, al igual que en años precedentes, perfectamente pensados para -al contrario que los chavales de Argantzun- no tirar la placa normal, esto es, la placa monárquica que desde 1975 está implícitamente colocada, sin habernos preguntado, en todas nuestras plazas. Esta forma de actuar será, sin embargo, aún más evidente en torno a este 14 de Abril, habida cuenta de que la práctica totalidad de las personas y fuerzas políticas que saldrán haciéndolas han votado hace pocos meses en el Congreso español -en su totalidad o en parte- una Ley de Memoria Histórica que, entre otras cosas, sigue manteniendo jurídicamente culpables a los impulsores y a a los defensores de la República, lo que es tanto como decir manteniendo culpable a la República misma. Igualmente son esas personas y fuerzas políticas las que aquí y ahora, en el día a día, van dictando y amparando -con su participación o su calculada pasividad- leyes de excepción más o menos encubiertas que sin duda construyen nuevos obstáculos para una nueva posibilidad republicana, al aceptar y avalar con su discurso y su práctica política unos comportamientos que poco tienen que ver con más democracia y que, por tanto, poco tienen que ver con ir construyendo la posibilidad de ejercitar algún día el derecho de la ciudadanía a decidir sobre república o monarquía y a que esa decisión sea efectivamente respetada.
Esa realidad -ese aquí y ahora enlazado entre la memoria y el futuro- es lo que hace que desde Ahaztuak 1936-1977 no realicemos ni nuestra reflexión ni nuestras actividades en torno a este 14 de Abril como un ejercicio de mera nostalgia cuasi-historicista o irrealizable utopía, sino de reivindicación de un futuro más democrático frente a esta cada vez más deficiente democracia actual, donde entre otras cosas se condena a quince meses de cárcel a un ciudadano por colocar una bandera republicana en un edificio oficial, o asistimos a un reforzamiento de la simbología y del discurso de la inamovilidad de la ¿Constitución monárquica o Monarquía constitucional? que impusieron en la transición. Estos hechos nos demuestran que hoy, aquí y ahora, la opción republicana, por más que algunos agiten engañosamente consignas y frases en época electoral o en torno al 14 de Abril, sigue siendo -gracias también a esos algunos- tan imposible de llevar a la práctica como la opción independentista, por lo que si hablamos de rememorar, conmemorar y reivindicar la experiencia republicana como expresión de la voluntad popular, ineludiblemente creemos que hay que hacerlo desde la reivindicación de una democracia real y efectiva en todos los ámbitos y desde la movilización para conseguirla.
Creemos así mismo que, al igual que en lo referente a las víctimas del franquismo, respecto a la II República también hay que exigir verdad, justicia y reparación: verdad sobre lo que fue realmente esa experiencia y su potencialidad democrática; justicia tanto para los que lucharon por defenderla como expresión de la libertad y de la voluntad popular que era como para los que la arrasaron con la fuerza y la muerte; y reparación, entendiendo como tal la posibilidad real aquí y ahora de la ciudadanía de poder volver a elegir libremente su forma de gobierno y de que esa elección sea respetada sin cortapisas.
«Ya no vivo, pero voy/ en lo que andaba buscando/ y otros que siguen peleando/ harán nacer otras rosas/ en el nombre de esas cosas/ todos me estarán nombrando» cantaba el "turco" Cafrune. Y República, democracia, libertad, justicia, respeto a la voluntad popular... serán cosas, ideas, que nombraremos este 14 de Abril. Y con ellas nombraremos a aquellos que trabajaron, que vivieron, que lucharon y que murieron por ellas. Y con ellas en Eibar nombraremos a José Agirre y Felix Larrañaga, fusilados en Derio en 1937, y a Felix Azpiazu y José Lasagabaster, fusilados en Etxano el mismo año, y a Roberto Perez Jauregi, asesinado en Diciembre de 1970 por disparos de la Guardia Civil durante una manifestación de protesta por el juicio de Burgos, y a tantos y tantos otros...
(Publicado en "Gara" el 12 / 04 / 08 y en "Deia" el 15 / 04 / 08)
**La imagen que ilustra este texto pertenece a la placa "descubierta" casualmente, merced al pelotazo de la memoria, en Argantzun (Trebiñu, Araba) y esta realizada por el Servicio de Prensa de Ahaztuak 1936-1977.