He preferido que pasaran varios días después de la inauguración del "Parque de la Memoria" de Sartaguda. Todo ello por respeto, en primer lugar a los familiares de las víctimas, y en segundo lugar a los que han trabajado durante años con ese objetivo. A todos ellos, nuestras felicitaciones.
Pero la Memoria Histórica provoca, más allá de la sensibilidad de los familiares, al menos tres actitudes en lo político.En primer lugar, el rechazo y el odio de los vencedores franquistas, o de sus herederos políticos, UPN y PP, que sacan dos tipos de espantajos: "no es el momento" y "en los dos bandos se hicieron crueldades". En el primer argumento tienen algo de razón: el momento debió de ser en el año 1978, cuando por miedos, por pactos cupulares, etc., se hizo una amnistía que significó una "ley de punto final" para el terrorismo de Estado del franquismo, y sobre todo y lo más grave, una amnesia, para todo lo que había ocurrido en la etapa que se pretendía superar. En Navarra hubo 3.400 fusilados y en toda España hubo más de 300.000 fusilados. Sólo en el cementerio de San Rafael de Málaga se estiman 4.500. En la dictadura argentina los muertos fueron unos 30.000.
En cuanto a que los "dos bandos cometieron barbaridades", es verdad. Durante una guerra hay mucho descontrol en todas partes. Pero no fueron dos bandos. Hubo un régimen democrático que era la Segunda República y un levantamiento de tipo fascista encabezado por los militares, apoyado por la Iglesia y sufragado por las grandes fortunas del país. En la República, las barbaridades podían costarle a uno el encarcelamiento o el fusilamiento. En el lado franquista, está demostrado que fue un genocidio planificado desde los altos mandos, para instaurar el terror. Genocidio que tuvo sus cooperantes (falangistas, requetés, Iglesia), con el carácter de actuaciones sádicas (mujeres violadas, aceite de ricino, cortes de pelo, paseos), Y estas actuaciones ni siquiera se pararon tras acabar la Guerra Civil. Son los Fraga Iribarne ex-ministro de Franco, en cuya etapa se ejecutó, entre otros, a Julián Grimau, por ser un dirigente comunista, o María San Gil dirigente del PP, "con Franco vivíamos en paz", los que se oponen de manera frontal a reconocer las barbaridades del franquismo, y pretenden, a su vez, dar clases de demócratas a todos.
La segunda postura es la del PSOE y otros grupos, que si bien aceptan la memoria histórica, no han querido ir más allá en la ley que se realizó el año 2007, evitando anular todos los juicios franquistas. La reducen a algo sensiblero, sin querer sacar las consecuencias políticas que de aquella situación se derivan: es decir, sí a la Segunda República, pero actualmente, apoyo a la monarquía. Sí a la memoria y a los homenajes a los fusilados, pero olvidémonos de por qué luchó aquella gente.
La tercera postura es la del nacionalismo vasco más extremo, que se hizo ver en el acto de Sartaguda, pretendiendo monopolizar a las víctimas. Mezcla conceptos como la guerra en defensa de la democracia, o las guerrillas antifascistas, con el terrorismo que mata obreros o concejales, en contra de la dignidad humana, y del sentir del propio pueblo vasco. Se silba y se abuchea el texto del Parlamento navarro sobre la Memoria Histórica en Navarra, porque se criticaba el ataque a los derechos humanos, en especial el derecho a la vida. Habría que puntualizar, además, que en Navarra los nacionalistas fusilados fueron el 0,8% (Navarra, 1936 de la esperanza al terror, página 333).
Quiero expresar, por último, lo que a nuestro entender es la postura política más acorde con la razón por la que murieron los fusilados: la República y la justicia social.Aquel contexto histórico venía dado por el hartazgo que la sociedad tenía hacia los Borbones, tanto durante la época del absolutismo, de las falsas democracias liberales, y por el apoyo a la Dictadura de Primo de Rivera. Los jornaleros andaluces, y también de la Ribera navarra, vendían su trabajo en las plazas, a expensas de que los señoritos les contrataran por un día. Los mineros se revelaban en Asturias contra las largas jornadas y las malas condiciones de seguridad. Asimismo luchaban los trabajadores metalúrgicos de Vizcaya, los del textil de Cataluña, los de artes gráficas de Madrid, y en Navarra los ferroviarios de Castejón y de Alsasua o los agricultores porque los comunales volvieran a los más pobres. En resumen, la lucha de clases. Todos ellos trajeron la Segunda República y la defendieron con su sangre.
Y lucharon no sólo contra militares o contra la Iglesia montaraz, sino también contra los terratenientes, empresarios y banqueros, que fueron los que financiaron el golpe fascista, y los verdaderos vencedores. En el año 1945, vencido el fascismo de Alemania e Italia, las democracias capitalistas permitieron a Franco continuar, porque pensaron que siempre era mejor un dictador sanguinario de los suyos que una República de los trabajadores. El golpe contra Salvador Allende en 1973, demostró igualmente para qué quieren la democracia la alta burguesía y Estados Unidos, en caso de que se ataque sus intereses.
Hoy los tiempos han cambiado, pero no tanto. La monarquía impuesta por Franco sigue siendo la mejor unión entre el reaccionario antiguo régimen del siglo XIX, el golpe fascista contra la Segunda República, la dictadura y el capitalismo globalizado y neoliberal que existe en la actualidad.
Los jornaleros andaluces y de la ribera, se han cambiado por inmigrantes ilegales y por jóvenes que buscan su trabajo. Las plazas de pueblo, por las ETT.
Los salarios han disminuido notablemente, siendo el único país de la OCDE donde esto sucede. La precariedad triplica la media europea. La explotación de la inmigración, con un fuerte montante de los no legalizados. El salario mínimo es aproximadamente la mitad de la media de los países europeos. La siniestralidad laboral supera con mucho los porcentajes de la zona euro.
Todo, para que los beneficios privados de las empresas españolas alcancen el 73% en el periodo 1995-2005, frente al 33% de los países de la OCDE. Consecuencia de las políticas neoliberales de los gobiernos de turno del PP y del PSOE. Monarquía bipartidista que recuerda a los Borbones con la alternancia entre liberales y conservadores.
Por lo tanto para nuestra posición, el mejor recuerdo para los que fueron asesinados es dar continuidad a las causas por las que lucharon, y que aún no han sido conseguidas: la Justicia Social y la Tercera República.
(Noticias de Navarra. 03 / 06 / 08)