¿Qué se le pasa por la cabeza ante este nuevo 3-M?
De que han pasado treinta y cinco años y seguimos pidiendo lo del primer día: buscar la verdad, el reconocimiento y la reparación que se merecen los obreros asesinados.
¿Treinta y cinco años después cree que sus reivindicaciones han servido para algo?
No, porque todavía los autores materiales e inductores de la masacre siguen impunes. Además, desde las instituciones no se ha hecho nada en el ámbito de la verdad. El Gobierno español tiene que oficializar informes rigurosos que tienen que servir para sentar en el banquillo a los culpables.
Usted perdió buena parte de su visión durante los altercados...
Las secuelas físicas te marcan para toda la vida y más cuando tenías contemplado tu porvenir. Yo había terminado ya una carrera, tenía un puesto de trabajo fijo y por una agresión que tú no la has buscado tienes que dejar todo y empezar de cero.
¿Le duelen más las secuelas físicas o las morales?
Siempre he dicho que duele más la impunidad y la forma en la que ha actuado el Estado español. Las lesiones físicas te marcan para toda la vida, pero lo otro te condiciona también en el devenir diario, a la vez que te da más ganas para luchar hasta conseguir lo que verdaderamente se merece la clase trabajadora en Gasteiz, y en mi caso conseguir que se nos reconozca como víctimas del terrorismo, que es lo que somos.
Es su histórica reivindicación.
Las violencias se tienen que medir por igual en todos los sentidos. No se puede llamar violencia terrorista la de una organización y violencia de origen político a la que practica el Estado. La masacre de Gasteiz fue un acto terrorista.
¿La persistencia de ETA ha perjudicado al reconocimiento de víctimas como ustedes?
No tiene nada que ver. En nuestro caso ni estaba ETA de por medio, ni tenemos que ver nada con ella.
Lo que le quiero preguntar es si la violencia de la banda ha servido de excusa al Gobierno español para no reconocer a las víctimas del 3-M.
No creo que haya sido la violencia de ETA la condicionante. En este caso ha sido que los responsables de aquella masacre fueron los derivados del franquismo. Hoy en día están en el Partido Popular, que está entorpeciendo todo tipo de reconocimiento y de enjuiciamiento.
¿Qué le parece la actitud del PP?
Está exigiendo condenas y cuarentenas para Sortu teniendo lo que tiene dentro de su partido. Su presidente de honor es Manuel Fraga, el máximo responsable de la masacre, que incluso se jactó de que no había sido una actuación excesiva, que solo había habido cinco muertes... Ese es el condicionante, ya que si el PP reconoce que lo de Gasteiz fue una acción terrorista admite que Fraga es un terrorista.
¿Si las víctimas de los GAL o del BVE se sienten 'víctimas de segunda', ustedes dónde están?
En ninguna, porque no existimos. Incluso a las víctimas de los GAL o del Batallón Vasco Español se les reconoce como víctimas de una banda organizada. Pero la violencia del Estado nunca se reconoce como violencia terrorista.
En la Ley de Memoria Histórica sí se les ha reconocido.
Nos han metido a algunos por la puerta de atrás. Pero si nos reconocen como víctimas de violencia política y nos mandan el diploma, por qué no esclarecen los actos.
¿Cómo califica el papel del Gobierno vasco durante estos años?
Más de lo mismo. En 2006 se nos reconoce mediante una declaración en el Parlamento la condición de víctimas del terrorismo, luego llega la Ley de Solidaridad, nos queremos acoger y nos dicen que no vamos a ser incluidas porque nos dicen que la violencia que hemos sufrido no es terrorismo.
¿Han hablado con el Gobierno vasco sobre la ponencia de las víctimas de motivación política?
Desde la Oficina de Atención a las Víctimas siempre nos han dicho lo mismo, que es una decisión política y que no nos pueden integrar en una ley que nos reconozca como víctimas de violencia terrorista.
¿Qué le parece la idea del Consejo de Víctimas de construir un centro de la memoria?
¿El centro de la memoria de quién?
¿Le repito?
No, le entiendo. Nosotros también queremos hacer un centro de la memoria, pero que recoja toda la memoria, la real. Para construir un futuro hay que saber lo que pasó. Y no quieren, dicen que no hay que abrir viejas heridas. Pero una herida bien cerrada no se abre, lo que pasa es que estas heridas infectadas necesitan muchas dosis de antibiótico, a base de la verdad.
¿Qué le parece que Lakua quiera ayudar a volver a los que dejaron Euskadi por las amenazas de ETA?
Si hay personas amenazadas y hay que adaptarlas, pues bienvenido sea. Pero hay otras personas que también han sufrido todo tipo de violencias y consecuencias y el Gobierno vasco no ha hecho nada.
¿Qué papel tienen que jugar las víctimas ante el nuevo escenario?
No podemos condicionar ningún proceso. Nuestro deber es exigir justicia, reparación y la verdad de los hechos. Ojalá que mañana se supere todo con el beneplácito de todos los afectados. Aquí lo que se necesita es el mismo trato a las víctimas, sin ningún tipo de discriminación. Y esto, a la larga, sí que llevaría a una posible reconciliación.
¿Es tiempo de sentar a todas las víctimas en la misma mesa?
En este momento es difícil. El enconamiento viene porque unos nos sentimos agraviados, pero eliminada esa discriminación favorecería unos encuentros dentro de unos parámetros de convivencia.
¿Una vez finiquitada ETA se acabarán las pegas de algunos para reconocerles?
Ahora tampoco hay excusas. El Estado tiene que velar por la justicia, no puede estar condicionado en función de si una organización actúa o no.
Ustedes son firmantes del Acuerdo de Gernika dentro de la asociación Lau Haizetara Gogoan ¿Por qué lo han suscrito?
Es un ejemplo claro de que la gente está por la paz, pero el Estado tiene que poner algo de su parte.
¿Es tiempo de ser optimistas?
Yo soy optimista en la resolución del conflicto, aunque no lo soy tanto en que el Estado reconozca las vulneraciones que ha cometido.
(Deia. 3 / 03 / 2011)