Una nefasta combinación de la Ley de Partidos y de la estrategia para la deslegitimación del terrorismo puesta en marcha por la consejería de Interior frustraron el homenaje que familiares, amigos y miembros del colectivo Ahaztuak 1936-1977 tenían previsto tributar el pasado domingo a Jon Paredes Manot, Txiki . Se cumplía el 34 aniversario de su fusilamiento por orden de Franco. La muerte de Txiki junto a la de otro activista de ETA -Ángel Otaegi- y tres miembros del FRAP fue la última voluntad cumplida por el dictador antes de morir en la cama y traspasar los trastos de la jefatura del Estado español a su heredero, el actual rey Juan Carlos de Borbón.
La víspera del homenaje, la Audiencia Nacional hizo público un auto en el que prohibía una veintena larga de convocatorias con motivo del Gudari Eguna, fecha referencial para la izquierda abertzale ya que conmemora el aniversario de los fusilamientos de Txiki y Otaegi. La mayoría de los actos prohibidos estaban convocados por organizaciones ilegalizadas del MLNV, a excepción de cuatro de ellos, cuya llamada correspondía a Ahaztuak, asociación legal para la memoria histórica de los represaliados por la dictadura franquista. Eran cuatro actos a celebrar en cada una de las capitales de Euskal Herria en recuerdo de las víctimas del franquismo.
Un intento de dar marcha atrás
Gestiones infructuosas
La Audiencia Nacional decretó su prohibición en base a que las convocatorias de Ahaztuak figuraban en la página web supuestamente vinculada a la izquierda abertzale Trapagarango , a que en los carteles impresos para la ocasión se expresaba la voluntad de homenajear a tres "terroristas" (Txiki , Ángel Otaegi y Salvador Puig Antich) y a que entre los miembros de Ahaztuak aparecen personas que han sido candidatas de formaciones políticas ilegalizadas. A pesar de horas y horas de gestiones con los responsables de guardia de la Sección nº6 de la Audiencia Nacional, sala a la que pertenece el juez Eloy Velasco, redactor del auto, el tribunal español se mantuvo en sus trece y no autorizó ninguna de las cuatro convocatorias.
"En lugar de reconocer su error, prefirieron la huida hacia delante", explica Marcelo Álvarez, portavoz de Ahaztuak. Álvarez responde punto por punto a las tres razones esgrimidas por la AN para denegarles los permisos. "Cualquiera puede recoger la información de nuestra web y difundirla a través de la suya, pero eso no nos vincula a los responsables de esa página".
Sobre el carácter terrorista de tres de las víctimas de la dictadura, explica que Ahaztuak los recuerda por su carácter de víctimas de un régimen "golpista y genocida", al margen de la forma de lucha de cada cual para enfrentarse a la dictadura. En cuanto a los lazos entre algunos miembros de su colectivo y las candidaturas ilegalizadas, Álvarez argumenta que esas personas a las que alude el auto "mantienen sus derechos individuales, entre ellos el de su libre asociación, en este caso, a un asociación legal como Ahaztuak". Álvarez habla de "memoria perseguida" y subraya que este es un caso en el que, "por primera vez", se ha "criminalizado" a las víctimas del franquismo.
La orden de la Audiencia Nacional fue trasladada a la Policía Nacional en Navarra y a la Ertzaintza en la CAV. Ninguno de los cuatro actos de Ahaztuak pudo celebrarse con normalidad, aunque los mayores problemas ocurrieron en el cementerio de Zarautz, donde la convocatoria de Ahaztuak se sumaba al homenaje que, desde hace 34 años y de forma ininterrumpida, tributa la familia de Txiki a su allegado sin que nunca hayan existido obstáculos.
En Pamplona y en Derio, la Policía Nacional y la Ertzaintza, después de largos tiras y aflojas, accedieron a la lectura de un comunicado o directamente al acto de homenaje pero sin despliegue de pancartas ni fotografías. En Zarautz, nada de ello fue posible. Álvarez no quiere cargar las tintas contra la Ertzaintza y sitúa la principal responsabilidad de lo ocurrido en la Audiencia Nacional. Sin embargo, reconoce que los agentes que irrumpieron en el cementerio lo hicieron "de malos modos", sin tener en cuenta la presencia de familiares y amigos de Txiki . "Había mucho sentimiento acumulado, con la consiguiente tensión ante lo que estaba ocurriendo", recalca.
Cuando llegó la Ertzaintza, frente a la tumba de Txiki se arremolinaban familiares, amigos y miembros de Ahaztuak. Sobre la lápida, el hermano depositó la ikurriña, la bandera republicana y cinco claveles rojos. "Ahora mismo se van de aquí", espetó el policía al mando a los miembros de Ahaztuak y a los amigos, autorizando sólo la presencia familiar. Antes, la Ertzaintza retiró del panteón del fusilado activista de ETA la ikurriña y la republicana. Ante la expulsión del cementerio de las personas no allegadas, la familia decidió poner punto final al acto. Era la primera vez en 34 años en la que no pudieron homenajear a Txiki .
Las reacciones
Las quejas llegan al Parlamento
Conocidos los hechos, los partidos abertzales han expresado su indignación con lo ocurrido. El enfado se ha materializado en preguntas registradas en el Parlamento para que el consejero Rodolfo Ares aclare la actuación de la Ertzaintza. Aralar ha pedido directamente a Ares que pida perdón a la familia o que dimita. El PNV se pregunta por las razones para que la Ertzaintza retirara la ikurriña y la bandera republicana. "¿Qué ley o qué derecho contravienen esas banderas?". En Zarautz, su Ayuntamiento en pleno aprobó esta misma semana una declaración de condena con petición expresa al Departamento de Interior para que se disculpe ante la familia sobre lo ocurrido.
Seguramente se ha nublado en la memoria lo que significó para la sociedad vasca y el impacto internacional que tuvo la ejecución de la pena de muerte contra los dos miembros de ETA y los tres del FRAP. En Europa se desató una airada y, en algunos casos, violenta respuesta. En Lisboa, los manifestantes incendiaron la embajada española. El primer ministro sueco, el líder socialdemócrata Olof Palme se movilizó de forma activa para denunciar estas ejecuciones. El presiente de México, Luis Echeverría, reclamó de la comunidad internacional la expulsión de España de las Naciones Unidas. La repuesta del régimen a la reacción internacional no se hizo esperar.
Según cuenta Francisco Letamendia en su Historia del Nacionalismo Vasco y de ETA , cuatro días después, el 1 de octubre, los seguidores de Franco abarrotan la plaza de Oriente de Madrid para ovacionar al Caudillo que, acompañado por el entonces príncipe Juan Carlos de Borbón, denuncia "la conspiración judeomasónica" de que España es objeto.
Cinco años antes, la presión sobre el régimen franquista evitó el mismo destino para varios miembros de ETA en el famoso Proceso de Burgos. Entre ellos, se encontraban activistas que años después acabarían como dirigentes en el partido del actual consejero de Interior. Si llegan materializarse las sentencias a muerte que pesaban sobre los encausados en Burgos y en base a los criterios utilizados por la Audiencia Nacional para prohibir el acto de Ahaztuak, no habría sido posible 40 años después, recordar a Mario Onaindia.
(Deia. 5 / 10 / 09 y Noticias de Gipuzkoa. 4 / 10 / 09)