Y digo “de la Victoria”, porque no se me ocurre otra forma de denominar una manifestación del poder militar, que en ningún momento desde la muerte del dictador, ha tenido un solo gesto para recoger y reconocer la gesta de los que, con las armas en la mano, lucharon en la II Guerra de la Independencia contra los invasores alemanes e italianos, y se aventuraron a mantener -con igual tesón- la resistencia contra un régimen fascista dentro de España, y por la libertad de Europa, los guerrilleros o maquis, o formando parte de los ejércitos aliados durante la II Guerra Mundial.
Recordemos la chabacana e impúdica opereta de aquel desfile del 12 de octubre de 2004, con la que el ministro “socialista” José Bono, quiso hacer una escenificación muy al estilo de la “reconciliación del embudo” (al buen decir del ex UMD, el comandante José Luís Pitarch) poniendo en la misma tribuna al sargento Ángel Santander, ex miembro de 25º División de la Werhmacht hitleriana (también conocida por División Azul) luciendo la esvástica en su pasador de corbata, con el teniente Luís Royo, de la 9º compañía del 13 Rgto. de Marcha del Tchad, que liberó París. El gobierno socialista equiparó el mismo derecho a recibir honores, a los que lucharon al lado del régimen nazi, y defendieron la cancillería del Reich, que a los que los vencieron, convirtiendo en una incongruencia kafkiana, ridícula o hasta ofensiva, aquel desfile de infausto recuerdo, al que se quiso llamar “de la reconciliación”.
Los actos del Día de las FAS celebrados el pasado mayo en Badajoz, pudo haber sido la gran oportunidad para un gesto de reconciliación histórica de las FAS, con una página infausta de nuestrra historia, como fue la toma de la ciudad por el Ejército de África en 1936, y la consiguiente degollina y fusilamiento de civiles indefensos, a manos de los aguerridos matones de la cabra famosa. Pero no. En su lugar y para mayor escarnio de los que sepan de aquella historia, el desfile discurrió a escasos metros de la muralla, desde la que el coronel republicano Puigdendolas, asistió impotente al asalto a una ciudad, completamente indefensa, una vez fulminado el mito franquista de la batalla que nunca existió.
Después de haber venido homenajeando en cada edición del desfile, a ejércitos de otros países, a colectivos de voluntarios y ONG’s, a reservistas, a bomberos, proteccióin civil y a las víctimas del terrorismo, vamos viendo la forma en la que ha ido quedando eternamente aplazado, el momento en que las Fuerzas Armadas españolas, hagan justicia histórica y se dignifiquen a sí mismas, honrando solemnemente a los combatientes republicanos, a los guerrilleros antifranquistas y a los militares exiliados, que combatieron valientemente a los nazifascistas por tierra mar y aire.
Para vergüenza ajena, he tenido que salir al extranjero para tener la oportunidad de ver, en Pau y en Toulouse, a oficiales militares y de la gendarmería, firmes y en primer tiempo del saludo, durante los actos de homenaje a los maquis españoles, posición de respeto que mantuvieron desde el inicio de la Marsellesa, hasta los últimos compases del himno de Riego.
Esperaremos a ver las ocurrencias que la Chacón nos prepara para el “show” de este año, que será un desfile de la victoria más, con el inevitable protagonismo sugerente de la cabra legionaria, que nos remite a pasajes históricos que mejor no recordar.
¿O sí?.