El gasteiztarra Iñaki Pérez Beotegi "Wilson" componía aquel «comando Txikia». Antes de fallecer, hace tres años, fue preguntado varias veces sobre si ETA había contado con alguna ayuda externa para acabar con Carrero. En la serie documental ``Transizioa Euskadin'', emitida hace unos años por ETB, se mostraba tajante: «Todo mentira». Simplemente, añadía, «el régimen no pensaba que se podía hacer un atentado así, creía que eran intocables». Wilson también fue abordado, con cámara oculta, para un reportaje de Telemadrid, y ahí se mostraba aún más expresivo cuando se le planteaba si los servicios secretos estadounidenses tuvieron algo que ver: «¡Pero qué coño la CIA! Son una banda de borrachos, no se enteraron de lo de Carrero ni lo del 11-S. No se enteran de nada». ¿Y colaboró acaso el PCE? «Si no lo hacemos nosotros, no lo hace nadie. Al Partido Comunista le dejamos en evidencia cuatro chavales desviados con pájaros en la cabeza -ironizaba-. Y escuché decir a gente del PNV: No puede ser porque los vascos no matan a nadie. ¡Qué me vas a contar a mí la película!».
ETB, a la cabeza
Pero la «película» de la que hablaba Wilson sigue ahora, cuando parecía haber puesto el The end hace años. El domingo se estrenó la miniserie ``El asesinato de Carrero Blanco'', dirigida por Miguel Bardem, que vuelve a incidir en las «incógnitas» del caso. Nacho Faerna, su guionista, sostiene que «hay cosas no suficientemente explicadas. Estoy dispuesto a afirmar, sin comprometerme demasiado, que hubo pasividad. Carrero tenía la confianza de Franco, pero no pertenecía a ninguna de las familias del régimen».
Nada nuevo, en realidad. En otro especial sobre el tema emitido recientemente por el programa ``Cuarto Milenio'', de Cuatro, se recordaba que Fernando Herrero Tejedor, fiscal del Tribunal Supremo y que había sido secretario general del Movimiento, investigó la opción de que ETA hubiera tenido ayudas importantes. Obviamente, para el régimen era difícilmente tolerable haber sufrido tal zarpazo en su propio territorio, por una organización separatista y sin capacidad siquiera de detener a los responsables (hubo un centenar de arrestados en Madrid tras la explosión, pero los cuatro activistas vascos lograron huir). Herrero Tejedor no halló lo que buscaba, y la tesis de la conspiración pasó al olvido... hasta hoy.
El revival repentino del caso puede resultar desconcertante... o no. Ciertamente no hay motivos coyunturales que justifiquen este repentino interés (no se cumple ningún aniversario del atentado, por ejemplo), pero también resulta evidente que desde algunos sectores se impulsa un revisionismo de la historia de ETA. Y si hace unos meses se lanzó una campaña para imputarle la muerte de la niña Begoña Urroz como primer atentado de su historia, cuando en realidad fue cometido por otra organización, ¿por qué no tratar de quitarle la bandera de la muerte de Carrero Blanco, que convirtió a ETA en vanguardia de la lucha antifranquista y multiplicó su influencia y su apoyo social en Euskal Herria en los años 70?
ETB se ha situado a la cabeza de esta dinámica. Alberto Surio, su máximo responsable, repetía hace un mes que entre las prioridades del ente está «deslegitimar» a ETA, y en su comparecencia se citó este trabajo entre otros. Pero la emisión de la miniserie, que concluye mañana, estuvo precedida por la de un documental más sorprendente aún, una semana antes: ``Carrero Blanco, el consejero fiel'', también coproducido por ETB.
Hasta el PNV ha puesto el grito en el cielo por su contenido. Su parlamentario Luke Uribe-Etxeberria ha planteado varias preguntas al respecto en la Cámara de Gasteiz. Destaca que el trabajo «hacía una descripción semilaudatoria de la figura de Carrero Blanco y subrayaba características de su persona, familia y aficiones, sin apenas incidir en la auténtica naturaleza y obra del régimen al que sirvió con absoluta vehemencia y convencimiento». Por contra, apenas reflejaba que El Ogro fue «fiel a un régimen opresor, totalitario, golpista, corrupto, violento. Un régimen que tuvo la voluntad de aniquilar, entre otros, los derechos y los sentimientos personales y colectivos del Pueblo vasco». Y, en fin, obviaba que «Carrero Blanco fue copartícipe, de manera sistemática y estructural, de manera directa y consciente, de la violación de derechos humanos a través de las altas responsabilidades que ostentó en el régimen franquista».
Eva Forest
El atentado contra Carrero Blanco fue reivindicado por ETA el mismo día, en un comunicado leído por Radio París que lo situaba como «justa respuesta revolucionaria de la clase trabajadora y de todo nuestro pueblo vasco a las muertes de nuestros nueve compañeros de ETA», entre ellos Eustakio Mendizabal, Txikia, que dio nombre al comando. Añadía que Carrero «constituía una pieza clave garantizadora de la continuidad y estabilidad del régimen franquista» y vaticinaba que la acción «significará un avance fundamental en la lucha contra la opresión».
Los militantes del comando, además, fueron entrevistados por Eva Forest para el libro que reconstruyó el atentado: ``Operación Ogro''. Forest lo firmó con seudónimo, y diez años después, en 1983, ironizaba sobre el cúmulo de patrañas y tergiversaciones que había escuchado sobre una acción que conocía al dedillo por su labor periodística: «Durante meses, esforzándome por contener la risa, tuve que oír de personas muy `enteradas' los relatos más pintorescos y constatar la frivolidad con que algunas gentes se lanzaban a la difusión de las noticias más peregrinas».
ETA, según el Consulado de EEUU en Bilbo
(Extractos del documento confidencial remitido por el cónsul de Estados Unidos en Bilbo al Departamento de Estado el 5 de septiembre de 1975)
«(...) Las acciones violentas, mayoritariamente atribuidas a ETA V, aumentaron de modo alarmante a finales de 1973 con el asesinato de Carrero Blanco, presidente del Gobierno español, y culminaron con la promulgación, en abril de 1975, del quinto Estado de Excepción en el País Vasco desde 1967. Después de una lista de 47 victimas (incluyendo 11 miembros de la ETA) durante la campaña terrorista de 1974-75, el Gobierno español proclamó una Ley Antiterrorista a nivel estatal que es, de hecho, más represiva que cualquiera de los Estados de Excepción conocidos hasta ahora.
Con esta reacción, el Gobierno español puede haber impulsado el proceso de tensión en el País Vasco más que cualquier seductora filosofía política que ETA pudiera inventar. Tomás Marighela, el teórico brasileño de la Guerrilla Urbana, dejó sentada la estrategia que emplea ETA hoy. De acuerdo con esta estrategia, se pretende obligar a que la policía reaccione con dureza hasta el punto de hacer la vida casi insoportable a la población del país, que se uniría así a los guerrilleros después de perder la fe en que el gobierno fuera a protegerlos. Los grupos de «vigilantes» de derecha (como los «guerrilleros de Cristo Rey») que operan en el País Vasco desde hace pocos meses, han causado tanto miedo como ETA misma».
El intento de crear una nebulosa sobre la autoría del atentado de Madrid se alimenta también de reacciones como la del lehendakari en el exilio, Jesús María de Leizaola, que dijo al conocerlo que no podía ser obra de ETA porque él no había sido informado previamente y porque matar a una persona era impropio de vascos. La organización armada respondió con contundencia a ambas cuestiones, recordando que «ETA se ha definido como Organización Revolucionaria Socialista Vasca de Liberación Nacional, y pretende ser, en la acción, consecuente con las palabras», y añadiendo que «ETA jamás ha admitido la autoridad, y menos aún la paternidad, del Gobierno Vasco». Tras una reunión entre ambas partes, Leizaola rectificó sus dudas y admitió por escrito que ETA ratificaba su autoría.
También Santiago Carrillo, máximo dirigente del PCE, sembró dudas sobre la autoría de la muerte de Carrero Blanco. Señaló que la acción «era obra de profesionales y no de aficionados», por lo que abría la puerta a que hubiera sido cometida «por ciertos servicios especializados, más que por una organización cuyos medios y posibilidades son limitados». Cuestionó además la fecha de la explosión, al coincidir con el inicio del proceso 1.001 contra dirigentes de CCOO. Y concluyó de todo ello que «la mano que realmente ha preparado el atentado no parece venir de la izquierda». ETA también le replicó: «Hace tiempo que los carrillistas dejaron de sentir con el pueblo y ello les ha conducido a una posición tan ridícula como la de Leizaola y, si cabe, más impopular».
(Gara. 11 / 06 / 2011)