La plataforma Ahaztuak 1936-1977 (víctimas del golpe de Estado, de la represión y del régimen franquista) recordó ayer en Bilbo que la Memoria Histórica Democrática y Antifascista de Euskal Herria «está estrechamente vinculada a las luchas que la clase obrera vasca y los sectores populares mantuvieron a lo largo de la historia para conquistar unas condiciones dignas de trabajo y de vida, ligadas a la organización y a la movilización para lograrlas».
Al inicio de la comparecencia, su portavoz Martxelo Álvarez dedicó el primer minuto a mostrar la solidaridad con las dos trabajadoras en huelga de hambre de Konecta BTO, Irantzu Llamosas y Leire Sáinz-Ezkerra.
En ese encuentro, luchadores históricos llamaron a fortalecer la pelea de los trabajadores, primero en la huelga general del 29 de marzo en la que participarán «de forma activa, como lo hacíamos en la década de los sesenta y los setenta del siglo pasado», pero, a la vez, reclamaron a los sindicatos que esta protesta «debe tener continuidad para que el malestar que existe en la población se traduzca en rabia que ponga fin a todas las agresiones que desde el poder político y económico se está infligiendo a la clase trabajadora».
Marian Verde (extrabajadora de Firestone), María Jesús Olangua (ex trabajadora de Formica), Carmen Martín (ex trabajadora del sector de Limpieza), Jokin Revilla (extrabajador del Ayuntamiento de Bilbo), Jesús Mazurriaga (extrabajador de Sidenor Industrial) y Periko Solabarria (extrabajador de la Construcción) llamaron a construir de nuevo «la solidaridad, la unión y la lucha» que desarrolló la clase trabajadora «para conquistar derechos sociales y laborales que con esta reforma laboral del Gobierno español del PP perderemos». Martxelo Álvarez destacó que «quienes estamos aquí somos hijos o nietos de quienes fueron represaliados, muchos asesinados, encarcelados y que llenaron los batallones de trabajo forzoso».
Llamamos a la huelga general», pero antes de finalizar, Marian Verde recordó que «somos los que conquistamos las libertades políticas y sindicales de este país» que son «las que nos quieren quitar ahora», completó el portavoz de Ahaztuak 1936-1977.
Cada uno de ellos recordó un episodio que le tocó vivir y protagonizar, pero llamaron a estar despiertos en este futuro próximo, porque entienden, igual que piensa mucha gente, que el poder económico y político ha individualizado las relaciones hasta tal punto que «cada vez es más difícil la respuesta conjunta a las agresiones que sufrimos», indicó Jesús Mazurriaga.
De ahí que Periko Solabarria, uno de los fundadores del sindicato LAB, como indicó en el acto, llamó a sindicatos y partidos de izquierda a romper «con esa domesticación a la que nos han llevado. Tenemos que ocupar la calle con la lucha. No podemos ser monjitas de la caridad. No podemos pasear con una vela en la mano, como decía Telesforo de Monzón, sino que tenemos que convertir la lucha en orgullo de la clase trabajadora, como lo están haciendo en Grecia. La lucha debe ser colectiva», remarcó.
«Concienciación»
A juicio de estos luchadores entrados en años, se debe actuar e incorporar a los jóvenes mediante la concienciación porque «nosotras -explicó María Jesús Olangua- somos hijas de la Guerra Civil, del franquismo. Entonces no podíamos perder más, pero explotamos. Ahora está pasando a la inversa. Conquistamos muchos derechos laborales con la lucha en la calle y ahora los quieren hacer desaparecer ante la desactivación real que hay de la lucha. Antes había un compañerismo sin igual, ahora es individualismo puro y duro. Así, siempre tenemos que perder ante el poder económico y político». Esta extrabajadora de Formica confesó que «los trabajadores actuales no sabemos defendernos. Nuestros hijos no saben defendernos, porque no les hemos enseñado a actuar contra las injusticias que, en este momento, florecen con fuerza. Creo que los que vienen detrás tendrán que empezar a luchar desde cero, porque en mi caso desde los 15 años empecé a trabajar y fue subiendo de categoría pasando los años, pero ahora hasta los 33 años puedes estar cobrando 500 euros aunque seas ingeniero aeronáutico».
Por eso, Jokin Revilla destacó que «las experiencias que se daban entonces eran de solidaridad, de unión y de lucha. Hoy en día está apagado. Hay que reactivar la lucha continuada, porque no termina la crisis. Es mentira, es producto del capitalismo» que «las utiliza para recortar derechos y para empobrecer a la población», gracias a que las leyes «les protegen», como explicaron en ese acto.
«Violencia del poder»
Periko Solabarria, cura obrero y extrabajador de la construcción, llamó a hacer frente de manera activa en la calle a estas agresiones que sufrimos. Dijo que «dicen que es violencia un petardo con gasolina contra Lanbide en Agurain, pero no dicen la violencia que entraña dejar a miles de personas en la calle en el paro y en la pobreza». Por eso, entendió que tienen que ser los jóvenes los que activen la lucha «para mantener derechos que costaron sangre, sudor y lágrimas conseguirlos» y, por eso, les dijo que «si no os dejan soñar, no les dejéis dormir. Que cada uno entienda lo que quiera con esta idea».
Este luchador recordó que «los trabajadores somos muchos más que ellos [por los empresarios y poderosos]» y recordó una anécdota muy significativa. «Iban 40 trabajadores camino a casa y uno les dio el alto y les robó todo. Llegaron a casa, y sus mujeres les preguntaron por lo que pasaba. `Nos han robado', contestaron. las mujeres replicaron `¿Ibais 40 y os han robado. Contestaron: sí, pero íbamos solos».
Solabarria demandó «volver a la solidaridad y a la acción directa, escapándonos del institucionalismo. La clase trabajadora tiene derecho a defenderse y actuar de miles de formas».
Marian Verde recordó, en este caso, la lucha que desarrollaron a finales de los sesenta en Firestones (Bridgestone) para evitar los despidos de 16 trabajadores, de las que dos éramos mujeres». Afirmó que «nos tenía vigilada la Guardia Civil, pero hicimos una huelga con el apoyo de las mujeres de Basauri». Solabarria recordó que fueron las mujeres de los obreros de la construcción quienes «incorporaron a la huelga de la construcción en Bizkaia a los de Durango» y Carmen Martín, extrabajadora del sector de Limpieza, dijo que «en varias huelgas logramos que se implantaran las 35 horas».
(Gara. 22 / 03 / 2012)