jueves, abril 01, 2010

FLECOS PENDIENTES CON EL FRANQUISMO

La asociación de víctimas del régimen franquista, Ahaztuak 1936-1977, exigió ayer al obispo de Vitoria, Miguel Asurmendi, que tome medidas para que desaparezca el escudo franquista de la Catedral Nueva de Vitoria. Con motivo del 73 aniversario del asesinato en Azazeta de 16 presos políticos alaveses, una veintena de familiares y víctimas del franquismo realizaron una ofrenda floral en el monumento situado en la trasera del Palacio de la Diputación de Álava en memoria de todos los represaliados por la sinrazón fascista en el territorio histórico. Tras el homenaje, el portavoz del colectivo, Lander García, leyó un escrito dirigido al prelado, que posteriormente se entregó en el Obispado.

En la carta, se emplaza a Asurmendi a que "tome las medidas necesarias para que desaparezca de una vez y para siempre ese gran escudo franquista de 3,20 metros con el águila imperial acompañada de la leyenda Una, Grande y Libre" que preside el interior de la Catedral Nueva de la capital alavesa.

Asimismo, se denuncia que "el mantenimiento y exposición pública del mismo representa una "clara exaltación de una dictadura que vulneró sistemáticamente los derechos humanos y que provocó un enorme sufrimiento a nuestro pueblo".

El acto de ayer no se celebró de manera gratuita. El hecho es que un 31 de marzo, pero de hace 73 años, tuvieron lugar los fusilamientos de Azazeta. Aquellos hechos dejaron a la altura del kilómetro 16 del citado puerto los cadáveres de 16 presos políticos que abrazaban la legalidad republicana. Entre ellos, se encontraba Teodoro González de Zárate, el último alcalde elegido en las urnas antes de José Ángel Cuerda. Las crónicas dicen de él que era un hombre sencillo, tendero de profesión, y responsable de la proclamación de la II República en la capital alavesa.

Ni siquiera su condición de electo por la ciudadanía le salvó de perecer ante los fusiles de falangistas y requetés, conminados a ejecutar a los citados con nocturnidad y sigilo, sin razón y sin motivo, por obra y gracia de una decisión de Emilio Mola, gestor del alzamiento nacional, que pretendía amedrentar a la ciudadanía con actuaciones ejemplares que contuviesen eventuales disidencias en la retaguardia ante el inicio de la ofensiva militar que las tropas fascistas estaban a punto de lanzar.

(Noticias de Alava. 1 / 04 / 2010)