sábado, septiembre 13, 2008

SENDA A LA MEMORIA EN BERRIZ


Sólo seis palabras consolidan una frase de la que se pueden sacar tantas lecturas como ojos la lean. Sea cierto o no, sin necesidad de subjetividades, Berriz tiene su 11 de septiembre, aquel de 1937 que ayer retumbó con sonidos de bala sobre paredón, con tacto de sufrimientos injustificados y con olor a humedad de cárcel. A muerte. A muertes.

Se escuchó con atención en Berriz: "La única pena que tengo es que esto no se haya hecho antes". Hablaba el corazón. Eran los labios de Jesús Agirre, hijo de aquel berriztarra llamado Joxe, fusilado en Derio un 11S. Derio, por tanto, también tiene su 11S. A día de hoy, el hijo de aquel asesinado por el régimen franquista se emociona cuando su boca dice: "He creído siempre en la religión y no soy quién para juzgar a nadie". Hablaba desde las tripas, lloraba desde la rabia contenida al no querer pedir cuentas a nadie hoy.

Se leyó ayer en Berriz: "Oroimenaren bidea". Es un cartel que anuncia a modo de metáfora un nuevo paseo descubierto por aquellos que detestan el alzheimer de la historia. Es el kilómetro cero de un camino abierto a la memoria de días como aquel 11 de septiembre en el que se fusiló a un alcalde elegido por el pueblo. Lo mataron balas impuestas por personas sublevadas por el odio. Se dijo ayer en Berriz: "Oroimenaren bidea es la primera vía municipal que se dedica en Euskal Herria a la memoria histórica". Eso solo ya es hacer historia. Destapar en el presente el pasado y no olvidarlo en el futuro. Decía la canción: "Gente del futuro, no olvidéis vuestro pasado". Es el punto de partida. Es Oroimenaren bidea.

Se cantó ayer en Berriz una melodía compuesta para la ocasión por el joven berriztarra Etxe y el bertsolari Xabier Amuriza. Un niño. El único de una rebosante sala de plenos era también el único que la cantaba. Las familias homenajeadas seguían la letra. Los más fuertes hace 70 años bajaban la cabeza. Se enrojecían sus ojos. El niño -como ellos lo fueron entonces- les rendía un homenaje espontáneo con una sonrisa en el rostro, cantaba zueri esker garela gu.

Segundos antes se leyó en Berriz: "La sinrazón del fascismo decidió un nefasto 18 de julio de 1936 que en esta tierra todos y todas no tenían cabida". Sí la tenían, de forma tan paradójica como denunciable, algunos inocentes en inundadas cloacas de Larrinaga, El Carmelo, El Dueso, Saturraran, Burgos... Y para colmo, mientras cicatrizaban a medias las heridas, el silencio. "En las familias, no hemos podido hablar de aquellos tiempos por el miedo", lamentaba un Agirre que sólo atesora dos fotos de su padre, a quien lo arrancaronde su lado con sólo tres años.

Se supo ayer en Berriz: que hay datos de, al menos, 34 familias represaliadas del municipio. Que 29 recibieron información a modo de abrazo histórico entregado por portavoces de la asociación 1936 Berriz Gogoratzen o Gerediaga. Datos rescatados, por ejemplo, en El Ferrol. Hechos que ya no quedarán en el olvido. Gracias a ellos. A ellas. Se tiró de ikurriña ayer en Berriz. Rojo, verde y blanco resbaló a una por el cartel que recordará a partir de ayer todos los 11S de Euskal Herria. No obstante, hubo quien echó en falta rescatar la bandera republicana, la tricolor que la dictadura franquista borró a modo de vuelo de águila. "Habría sido un detalle, porque muchos de los que hoy se ha hablado eran de UGT, por ejemplo". Ayer se recordó en un pequeño pueblo de Bizkaia que un 11S murieron cuatro fusilados y un quinto en la cárcel. Ayer lloró el pasado con sangre, respiró por la esperanza. El 11 de septiembre de 2008 se habló en Berriz de pecados con doble sentido. "Su pecado era amar a un pueblo, a esta tierra, haber trabajado en pro de ella". De perdón. Esta vez con pulso sincero: "Por el estado de abandono e ignorancia al cual hemos tenido sometidos desde las instituciones a las personas represaliadas y sus familiares". Lo leía el alcalde, Jabier Uriarte, 33 años después de la muerte del hombre con más muertos a su espalda en la historia del Estado.

La lista de Irazabal
El historiador de Gerediaga Elkartea, Jon Irazabal, atesoraba ayer en Berriz un folio blanco con 24 nombres y apellidos impresos, reforzados en negrita. Mientras Berriz recordaba, lloraba, se emocionaba, cantaba, leía a los suyos de finales de los años 30, el papel salía a la luz dejando las sombras del olvido, destapando la sangre de las paredes del período franquista. Pero, ¿quiénes eran? ¿Por qué aún la dictadura deja huecos entre nombre y nombre? Incógnitas. Recelo. Son las identidades de los fusilados de Durangaldea que por primera vez Irazabal envía al futuro. Un inocente de Zaldibar, quince de Durango, dos de Berriz, Abadiño, Otxandio... Tras este paso, ya no hay vuelta atrás a la omisión, a la negligencia. Entre el 19 de abril de 1937 y el 28 de octubre de 1939 las escopetas mataron a hombres como León Urtiaga en Amorebieta-Etxano, a Juan Ibarra en Burgos... Para colmo, Franco nombró ministro de Justicia a un durangués llamado Esteban de Bilbao y Eguía. Ejerció el cargo entre 1939 y marzo de 1943. Sus manos condenaron, firmaron el destino de muchos de la lista sangrienta de la comarca vizcaina. Las listas son aburridas de leer, pero cuando abren la puerta a la realidad merecen reconocimiento.

(Deia. 12 / 09 / 08)