jueves, septiembre 11, 2008

EL ESCENARIO DE UN GENOCIDIO


En la medida que avanza la ardua investigación, aflora la magnitud de la barbarie. No es fácil dar con nuevos datos sobre la tropelía que tuvo lugar en Donostia tras la entrada de las tropas franquistas hace ahora siete décadas. Pero la realidad, como el dolor, sale a flote según continúan las pesquisas.

El Colectivo de Víctimas del Franquismo, integrado por familiares y distintas asociaciones, se propuso hace ya unos años la loca tarea de desempolvar este tristísimo capítulo de la historia, y no tardó en encontrar multitud de trabas por el camino. Sobre todo, la que supuso el archivo en el que se registraba a los fusilados, a recaudo hasta entonces en el Gobierno Militar y enviado después a Logroño, La Coruña y, por fin, a El Ferrol. Es donde hoy descansa, aunque hay un problema: ha desaparecido por completo la documentación de lo ocurrido entre 1936 y 1940.

Las investigaciones revelan, no obstante, que en Donostia hubo en ese tiempo 380 personas abatidas a manos franquistas. "Aunque fueran dos muertos ya serían muchos, pero 380 donostiarras es una cifra escandalosa", denunció ayer el historiador Iñaki Egaña, en la presentación del homenaje que se brindará a todos ellos el sábado, a las 12.00 horas, frente al ayuntamiento de Donostia. Ese mismo escenario pisaron por vez primera las tropas franquistas aquel lejano 13 de septiembre de 1936, como refleja la fotografía.

Se trata de una iniciativa que surge de la necesidad que sienten los familiares de aparcar tantos años de inacción, y echan de menos que el Ayuntamiento no haya tomado cartas en el asunto durante todo este tiempo. Simplemente, quieren restituir el honor de los fallecidos. Donostiarras abatidos en plena contienda como Jorge Lassalle, vecino de la calle Autonomía, apresado el 26 de octubre de 1936 y del que nunca más se supo. "La documentación existente recoge que le dieron la libertad dos días después, -eufemismo que se empleaba en la época, por no hablar de muerte-, y sólo sé que ocupó la celda número 23 de la cárcel de Ondarreta", relataba ayer emocionada su hija, María Teresa.

Remover el pasado
"Sólo es justicia"

La mujer se ha pasado media vida callando. Durante los años de la época franquista por motivos evidentes, ya que resultaba imposible airear este tipo de asuntos. Pero los tiempos más recientes no han dejado de afligirle. "Me ocurrió hace poco, cuando me puse a hablar sobre mi padre y de todo lo que le aconteció con una conocida del barrio. Me respondía que no merecía la pena revolver en el pasado y aquella respuesta me dejó de piedra", admitía.

No entiende que la necesidad que siente de recuperar la memoria y honrar a su padre sea interpretada como un intento por remover nada. "Simplemente, es necesidad de hacer justicia", coincidió el religioso Patxi Muguerza, responsable de la pastoral penitenciaria de Cáritas, que intervino como vecino de Ulia, donde también hubo varios fusilamientos. "Desde pequeños todos sabíamos que había zonas en las que enterraron a personas, pero nadie decía nada, y lo más triste fue la situación en la que quedaron muchas viudas de fusilados", reconoció.

Gracias a investigaciones como la que está llevando a cabo el historiador Egaña, cada día que pasa se conocen un poco más los pormenores de aquella desgraciada etapa histórica. Se sabe, por ejemplo, que en aquella época prebélica, en el 36, vivían en Donostia en torno a 80.000 vecinos, los mismos que emprendieron un éxodo masivo una semana antes de que estallara la guerra. Tan sólo quedaron en la ciudad entre 30.000 y 35.000 personas, ya que más de la mitad de la población emprendió la huida por Igeldo, hacia Ventas de Orio con destino a Bizkaia. "Es decir, estamos hablando del 1% de la población aniquilada", denunció Egaña, lo que representa la mayor concentración de fusilados en un territorio vasco, tanto en términos absolutos como relativos.

Los familiares creen que no se puede dar carpetazo a la historia, como se sugiere desde algunos sectores, porque ese pasado sigue siendo presente. Sin ir más lejos, las investigaciones han permitido descubrir hace unas semanas el certificado de defunción de un vecino del barrio donostiarra de Añorga ajusticiado en aquella época.

Pero los muertos son muchos, con nombres y apellidos, como Juan Antonio Irulegi, "fusilado por poseer un bar llamado Euskadi", que pasó a llamarse España durante la época franquista y ha sido recuperado en la actualidad como Intza. Hay otros nombres, como Imanol Lasarte, vecino de la Parte Vieja que fue detenido en Portugal y extraditado a Madrid, donde fue fusilado junto a otro compañero.

La mayor parte de los ajusticiados fueron enterrados en Hernani (200), Oiartzun (100), y en la cantera de Bera, donde fueron repartidos en fosas comunes unos 130. Hay otros lugares, como el monte Ulia, donde todavía descansan los cuerpos. También constan fusilamientos junto a la Fábrica de Gas (Morlans), en lo que hoy es el Hospital Donostia, o en lo alto de Ametzagaña, en el barrio donostiarra de Egia. "Son cantidad de lugares emblemáticos los que nos llevan al recuerdo", aseguró Egaña.

(Noticias de Gipuzkoa. 11 / 09 / 08)