Al que no pudieron fusilar fue al médico Manuel Zarracina Gónzalez, de 44 años, les tomó la delantera. Cuando fueron a buscarle, se encontraron con que se había suicidado esa noche cortándose las venas. Era natural de La Riera, en Cangas de Onís, donde había sido concejal y presidente de Izquierda Repúblicana. Durante la guerra fue director de los hospitales de Cangas de Onís, de Covadonga y del Revillagigedo. Estaba condenado a pena de muerte y se debió de enterar de que a la mañana siguiente le ejecutaban.
En el cementerio de Ceares vieron a los vecinos de La Robellada, concejo de Onís, Fidel Asprón Castro, de 44 años; Ramón Zaragoza Suárez, de 43, que había sido concejal; casados los dos. A Manuel Morán Alonso, vecino de Onís, de 33 años, casado; y a los guardias de Asalto y de Seguridad Daniel Robles Fernández, de 34 años; Leopoldo García Vilanova, de 28; Emilio Bonet Salinas, de 36, y José María Martínez Elejalde, de 29; Isidoro Alvarez Gutiérrez, de 41 años, los cinco casados. Allí estuvo Federico Vallina Cueto, de 27 años, secretario general de la CNT en Cangas de Onís y concejal; instructor de milicias.
Fueron muchos los gijoneses o avecindados en la ciudad que se enfrentaron a la muerte ese día: José del Llano García, de 56 años, jefe de Telégrafos de Gijón; Francisco Díaz Alvarez, de 52 años, y José Alvarez Muñiz, de 22 años y Manuel Pintado Alvarez, de 47 años; de Cenero los tres. Manuel Cuervo Rodríguez, de 19 años. Abel Fernando Fernández Mijares, de 31 años, casado, del PCE; consejero de Agricultura y capitán y comisario político; había sido condecorado con la medalla de La Libertad. Antonio Arruza González, mecánico cenetista. Antonio Alvarez Caso, de 42 años, viudo. Ignacio Castro Blanco, de 24 años, soltero. Fernando García Monestina, de 40 años, casado, que parece ser que llegó a capitán. Gumersindo Gandoy Rey, de 37 años, casado, guardia municipal. Dionisio Varas Rodríguez, de 50 años, casado. Alvaro Tuya Suárez, de Jove, de 24 años, soltero. Félix Arias Fuertes, cenetista, de 35 años, casado. Bernardino Peñalosa Vallín, de Poago, de 23 años, soltero. Mario Rodríguez Muñiz, de 37 años, casado, de la CNT, presidente del Comité Pro-Presos; director durante un tiempo de la cárcel de El Coto; comandante de una brigada penal. José Rivero Liñero, de 37 años, casado. Un avilesino, José Mª Fernández González, de 31 años, acusado de ser el presidente de la UGT; y los vecinos de Carreño, Eusebio Moreno Franco, ferroviario de 29 años, que había estado como de teniente en el frente, y Manuel Suárez García, de Tamón, de 23 años, casado.
Varios llaniscos estaban entre estos condenados: Restituto Hueres Pontigo, labrador de 43 años, casado, que fue alcalde de barrio de Rales. Benito Celorio Celorio, herrero, de 55 años, vecino de Posada. Angel Morán Villanueva, de 55 años, de Puentenuevo. Virgilio Peláez Cueto, de 40 años, casado, alcalde pedáneo de Hontoria. Ismael Pérez Castro, de Lledías, de 33 años, casado, secretario de la UGT y teniente en el frente. Florentino Galán Pérez, de Naves, al que, al parecer, llamaban "Largo Caballero"; de 43 años, casado. Emilio González Platas, de 41 años, de Piñeres. Francisco García Gavito, de 46 años, secretario de Izquierda Republicana y concejal. Angel Pérez Montes, de 25 años, vecino de Posada, panadero. Saturnino González Cueto, de 33 años, casado, secretario de Izquierda Republicana en Nueva.
Y los villaviciosinos Constantino Jove Suárez, de 53 años, cenetista y delegado de Asistencia Social, Vivienda y Evacuación; y Lotario Rubiera Moro, de 48 años, concejal y alcalde pedáneo de Quintueles. Y el veterano militante del PSOE, Rafael Alvarez Arregui, sierense afincado en San Martín del Rey Aurelio, de 37 años, ferroviario y capitán en el frente.
Y los piloñeses Felipe Sastre González, de 28 años, que fue herido dos veces en combate y que llegó a ser comandante de un batallón. Celestino Cuyar Prieto, de 40 años, de Espinaredo. Gregorio Torres Martín, de 40 años, casado, maestro, vecino de Riofabar. Maximino de la Parte Prieto, de 52 años, casado, de Infiesto. Rafael Córdoba Lozano, 28 años, soltero, de Infiesto, secretario del PSOE y enfermero en el frente. Laureano Blanco Tamargo, comerciante de Infiesto de 29 años.
Y el periodista José Sánchez Plazuelas, de 50 años, redactor-jefe de "La Voz de Guipúzcoa". Después de estar en el frente, fue llamado por el PCE para organizar el periódico "Asturias"; colaboró en "La Gaceta del Norte" y dirigió el "Boletín del Norte". Y los vecinos de Sariego, Justo Rebollar Prieto, de 54 años; Manuel Parajón Arboleya, de 34; Andrés Prida Suárez, de 24; Benigno Ordiales Rimada, de 32; Albino Vigil Ceñal, de 35, y; Manuel Montequín Montequín, de 35; casados y con familia todos ellos.
Y Lucio Deago Bullón, de Olloniego, de 29 años, casado; que murió creyendo que a su mujer la habían “paseado” y que, por tanto, sus dos hijas iban a quedar huérfanas. Cuando le llevaban a fusilar todavía tenía fuerzas y valor para plantarles cara y gritarles: “Soltadme una mano, solamente una mano. Que con una mano me basta para acabar con todos vosotros” Había sido comandante de los batallones “Henri Barbusse” y “Llaneza”, y mandó una brigada.
Y de Oviedo también era José Pintado Villanueva, de 33 años, casado, guardia municipal; que había salido con la columna "Dutor" en auxilio de Madrid; llegó a mandar el batallón “Dutor” y fue jefe de una brigada.
Y leoneses eran Daniel Fernández Fernández, de 24 años, de Villablino, y Alfredo Pereda Vivanco, avecindado en Madrid, de 21 años, que había estado de teniente en el frente.
Y Antonio Sañudo de la Rosa, de 22 años, soltero, vecino de Madrid, del PCE, que después de estar en el frente madrileño, hizo el curso de teniente de Artillería en la Academia de Lorca y fue destinado al Norte.
Y Julián Salgado Blanco, de 41 años, soltero, maestro particular en Las Regueras y corresponsal de “Avance”.
Y Luis Domingo Fresno Arribas Priede, de Siejo, en Peñamellera Baja, de 22 años, soltero, y Pedro Tolosa García, de 32 años, de Arenas de Cabrales.
Y Félix Gallarreta Gaviño, de Barakaldo, Bizkaia; de 35 años, casado, de la CNT; capitán y comandante del batallón “Meabe”.
Todos fueron fusilados contra las tapias del cementerio de Ceares por las tropas del ejército nacionalista al amanecer del día 10 de Enero de 1938. No habían transcurrido ni cuarenta y ocho horas desde la toma de Teruel por las fuerzas republicanas, tras la rendición del coronel Rey d'Harcourt. Fue la única vez, que se sepa, que soldados del Ejército regular nacionalista participaron en Asturias en la ejecución masiva de prisioneros republicanos condenados a pena de muerte. Esta tarea era desempeñada normalmente por la Guardia de Asalto y la Guardia Civil.
(Tomado de "Asturias Republicana")