Quizás si la contienda se hubiera prolongado más en el tiempo, el anarquismo se habría consolidado en Gipuzkoa. Quizás si las tropas franquistas no hubieran tomado tan rápido el territorio, el comité de la CNT existente habría tenido un exitoso recorrido político. Pero Gipuzkoa no resistió demasiado. Y el anarquismo desapareció sin haber llegado a asentarse. "No arraigó", sentencia el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza Julián Casanova.
Y eso que, si hubo un territorio vasco en el que el anarquismo echó algunas raíces, ése fue Gipuzkoa. Porque, en el resto, su implantación fue aún menor. "Su presencia fue casi nula en Álava y muy escasa en Bizkaia. Claro que tuvo defensores y gente implicada, pero, a diferencia de lo que sucede con la UGT o el socialismo, que sí fueron relevantes, el anarquismo no es un movimiento importante para explicar la historia vasca de la Guerra", asegura Casanova, que recientemente visitó Donostia con motivo de las IX Jornadas de Historia organizadas por Aranzadi.
En ese acto, el catedrático disertó acerca de la revolución y la violencia política que rodearon al conflicto bélico. Y éstas, explica, no fueron significativas, desde un punto de vista anarquista, en Euskadi. "Una de las claras señas de identidad que tuvo el movimiento antes de la Guerra fue que arraigó mucho y en zonas determinadas. Básicamente, en Cataluña, Levante, Andalucía, parte de Aragón y algunos puntos de Galicia. En otras regiones, como Bizkaia, lo que se asentó en aquel periodo fue el socialismo. Aunque acabó habiendo, como en todas partes, sindicatos de todo tipo, la principal central obrera de izquierdas fue la UGT. No la CNT", comenta.
En relación al País Vasco, el catedrático recuerda que el anarquismo lleva implícito un "juego federal anticentralista de izquierdas" y que, entonces, el único discurso anticentralista que cuajó en esta comunidad fue "el de derechas". Por todo ello, insiste, el movimiento no tuvo excesiva representación. "Si hablamos, por ejemplo, del exilio, igual encontramos 300 anarquistas vascos que huyeron, pero es que en Cataluña esa cifra se calcula en decenas de miles. A eso es a lo que me refiero cuando digo que no arraigó. No fue significativo", reitera el catedrático.
En otros territorios, en cualquier caso, sí tuvo relevancia. Y fue en ese contexto, de poca presencia en Euskadi pero bastante en el conjunto del Estado, en el que el anarquismo afrontó la Guerra. Y lo que le deparó ésta no fue, precisamente, positivo. Según transcurrieron los meses, fue cediendo protagonismo en favor del que poco a poco se iba erigiendo en su gran rival de izquierdas, el comunismo. Uno fue ganando lo que el otro iba perdiendo. Y los papeles de ambos se alternaron.
"Antes de 1936, la principal disputa del anarquismo era con el socialismo. Competían por la clientela, por los sindicatos, por las bases sociales y por estrategias diferentes. Hay que tener en cuenta que aquel anarquismo no tenía nada que ver con el que hubo después en la Guerra. Era un movimiento sindical en tiempos de paz. Aunque hubiera en su seno quien practicara la violencia política, era algo completamente distinto a lo de después", señala Casanova.
"Antes de 1936, la principal disputa del anarquismo era con el socialismo. Competían por la clientela, por los sindicatos, por las bases sociales y por estrategias diferentes. Hay que tener en cuenta que aquel anarquismo no tenía nada que ver con el que hubo después en la Guerra. Era un movimiento sindical en tiempos de paz. Aunque hubiera en su seno quien practicara la violencia política, era algo completamente distinto a lo de después", señala Casanova.
Impulso del comunismo
Intervención soviética
Intervención soviética
A raíz del golpe militar, sin embargo, su gran oponente de izquierdas fue el comunismo, que empezó a coger relevancia tras haber sido casi insignificante hasta ese momento. De hecho, el primer momento en el que el Partido Comunista desempeñó un papel importante en la historia de España fue en la Guerra. "Lo excepcional de aquí es que, a diferencia de otros países de Europa, no hubiera un partido comunista de masas y, en cambio, sí un anarquismo asentado. Pero eso fue antes de la Guerra. Durante la contienda, en buena parte por la intervención soviética y la internacionalización del conflicto, el comunismo se convirtió en una fuerza política muy importante", resalta.
Y salió mejor parado. "La centralización política juega en contra de quien no defiende esa centralización. Una vez que se creó un ejército regular, quienes mejor dominaron la situación fueron quienes defendían esas políticas centralizadas. Y éstos no eran precisamente los anarquistas, sino los comunistas y una tendencia importante del socialismo. El anarquismo fue perdiendo fuerza porque su movimiento se lleva muy mal con la coyuntura bélica", opina el historiador.
La contienda fue, en definitiva, el principio del fin del movimiento. Después, tras el fin de la dictadura, el hecho de no contar con una organización internacional a sus espaldas (al contrario que socialistas y comunistas) y el tener dispersas sus bases hizo muy difícil su supervivencia. Su resurgir era prácticamente inviable. "Quien realmente hizo desaparecer el anarquismo fue la represión, pero también la modernización política y social. España había cambiado mucho en 40 años", concluye Casanova.
(Noticias de Gipuzkoa. 21 / 03 / 09)