El 4 de diciembre de 1977 alrededor de millón y medio de andaluces se manifestaron en las capitales de provincia convocados por la Asamblea de Parlamentarios para demandar la autonomía.
En Málaga, el joven José Manuel García Caparrós moría de un disparo de las fuerzas de "orden" público mientras se manifestaba pacíficamente. José Manuel García Caparrós era malagueño, trabajador de una fábrica de cervezas y militante de Comisiones Obreras. Se dice que su última palabra fue "justicia".
El lugar donde cayó asesinado se convirtió en un "altar" improvisado por donde pasaron miles de malagueños, hasta que fue destrozado. Durante varios días, hubo protestas en Málaga y en muchos puntos de Andalucia y de todo el estado por la represión policial.
Hoy, treinta y dos años despues, los asesinos de José Manuel siguen en libertad y treinta y dos años después los mismos -los fascistas de siempre, de ayer y de hoy- han querido volver a matarlo y haciendo una vez más gala de su cobardía -la misma de hace treinta dos años cuando le asesinaron por la espalda- ha roto amparandose en la noche la placa colacada en su memoria. Vano intento: Garcia Caparrós, al igual que los miles de victimas de la represión fascista, tienen su monumento más grande en nuestra memoria antifascista y democrática, en la reivindicación y en la lucha cotidiana por los valores en los que creian, por los que se movilizaban y por los que fueron asesinados.
(Kaos en la red. 16 / 03 / 09 / Ahaztuak 1936-1977)