70 exhumaciones y más de 600 restos recuperados. Desde que en el año 2000 acometiera la primera actuación en Priaranza del Bierzo (León), la Sociedad de Ciencias Aranzadi ha consolidado una larga y cada vez más intensa participación en la localización y recuperación de fosas de la Guerra Civil y el franquismo. Ha participado en un 41% de los desenterramientos realizados en todo el Estado, con trabajos en once comunidades autónomas e intervenciones que han ido desde los pocos días hasta las cuatro o cinco semanas o, incluso, meses de duración. La última, la que actualmente se está llevando a cabo en la localidad aragonesa de Magallón, es la segunda con mayor número de víctimas enterradas de las realizadas hasta ahora.
Es la última, hasta el momento, porque en los planes de la sociedad ya figuran nuevas iniciativas en un futuro cercano. "Hay varios proyectos a lo largo del año. Tenemos pendiente, por ejemplo, alguna exhumación por el sur, si bien en ese caso hay algún problema de tipo administrativo o burocrático", reconoce Jimi Jiménez, arqueólogo de Aranzadi y director de la mencionada actuación de Magallón. Según explica, los trabajos se realizarán, en buena medida, de acuerdo con las iniciativas que vaya subvencionando el Ministerio de Presidencia.
Lejos quedan, en cualquier caso, aquellas primeras tareas en Priaranza, después de que Emilio Silva -periodista, sociólogo y fundador de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica- se pusiera en contacto con la institución en su intento de encontrar el cuerpo de su abuelo, fusilado en 1936 por el ejército franquista. La llamada fructificó y, en octubre de 2000, los restos que él buscaba fueron exhumados junto a los de otras doce personas. La investigación en este campo, sin embargo, no había hecho más que empezar.
Reivindicación social
Sólo dos años más tarde, León acogía otras cuatro actuaciones con la presencia de Aranzadi. Y después le siguió Ávila. Y Gipuzkoa. Y Burgos. Y Asturias... Distintas asociaciones surgieron para reivindicar la memoria histórica y, entre otras reclamaciones, las solicitudes de exhumación de restos (llegadas de rincones tan alejados como las Canarias o el Sáhara) empezaron a ser habituales en la sede de la entidad, que fue poco a poco atendiendo las peticiones, siempre que éstas eran factibles de llevarse a la práctica y, a menudo, recurriendo a la colaboración de entidades próximas al lugar de los trabajos.
Tras un total de 38 desenterramientos entre 2002 y 2006, la Sociedad de Ciencias Aranzadi realizó 19 exhumaciones más sólo en 2007, lo que, unido a las diez acometidas desde entonces, ha hecho que en apenas dos años se duplique el número de intervenciones y, también, el de restos localizados. No en vano, en este último intervalo de tiempo, desde enero de 2007, se ha afrontado la excavación de las dos fosas más grandes hasta la fecha, la de Magallón (se calcula que puede haber 85 personas enterradas) y la del municipio burgalés de Valdenoceda, donde se llegaron a levantar restos de 125 víctimas.
Cementerios y cunetas
El resto de los trabajos, realizados tanto en cunetas como cementerios, ha incluido todo tipo de condiciones. Desde pequeños enterramientos en los que apenas había una persona, hasta amplias fosas comunes con varios cuerpos apilados.
Este último caso es especialmente habitual en aquellas regiones en las que la represión y los fusilamientos a civiles fueron más intensos. La disposición y el estado de los cuerpos, en cualquier caso, puede diferir de un lugar a otro, así como las posibilidades de identificación.
Lo que nunca cambia es el sentido de los trabajos. Ya sea en Priaranza, en Elgeta o en Fustiñana, Aranzadi sigue actuando con un mismo fin, ayudar a las familias en su objetivo de encontrar unos restos que nunca les dejaron de pertenecer y colaborar, con ello, a la recuperación de una memoria sepultada durante décadas. Magallón es la parada más reciente. Pero no será, desde luego, la última.
(Noticias de Alava. 15 / 03 / 09)