EL sábado estuvimos en Madrid compartiendo el sentir de tantas personas presas y represaliadas durante el franquismo, y por supuesto poder honrarles; honrar sus vidas y el destino que tuvieron.
Quiero plasmar mi opinión sobre su intervención Sr. Bono, quiero decir que desde el principio me pareció llena de palabras, sólo eso, pues si tanto tiene usted que agradecerles y tanto reconoce en verdad su lucha, para empezar podía haber sido usted quien les invitara un sábado cualquiera hace ya mucho, porque según comentó, si alguien le preguntara qué es lo mejor que podía hacer un sábado a la mañana habría contestado que estar allí, con ellos, pero ha tenido que ser al revés, lo han tenido que solicitar ellos y además han tenido que insistir.
Podía haber velado usted por unas condiciones mejores respecto a la Ley de Memoria Histórica y no las que se han aprobado, una ley, a mi parecer, hecha a cuenta gotas. Me parece que les dio usted mucho jabón. El asunto es que tanto les alabó y les insistió en que, por ejemplo, usted ocupa hoy ese lugar y que la democracia es al día de hoy posible gracias a ellos que, "uno de ellos" simplemente mostró el símbolo de lo que usted alababa, nada más que eso. Para ellos, esa bandera va unida al concepto de la libertad y la legalidad que mencionaba, no era sino "su símbolo". No digo yo que no debiera haberlo recriminado si efectivamente "en el Congreso no se admiten manifestaciones espontáneas", pero Sr. Bono, considero que se excedió usted en las formas… y en las palabras.
Bajo mi punto de vista debió haberse quedado en el primer reproche, no más, y proseguir después su dulce monólogo, pero no, continuó y continuó, y se le hinchó la vena, una vena que según creemos muchos, lleva dentro y que bien quedó a la vista de todos. Por supuesto ahí terminó su intervención, pero de todas formas Sr. Bono, sepa usted que todavía les quedó el encuentro en Rivas y posteriormente en Vistalegre.
(Deia. 18 / 06 / 08)