Tras recorrer Navarra desde Sartaguda hasta Vidángoz, desde el "pueblo de las viudas" hasta las carreteras construidas por los esclavos del franquismo, el "Autobús de la Memoria" finalizó ayer su periplo en la plaza Conde de Rodezno, en ese vergonzante reducto de culto al franquismo.
El conde de Rodezno, Tomás Domínguez, fue un político carlista, tradicionalista y falangista que colaboró con José Sanjurjo en el intento de golpe de estado de 1932 y pactó el apoyo de los tradicionalistas al alzamiento militar de Emilio Mola de 1936. Durante la Guerra Civil, fue ministro de Justicia del bando nacional. Y en nuestra metrópoli foral todavía hoy da nombre a una plaza y a la sala de exposiciones sita en la misma. Es innegable que tiene cierto sentido, habida cuenta de que los cuerpos de los generales Sanjurjo y Mola descansan en la cripta de ese peculiar local cultural.
Hasta hace unos años, el otrora "Monumento a los Caídos" era propiedad del Arzobispado de Pamplona. Cuando el arzobispo Fernando Sebastián se lo cedió al Consistorio, impuso una peculiar condición: que no se retirase ni se modificase de forma definitiva ningún elemento. El requisito resulta chocante, ya que el edificio está cuajado de simbología nacionalcatolicista, que une de manera inextricable a la iglesia católica con la sanguinaria dictadura franquista. En su cúpula, unas pinturas de Stolz presentan a San Francisco Javier acompañado de voluntarios requetés. Detrás de la pancarta que en lo alto del frontispicio reza "Sala de exposiciones Conde de Rodezno", todavía está labrado en piedra el lema "Navarra a sus muertos en la cruzada".
El de Conde de Rodezno no fue el único nombre que barajó la alcaldía regionalista para rebautizar el edificio. Como propuesta de consenso, también presentó el de Víctor Eusa. Amén de prolífico arquitecto coautor junto a José Yárnoz del monumento en cuestión, Eusa fue miembro de la Junta de Guerra que organizó la brutal represión de las gentes repúblicanas, izquierdistas y nacionalistas.
Así funciona la memoria histórica de nuestras fuerzas vivas. Los impulsores del "Autobús de la Memoria" pidieron ayer el cambio de denominación de la plaza y la sala de exposiciones, así como la retirada de los restos de Sanjurjo y Mola. El escritor pamplonés Víctor Moreno en alguna ocasión ha ido más allá, exigiendo la demolición del edificio. Y el amigo Fermín Huarte me comentaba ayer que, tras demolerlo, convendría espolvorearlo generosamente con zotal .
(Noticias de Navarra. 22 / 06 / 08)