"Este acto llega un poco tarde, y no es culpa vuestra, para quienes sufrimos vejaciones, maltrato y tortura inimaginable por la única culpa de defender nuestras ideas de libertad y justicia y hemos sobrevivido hasta hoy; pero os dedicamos nuestra gratitud más inmensa y sincera", manifestó el lesakarra, oriundo de Vizcaya, Justo Urkijo, uno de los por lo menos 1.756 presos y represaliados que abrieron en la postguerra la carretera NA-1740. Sojuzgados por el franquismo, culpables únicamente de ser fieles y defender el poder legalmente constituido, fueron esclavizados y víctimas del peor trato imaginable.
Al mediodía, en Pitzamar, el paraje que junto al kilómetro 13 acoge desde ayer en Artesiaga una escultura en memoria y reconocimiento a los esclavos del franquismo, soplaba el viento con fuerza. Inmediatamente, para recibir a los supervivientes de aquellos que en este mismo lugar sufrieron privaciones y castigos sin cuento, se hizo la calma, y el calor humano y meteorológico se fundieron y propiciaron un acto sencillo pero intenso, en el que nadie habló de odio ni de resucitar viejas rencillas, sino de una exigencia general de justicia y de deseo de que "nunca más" vuelva a repetirse un drama como el de la guerra civil 1936-1939.
El Ayuntamiento de Baztan, el Pueblo de Irurita que más directamente vivió los hechos entre 1939 y 1941, el Instituto de Estudios Gerónimo de Uztariz y la asociación Memoriaren Bideak se unieron en el reconocimiento a los hombres que sufrieron en sus carnes un maltrato cuyo recuerdo pone los pelos de punta. Tres supervivientes, Justo Urkijo, Pedro Arangüena Bixkai y Pako Barrena, y Ricard Mula, hijo de un republicano de Oronoz fusilado y enterrado (se cree) en el bosquecillo de Lantz, así como las hijas de Ángel Galán, también fallecido, acudieron a la llamada en memoria de sus compañeros y padres, junto a 200 baztandarras que compartieron sentimientos y el deseo de reparación por su odisea.
Una escultura en acero corten que ha creado el arizkundarra Mikel Iriarte y sufragado por el ministerio de la Presidencia del Gobierno, refleja en el kilómetro 13 de la ruta Irurita-Eugi, escenario del drama, lo que fueron tres años incalificables. "Nos hacían abrir un agujero a pico y pala para, una vez abierto, volverlo a cerrar y luego, volverlo a abrir, y todo entre insultos y culatazos de los guardianes", recordó ayer Pako Barrena. Luego, "de regalo" y después de pasar de cárcel en cárcel, le castigaron 13 meses en África.
Con el corazón encogido, se escucharon testimonios de una época horrible ("nos hacían descender a la regata, cargar una piedra igual de 20 kilos, subirla a la carretera y volver a bajarla"), o permanecer una hora bajo la nieve, con las ropas empapadas y el hambre mordiendo en sus entrañas. Virginia Aleman, alcaldesa de Baztan, recordó que el silencio es el "refugio de la impunidad" y que el muro "impuesto por 40 años de represión de la dictadura y sostenido por el pacto político de la transición, ha sido roto por las víctimas". "Tiene más fuerza y legitimidad la verdad, la justicia y la reparación que el miedo que trata de ahogar las voces y los silencios de las víctimas", manifestó la alcaldesa de Baztan. Txalaparta, txistu, aurresku de honor, placas y ramos de flores, fueron el epílogo de un merecido y sincero acto de justicia y reparación. >nafarpress
Sin odio ni rencor, pero con memoria
Ricard Mula Roca (Elizondo, 1933), hijo de Francisco Mula Castro, celador de Caminos en Oronoz y fusilado vilmente por republicano y por fiel al Gobierno legítimo, estuvo en Artesiaga. Los restos de su padre, cree, descansan (¿?) reclamando justicia en el pinar de Lantz, al pie de la N-121A. "Era un hombre íntegro y una buena persona", recordaban quienes le conocieron. Quizás esa fue su culpa. A Justo Urkijo, lesakarra nacionalista vasco de Vizcaya, se le decía ayer que el pueblo llano supo reconocer su hombría de bien al designarle empleado del Juzgado y elegirle concejal de la villa bidasotarra. En sus palabras no reflejan ningún tipo de odio, pero se mantienen firmes con dignidad plena en sus ideas de democracia y de libertad. ¡Visca Euskal Herria, gora Catalunya! , gritó Ricard Mula. Sin rencor pero con la memoria viva.
(Noticias de Navarra. 17 / 05 / 09)