miércoles, mayo 20, 2009

LA REPRESIÓN, EN EL LABORATORIO

Isabel madre e Isabel hija limpian y pegan fragmentos óseos de un cráneo de uno de los 25 fusilados en la Guerra Civil aparecidos en la fosa de Santoyo. Ellas también son familiares de un represaliado. Les acompaña en la labor Miren, una arqueóloga también voluntaria que trabaja con la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Palencia. Junto a ellas, Albano de Juan, cirujano jubilado, hace las veces de forense. Forman parte del equipo de antropología de la ARMH que analiza y trata de identificar los restos humanos que se recogen en las exhumaciones. Y con estupendos resultados, pese a los rudimentarios medios de que disponen, basándose sus estudios en atlas de anatomía y en libros de antropología. Pero, sobre todo, en los conocimientos de Albano.

Desempeñan su cometido en un aula de La Yutera cedida por la Universidad de Valladolid, donde actualmente se apilan cajas con restos de víctimas de la represión localizados en la fosa de Santoyo. En otra dependencia del edificio universitario esperan fragmentos óseos de las fosas de Villamediana y Frechilla para ser sometidos a análisis.

No hay posibilidad de realizar la prueba del ADN -los costes son elevados-, así que Albano se afana en el estudio de los huesos para aproximarse a su identificación. Antes, Pablo García Colmenares y su equipo habían documentado la fosa, cómo ocurrieron los hechos y en qué fechas. Y los arqueólogos, con Julio del Olmo al frente, habían realizado las catas y confirmado que allí se encontraban los restos.

En el laboratorio, Albano se fija en determinadas características de los restos óseos para identificar a los represaliados. Por ejemplo, en el reborde de la pelvis. Si está sin soldar, indica que la persona es joven, sobre 23 o 24 años. «Una persona de 16 años se distingue en los cartílagos de crecimiento, que no se han calcificado. Hace años, con la 'operación Romay', a los jóvenes se les hacían radiografías en las manos para ver si iban a crecer más», explica Albano, que incide en otros detalles para calcular la edad.

«En la pelvis los canales son mucho más nítidos cuando se es más joven, y se puede determinar también la edad por las suturas craneales, que en gente joven están poco cerradas, o a través de las dentaduras, si las coronas están desgastadas», añade Albano, que apunta asimismo a la articulación del sacro como otra de las zonas en las que fijarse. «Si las vértebras están separadas, no se han llegado a cerrar todavía, son jóvenes», hace hincapié el cirujano, que observa detenidamente la cabeza del radio y la pelvis para distinguir entre hombres y mujeres. «La cabeza del radio tiene más diámetro en los hombres, y la pelvis es más baja y ancha en las mujeres», comenta Albano, que en laboratorio cuenta con un medidor de huesos para ayudarse en su labor.

«Existen tablas para calcular la edad y la altura, nosotros siempre solicitamos la cartilla militar, en la que viene la altura, y después medimos huesos como el fémur, la tibia o el radio», señala Albano, quien, tras identificar los restos, elabora un informe de las lesiones y remite la documentación y fotos a las familias.

«Lo importante es distinguir si las lesiones se han producido por las máquinas o en la muerte. Las fracturas producidas por las excavadoras se ven por el color del hueso, más claro porque no ha cogido el color de la tierra», incide Albano, que encuentra las mayores dificultades a la hora de identificar los dedos de la mano y del pie izquierdos y derechos. Muchas, sin duda, si se considera que se han estudiado restos de 85 cuerpos hallados, por ejemplo, en el Portillo de Hornillos o en Ventosa. Y que se analizarán los restos de otros 19 de Villamediana y Frechilla.

(El Norte de Castilla. 18 / 05 / 09)