domingo, junio 07, 2009

UN PASEO GUIADO POR LA FORTALEZA ENTERRADA

El fuerte de San Cristóbal despierta, cuanto menos, curiosidad entre la población de toda Navarra y así lo constatan las 350 solicitudes que se han recibido para participar en las visitas guiadas que se han organizado para los fines de semana de este mes de junio. Aunque cada uno por diferentes motivos son muchos los interesados en ver in situ el lugar: para unos por lo mucho que han oído hablar sobre él, para otros por los recuerdos que les trae de su infancia o juventud y para muchos simplemente por la singularidad de ser una gran construcción arquitectónica que no puede verse desde ningún otro lado, excepto desde el propio lugar.

Ayer comenzó este ciclo de visitas con un lleno total en las cinco que se realizaron a lo largo del día pese a que las tres realizadas por la mañana estuvieron pasadas por agua. José Carlos Carnero, guía perteneciente al Colectivo Cultural Íñigo Arista, fue el encargado de dar las explicaciones pertinentes en cada lugar. Una aclaración sobre el nacimiento del fuerte, terminado en el año 1919, sirvió para abrir boca. "Cuando terminó de construirse el fuerte, ya se había quedado obsoleto porque se había comenzado a utilizar la aviación en guerra y, aunque estaba protegido de los ejércitos de tierra, nada tenía que hacer contra los de aire, por eso nunca cumplió la función para la que fue diseñado", explicó Carnero. El guía continuó haciendo un repaso histórico por la historia del fuerte haciendo mención a su etapa como prisión en el mismo tono que explicó la etapa en la que fue polvorín. Al entrar en el antiguo patio carcelario mencionó la fuga y aclaró que "no fue por motivos políticos, sino que fue una necesidad porque tenían hambre". El paseo continuó por el edificio de brigadas se vio el lavadero y, en el primer piso, se explicaron cómo se hubieran colocado los cañones, de haberse puesto alguna vez. De los presos que allí vivieron largos meses de penuria, nada. En el edificio de pabellones los visitantes pudieron contemplar el horno magníficamente conservado. Una vez fuera de pabellones la visita se dirigió hacia la parte superior (la más noble) y se accedió hasta la basílica a la que se ha reformado la fachada y se ha pintado su interior ya que según el guía "era la parte más deteriorada y la que más trabajo de limpieza ha requerido". De la basílica se accedió al mirador donde los visitantes pudieron contemplar las magníficas vistas de toda la cuenca de Pamplona.

Al finalizar el recorrido la mayoría de los asistentes se mostraban encantados. La familia formada por Michel Recalde, Mari José Cuadrado y su hijos Mikel y Ane, llegados desde Irurtzun dijeron que la visita había sido interesante y la recomendaron a todo el mundo a acudir. José Antonio Sáez e Isabel Muro llegaron desde Mendigorría; él había hecho el servicio militar en el mismo fuerte y dijo haber revivido muchos recuerdos. Otro visitante, que no quiso dar su nombre, objetó que "hay muchas zonas interesantes que no se han visto y se nota que la información está limitada". Todos coincidieron en la necesidad de promocionar el fuerte y darle un uso más práctico.

(Noticias de Navarra. 7 / 06 / 09)