domingo, junio 21, 2009

EL SILENCIO ROTO DE BERRIOZAR

UN hombre desarmado siempre es un firme bloque, sabe que no es estéril su firmeza y resiste; y los pueblos se salvan por la fuerza que sopla desde todos sus muertos reza un poema de Miguel Hernández, al igual que los versos de Machado, Quevedo, Alberti y Cernuda, colgados a lo largo de la cuesta que lleva hasta el cementerio de Berriozar.

La emoción, la solemnidad, el orgullo y el deseo de romper un silencio de 70 años invadieron ayer a las más de cien personas que acudieron a la localidad para rendir homenaje a los 47 presos de San Cristóbal, procedentes de todo el Estado, que fueron asesinados o muertos enfermos entre 1934 y 1945, y enterrados en el cementerio de Berriozar, en el frío anonimato. "El silencio es la mejor manera de hablar cuando las palabras ya no dicen nada. Pero hay otro silencio, que es el que han sufrido ellos. El silencio del olvido, del desprecio. Y este silencio no se puede aguantar más. Hoy ese silencio, para Berriozar, es un estruendo de recuerdo y de libertad", declaró Xavier Lasa, alcalde de la localidad, durante el solemne homenaje.

De uno en uno, los nombres de los 47 asesinos retumbaron en las cercanías, para romper este silencio, al igual que los aplausos de los presentes. Al tiempo, varias personas colocaron claveles rojos sobre las letras Nunca más, escritas sobre un cartel blanco, instalado encima de las dos placas conmemorativas colocadas en la entrada del campo santo de Berriozar.

Testigos de la historia

"1 de noviembre de 1936. Berriozar sería el destino de los primeros asesinados registrados oficialmente. 21 presos mueren a las 8 de la mañana de ese día, por traumatismo, según el acta de defunción. Se les aplicaría la ley de fugas. A partir de ese día, San Cristóbal seguiría desangrándose por los pueblos de la Cendea, poniendo al aire las vergüenzas de una violencia, ayer y hoy absurda y casi siempre masculina y uniformada", recalcó Koldo Pla de la asociación cultural Txinparta, durante el inicio del acto.

A pesar del esfuerzo de la organización por reunir a algunos familiares de los presos, ningún represente pudo acudir al homenaje. Pero las palabras de Rosa Mari e Imanol Arritokieta, hijos del preso Rufino Arritokieta Alza que se fugó del Fuerte, demostraron la necesidad de este gesto de recuperación y de difusión de la Memoria Histórica. "Son actos muy importantes porque son hechos que deben ser conocidos de todos. Nuestro padre nos relató muchas veces lo que ocurrió en prisión, la fuga, y lo que pasó después de la fuga. No se puede tapar de ninguna manera. Esas inhumanidades y atrocidades no se pueden consentir y no pueden volver a cumplirse sin motivo", explicó, con emoción Rosa Mari.

Otros testimonios se pudieron escuchar en la soleada mañana de ayer. Las crudas palabras de Franco y del General Mola chocaron con las vivencias de Joaquín Pérez Yanguas de Cintruénigo o de Adora Garraza de Allo, leídas por Josu Osta, responsable de la organización cultural del Ayuntamiento de Berriozar. Sin olvidar los recuerdos de los vecinos que vieron cómo enterraban de pie los ataúdes de esas personas.

"No debemos olvidar que nuestro querido monte es tumba anónima de muchas personas que dieron el bien supremo de la persona, que es la vida, por ser consecuentes con sus ideales. Que nunca más y para nadie se vuelvan a repetir estos hechos", destacó el vecino del casco viejo, Joaquín Urtasun Echarte.

Nunca más, Inoiz ere ez, Nunca mais, Mai mes.

(Noticias de Navarra. 21 / 06 / 09)