sábado, julio 11, 2009

REHABILITACIÓN DE 14 SACERDOTES VASCOS

HOY 11 de Julio de 2009 los obispos vascos rehabilitarán la memoria de esos sacerdotes vascos también asesinados por el franquismo, hoy celebrarán un funeral por los mencionados religiosos e incluirán sus nombres en los registros de sacerdotes fallecidos y en los libros parroquiales que correspondan para perpetuarlos en la memoria colectiva y evitar que su memoria desaparezca con el paso de los años. En una declaración pública realizada el martes 30 de junio pasado los obispos de San Sebastián, Bilbao, Vitoria y el auxiliar de Bilbao aseguraron que el recordatorio busca dignificar a quienes han sido olvidados o excluidos y ayudar a mitigar el dolor de sus familiares. Los obispos apelan al servicio a la verdad que es pilar básico para construir la justicia, la paz y la reconciliación. No buscan reabrir heridas, sino ayudar a curarlas o aliviarlas. Hoy 11 de julio, procede acordarse de aquellos curas, de aquellos sacerdotes vascos asesinados por el fascismo golpista del 36 por ser sencillamente demócratas y nacionalistas vascos.

Lo cierto es que la Jerarquía de la Iglesia Católica Española anunció el 28 de octubre de 2007, es decir, hace casi dos años, la beatificación de 498 "mártires" o "siervos de Dios", e incluso anunció que en el futuro presentaría bastantes cientos más de beatificaciones, todas ellas del mismo estilo, color político y condición. No pudo ser casualidad, no lo era, y no lo es, su coincidencia con la prevista aprobación de la Ley de la Memoria Histórica de la mano del Gobierno los días 30 y 31 de octubre de ese mismo año. La jerarquía del catolicismo español se oponía, y se opone, a la llamada Memoria Histórica al entender que reabría viejas heridas de la Guerra Civil. Así, la Conferencia Episcopal Española aportó al catálogo de "mártires" del siglo XX 10.000 de los 12.692 posibles reunidos por el Vaticano en la última década.

Para el Vaticano y la Conferencia Episcopal Española los sacerdotes vascos nacionalistas asesinados a manos de los golpistas, y que también honestamente profesaban su cristianismo, no existían. Su no mención olió, y sigue oliendo, a castigo, olvido vengativo, un intento de manipular la historia y cortar sus hilos, y todo ello por la única razón de que los mencionados sacerdotes vascos optaron por el bando legalmente constituido, obviamente contrario a los intereses de los golpistas. Aunque según el Cardenal Rouco Varela, quien presidía, y preside, la diócesis de Madrid, "la beatificación de los 498 no tenía nada que ver con el coyuntural calendario político".

Entiendo que para construir un futuro sólido en paz será siempre necesario que las partes reconozcan los errores que les condujeron a la guerra. Ciertamente no se trata de buscar culpables, pero tampoco de conformarse plácidamente en un ambiguo relativismo histórico. La actual Jerarquía Católica Española y el Vaticano han venido instrumentalizado la religión para sus propios fines e intereses políticos particulares y partidistas. Una pena y sobre todo una pura e inmensa vergüenza, que en absoluto tiene que ver nada con Dios, ni con Jesús, ni con las creencias religiosas. Una aberración y un insulto a muchas personas. Pero no todo el monte era, ni es, orégano, esta beatificación fue cuestionada radicalmente entre otras, por las llamadas Redes Cristianas que reúnen a 147 grupos, comunidades y movimientos cristianos y católicos de base repartidos a lo largo y ancho de todo el Estado.

Hoy, 11 de julio de 2009, es preciso recordar y rescatar la memoria de estos sacerdotes vascos castigados por la Jerarquía Católica, por la Conferencia Episcopal Española, quizás al mayor de los castigos que se le puede imponer a una persona asesinada impunemente, el castigo del bastardo intento al olvido obligado, consciente y premeditado.

Sería preciso acordarse también de los 224 sacerdotes y religiosos que pasaron por las cárceles de Araba, Bizkaia, Gipuzkoa Nabarra, Alicante, Madrid, Palencia, Sevilla y de los que sufrieron destierro y exilio durante largos años. Procede también acordarse de los 800 miembros del clero vasco que, de una forma u otra sufrieron persecución y de los 114 capellanes de gudaris.
Y una exigencia inapelable cara a la historia, ahora que se habla, y con toda razón y justicia, tanto y tanto de víctimas: urge recuperar la memoria histórica de aquel período histórico labrado por muchos hombres y mujeres, jóvenes y mayores de distintas ideologías contrarias al naciente golpismo fascista y abortado a sangre y fuego por la fuerza de las armas. Unos años de la historia sepultados en el olvido por la "necesaria prudencia" de un período concreto político que amagaba abrirse al futuro.

Está bien, es cierto, es necesario mirar al futuro, no es bueno el carro de los agravios y de los odios ancestrales, pero la verdad es la verdad. Y a cada uno lo suyo: en el clero también hubo leales y traidores.

(Noticias de Gipuzkoa. 11 / 07 / 09)