miércoles, julio 01, 2009

PURIFICAR LA MEMORIA, SERVIR A LA VERDAD, PEDIR PERDÓN. Escrito de Ricardo Blázquez, Juan Mª Uriarte, Miguel Asurmendi y Mario Iceta, Obispos (*)

EN ocasión de la beatificación en Roma, el día 28 de octubre de 2007, de 498 mártires del siglo XX en España -bastantes de los cuales eran originarios de nuestras diócesis- así como en otras ocasiones anteriores y posteriores, se nos ha recordado que catorce sacerdotes -también de nuestras diócesis- fueron ejecutados en los años 1936 y 1937 por quienes vencieron en aquella contienda. No se hicieron por ellos los debidos funerales y en la mayor parte de los casos no se registró su muerte en el Boletín Oficial diocesano. Los obispos de las diócesis de Bilbao, San Sebastián y Vitoria hemos escuchado la petición que se nos ha dirigido, hemos reconocido las razones y hemos considerado oportuno cumplir este deber pendiente.

Nosotros queremos realizar juntamente con nuestras comunidades diocesanas un ejercicio de "purificación de la memoria". Lo hacemos siguiendo las orientaciones del Papa Juan Pablo II para nuestro tiempo, tratando de reforzar "nuestros pasos en el camino hacia el futuro, haciéndonos a la vez más humildes y atentos en nuestra adhesión al Evangelio".

Los hechos

Han pasado más de siete décadas desde la trágica ruptura de la convivencia originada por la Guerra Civil, con efectos dolorosos en la entonces única diócesis de Vitoria, presidida por Mons. D. Mateo Múgica, a quien recordamos ante el Señor, honrando su memoria. Sirvió a la Diócesis de Vitoria como su obispo en una complicada situación que le proporcionó innumerables trabajos y sufrimientos. Aquella contienda provocó muchos muertos, desaparecidos, encarcelados y desterrados. La comunidad eclesial no fue en absoluto ajena al sufrimiento: a numerosos laicos, religiosos y presbíteros les fue arrebatada la vida; muchos otros sufrieron represalias y pérdidas irreparables. Fueron más de setenta los sacerdotes y religiosos ejecutados en la diócesis de Vitoria, en los territorios controlados por uno u otro bando.

Centenares de personas fueron ejecutadas, víctimas de odios y venganzas. Recordándolas a todas, la presente declaración pretende traer de modo especial a la memoria a aquellos presbíteros que, habiendo sido ejecutados por los vencedores, han sido relegados al silencio. Se trata, en concreto, de los siguientes: Martín Lecuona Echabeguren, Gervasio Albizu Vidaur, José Adarraga Larburu, José Ariztimuño Olaso, José Sagarna Uriarte, Alejandro Mendicute Liceaga, José Otano Míguelez C.M.F., José Joaquín Arín Oyarzabal, Leonardo Guridi Arrázola, José Marquiegui Olazábal, José Ignacio Peñagaricano Solozabal, Celestino Onaindía Zuloaga, Jorge Iturricastillo Aranzabal y Román de San José Urtiaga Elezburu O.C.D.

No contaron con una celebración pública de exequias. En el Boletín Oficial y en el registro diocesano de sacerdotes fallecidos solamente constan los nombres de los dos primeros, ejecutados antes de la salida forzosa de la Diócesis del obispo D. Mateo Múgica. Tampoco figuran como fallecidos en los libros parroquiales correspondientes.

Consideraciones

Los hechos mencionados nos interpelan a nosotros y a nuestras comunidades diocesanas.

Deseamos prestar un servicio a la verdad, que es uno de los pilares básicos para construir la justicia, la paz y la reconciliación. No queremos reabrir heridas, sino ayudar a curarlas o a aliviarlas. Queremos contribuir a la dignificación de quienes han sido olvidados o excluidos y a mitigar el dolor de sus familiares y allegados.

Queremos pedir perdón e invitar a perdonar. De ninguna manera pretendemos erigirnos en jueces de los demás, sino reconocer ante Dios nuestras limitaciones en el pasado y en el presente. Sabemos que "por el vínculo que une a unos y otros en el Cuerpo místico, y aun sin tener responsabilidad personal ni eludir el juicio de Dios, el único que conoce los corazones, somos portadores del peso de los errores y de las culpas de quienes nos han precedido". Al pedir perdón, la Iglesia se dirige, ante todo, a Dios, fuente de la vida y de la paz. A Él le pedimos "la luz y la fuerza necesarias para saber rechazar siempre la violencia y la muerte como medio de resolución de las diferencias políticas y sociales". Que Él perdone nuestras ofensas y nos enseñe así a perdonar a los que nos ofenden.

Acciones

Como signo visible de este ejercicio de purificación de la memoria, hemos determinado desarrollar las siguientes iniciativas.

1. Celebración de un funeral conjunto, con mención y reconocimiento especial de quienes en su día no lo tuvieron. Presidido por todos nosotros, tendrá lugar el sábado 11 de julio en la Catedral Nueva de Vitoria a las doce del mediodía. A esta celebración queda invitado todo el pueblo de Dios y, particularmente, los familiares de las víctimas y los presbíteros de nuestras diócesis.

2. Publicación de una reseña en el Boletín Oficial de cada diócesis, recogiendo los datos de la vida y muerte de quienes fueron ignorados.

3. Inclusión de sus nombres en los registros diocesanos de sacerdotes fallecidos y en los libros parroquiales correspondientes. Purificando la memoria; sirviendo a la verdad; pidiendo, ofreciendo y acogiendo el perdón, queremos mirar al pasado para aprender a construir un presente y un mañana nuevos.

*Obispo de Bilbao, obispo de San Sebastián, obispo de Vitoria y obispo auxiliar de Bilbao Hemos escuchado la petición que se nos ha dirigido, hemos reconocido las razones y hemos considerado oportuno cumplir este deber pendiente
-Esta declaración pretende traer de modo especial a la memoria a aquellos presbíteros que, ejecutados por los vencedores, han sido relegados al silencio.

(Deia. 1 / 07 / 09)