QUIÉN me iba a decir lo que irían a repercutir, en mi vida, aquellos hechos históricos cuchicheados por tías y abuelas! Al amor de la lumbre, rodeadas de cazuelas parcheadas, platos descascarillados y sin perder ni un solo suspiro de la novela radiofónica Rosas de sangre. Ellas, repasaban cosas de la guerra y de sus atrocidades… Que si habían incautado los bienes a un tal Jacinto, casado con Narcisa, familia de los molineros. Que porque uno de sus tres hijos, José Cortazar Zaballa, era socialista y andaba de la mano de un tal Indalecio Prieto. Y que si fue por lo del entierro civil, la quema de santos y un montón de sufrimientos que mi edad no entendía.
"Si, si, bisbiseaban las modistillas, puntada adelante, puntada atrás. La Pepita se ha quedado con todo… No fue poco la incautación a favor del Estado y ahora esto… dice que se lo ha dejado el padre como herencia. ¡Qué herencia paterna ni qué leñes! Y para orgullo del séptimo mandamiento, la única hija española del matrimonio y su esposo, un multimillonario bilbaino, construyen ocho viviendas de protección oficial. Cuatro las venden y las otras cuatro están a nombre de un magistrado. ¡Qué peste! "Si los padres levantaran la cabeza", decían las mayores asintiendo las mozuelas, atentas a la sabana que bordaban y al capitulo de Simplemente María".
¡Pues si que repercutieron e incidieron aquellos lodos en el barrizal de un crimen sofocado! La incautación histórica, su posterior presunta apropiación y la posterior reconversión de la finca 7062 en viviendas sociales. Y así reza en el Registro de la Propiedad de Castro-Urdiales, Finca 7062, folio 61, tomo 129, libro 83 en su inscripción 2ª, letra B, "en juicio de responsabilidades Civiles a Jacinto Cortázar Urresti por el Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas de Burgos, a favor del Estado, el 23 de Junio de l940". También rezan el santo rosario, los demás Judas, en la misma finca, inscripción, 3ª y 4ª.
Han pasado sesenta y nueve años desde la incautación estatal. Cuarenta y cinco desde la inscripción de la finca a nombre de una de los tres hijos. Treinta y siete años, un magistrado, alquilando viviendas sociales. Y treinta y dos llevamos penando, los agraviados hijos de Eva con nuestra desgarradora memoria histórica.
(Deia. 4 / 07 / 09)