domingo, julio 12, 2009

LA IGLESIA VASCA PIDE PERDÓN POR SU SILENCIO CON FRANCO

Los obispos vascos tacharon ayer de "injustificable" el silencio que "en los medios oficiales de la Iglesia ha envuelto la muerte" de los 14 sacerdotes vascos, ejecutados durante la Guerra Civil por el bando franquista. En una misa que recordó estos asesinatos ayer en Vitoria, los prelados decidieron emprender solos el camino de "dignificar a quienes han sido olvidados o excluidos" y desa- fiar así la política eclesiástica del presidente de la Conferencia Espiscopal, Antonio María Rouco Varela. En la homilía, criticaron ese silencio por parte de la institución y aseguraron que se trataba "no sólo de una omisión indebida, sino de una falta a la verdad, contra la justicia y la caridad".

La Catedral Nueva de Vitoria fue testigo de este "acto de justicia reparadora y reconciliadora", en el que los obispos no dudaron en pedir perdón, "con humildad, a Dios y a nuestros hermanos" nada menos que en el nombre de la Iglesia. Los obispos de Bilbao, Ricardo Blázquez y Mario Iceta; de San Sebastián, Juan María Uriarte; y de Vitoria, Miguel Asurmendi, fueron los promotores de esta eucaristía, en la que contaron con el respaldo de más de 200 sacerdotes. Enfrente, familiares, amigos, feligreses y representantes institucionales siguieron la homilía que leyó Asurmendi, en la que decía: "No queremos reabrir heridas, sino ayudar a curarlas o a aliviarlas".

En la celebración, el obispo de Vitoria invitó a los presentes a orar "por los hombres y mujeres que murieron junto a estos sacerdotes, ejecutados en la Guerra Civil por uno u otro bando". Esta es precisamente una de las demandas de Ahaztuak, un colectivo a favor de la recuperación de la memoria histórica. Ayer, algunos de sus miembros se concentraron a la salida de la catedral para reclamar que la inclusión en los registros de estos 14 sacerdotes se extendiese a todas las víctimas del franquismo, "no sólo a los curas". Pero Marcelo Álvarez, portavoz del grupo, no dudó en mostrar su satisfacción por el acto, porque "rompe con la postura de la Iglesia", aunque consideró que "no era el sitio más adecuado".

La Catedral Nueva de Vitoria fue inaugurada por el propio Franco en 1964 y en una de sus paredes tiene esculpida un gran águila de San Juan, símbolo de la dictadura. Álvarez señaló que celebrar una misa en memoria de los asesinados por este bando en uno de sus templos estaba "entre el surrealismo y la burla", e informó de que habían solicitado a las instituciones eclesiásticas que se tapase durante la celebración, aunque estas hicieron caso omiso de su ruego.

"Continuadores de su obra"

Fausto Berazadi también consideró que era un "despropósito" celebrar la misa en la catedral por la historia que arrastraba. Este vecino de Zarautz se trasladó a la capital alavesa para asistir a la homilía. Allí se preguntaba si, después de que hubiesen pasado más de siete décadas desde la ejecución de los 14 religiosos, podía considerarse que con este acto se había hecho justicia.

También se acercaron hasta Vitoria Ángel Oliver, Manolo Miramón y Alberto Orella, tres sacerdotes secularizados de Navarra que estaban "orgullosos" del reconocimiento realizado a los presbíteros ejecutados. Los tres afirmaron sentirse "continuadores de su obra", porque ellos mismos habían estado "al borde del paredón". No obstante, no quedaron satisfechos con el discurso de los obispos y señalaron que "han estado demasiado comedidos". Dijeron, además, que "con reconocerlo no basta", y pidieron que "las palabras se transformen en hechos".

No faltaron a la cita la consejera de Cultura, Blanca Urgell, y la portavoz del Ejecutivo vasco, Idoia Mendia, que consideró "bueno que la Iglesia se reconcilie con esas personas que fueron fieles a sus ideas". También acudió el presidente del PNV, Iñigo Urkullu.

Por su parte, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) pidió en un comunicado que la Conferencia Episcopal "asuma su pasado en relación con la dictadura y perdone y pida perdón". Señaló que el proceso abierto en el País Vasco por los obispos católicos debe servir "para dejar de aparecer exclusivamente como víctima y reconocer su colaboración con los verdugos".

(Público. 12 / 07 / 09)