domingo, julio 12, 2009

LA IGLESIA VASCA RESTITUYE A LOS OTROS CAIDOS

Emoción comedida, cabezas gachas, puños apretados contra la boca, alguna lágrima discreta, muchas felicitaciones y la sensación generalizada de haberse sacado una espina enquistada durante muchos, muchos años. Los sentimientos estaban ayer a flor de piel en la Catedral Nueva de Vitoria, pero amortiguados por el paso de siete décadas.

Tal y como habían prometido los obispos vascos, el homenaje a los catorce sacerdotes y religiosos fusilados por el bando franquista durante la Guerra Civil se realizó con los máximos honores. Los prelados de Bilbao, Ricardo Blázquez y Mario Iceta, el obispo donostiarra Juan María Uriarte y la máxima autoridad eclesiástica alavesa, Miguel Asurmendi, que dirigió la misa, estuvieron acompañados en el altar por el obispo emérito de San Sebastián, José María Setién, y por otros muchos sacerdotes.

Ante ellos, una audiencia especialmente atenta a una homilía en la que se volvió a hablar de culpa, perdón, justicia, reconciliación, valentía y humildad, las palabras utilizadas hace dos semanas para anunciar por sorpresa un acto de reconocimiento sin precedentes.

La respuesta del público fue probablemente superior a la esperada. Decenas de autobuses llegaron desde Bizkaia y Gipuzkoa, hasta el punto de que la mayor iglesia de Vitoria se quedó pequeña. Era gente mayor, principalmente, arropada ayer también por las instituciones. Por parte del Gobierno Vasco acudieron su consejera de Cultura, Blanca Urgell, y la portavoz del ejecutivo, Idoia Mendia. También el presidente del EBB del PNV, Iñigo Urkullu, se acercó hasta Gasteiz para rendir "respeto a la memoria de los sacerdotes a los que ni la propia Iglesia tuvo en consideración".

"No es justificable, ni aceptable por más tiempo, el silencio que en los medios oficiales de nuestra Iglesia ha envuelto la muerte de estos sacerdotes", señaló durante la homilía Asurmendi. Duras palabras las del obispo, con todo lo que ello supone y que reconocieron incluso quienes decidieron no entrar en la catedral pese a sentirse parte del homenaje. El colectivo Ahaztuak se concentró a las puertas del templo por respeto a las diferentes sensibilidades religiosas de sus integrantes, y porque desde un lateral de su interior sigue asistiendo a todos los oficios el águila del franquismo. "Valoramos muy positivamente el paso dado, sobre todo porque es una ruptura con la postura oficial de la Iglesia durante más de setenta años", explicó el portavoz de Ahaztuak, Marcelo Álvarez.

El cierre del acto fue especialmente emotivo. Andoni Lekuona, sobrino de Martín Lekuona, sacerdote fusilado a los 28 años, cantó dos bertsos en honor a los homenajeados. "Hoy es un día muy especial, salen sentimientos muy profundos, pero no es día de triunfos", señaló.

La familia Lekuona se sentía ayer satisfecha, pero aún les queda por delante la tarea de encontrar los restos de Martín. Los versos en euskera de Andoni resumen los sentimientos que ayer afloraron en Vitoria: "A nuestros queridos familiares se los llevó la guerra, a quienes nos dieron la vida. Tengámoslos en el recuerdo", cantó emocionado.

(Noticias de Alava. 12 / 07 / 09)