domingo, septiembre 13, 2009

FOCOS, A LAS TRINCHERAS Y... ¡ACCIÓN!

Son las 12.30 horas del sábado y la iglesia de Zurbano permanece cerrada, ajena a la batalla que está a punto de iniciarse a unos pasos de su pórtico, donde un camión de 1918 con la bandera española como estandarte y seis soldados nacionales en la parte trasera intenta subir, sin éxito, una pequeña cuesta.

"Tiene que coger carrerilla", bromea José Luis, de Vitoria, que ha acudido en bicicleta al acto anunciado por una emisora radiofónica. "Supongo que el camión funcionará más o menos como lo hacía antes". Y al menos ésa es la intención de la fundación Sancho de Beurko (encargada del estudio de la Guerra Civil en Euskadi) y Digytal audiovisuales que con esta grabación en Zurbano pretenden ir dando forma a un documental que recree, de la manera más fiel posible, la batalla de Villareal (ahora Legutiano) durante la Guerra Civil.

Un combate importante por tratarse de la única ofensiva llevada a cabo por el ejército de Euskadi (que junto a los de Santander y Asturias constituyó el Ejército del Norte de las Fuerzas Armadas de la II República Española) y por ser considerado uno de los episodios más sangrientos ocurridos en el País Vasco -en concreto, donde más gudaris murieron- durante aquella época.

La batalla ocurrió en noviembre de 1936 (se alargó hasta diciembre), cuando el ejército de Franco se encontraba en las puertas de Madrid y la única solución planteada por la milicia republicana era la de ordenar una maniobra de dispersión.

Para ello, se dispuso que las fuerzas republicanas del norte atacasen de modo coordinado el territorio estratégico de Villarreal convirtiéndose, según la página web de la propia asociación Sancho de Beurko, en "una de las mayores operaciones militares de toda la Guerra Civil" que podría haber cambiado el signo de la Historia si no fuera porque los milicianos no estaban preparados para la lucha.
"Un abuelo de mi mujer participó en esa batalla en el lado franquista, pero porque le obligaron", confiesa José Luis, impresionado por la poca gente que ha acudido al rodaje. "Tiene 95 años, y, a su edad, está bastante bien de la cabeza", asegura. Por eso, el gasteiztarra ya se ha puesto en contacto con miembros de la asociación Sancho de Beurko, que se han mostrado interesados en hacerle una entrevista.

Guillermo Tabernilla es, por ejemplo, uno de los encargados (el máximo responsable según confiesa el director del documental) de esta fundación y, por tanto, de que el trabajo salga adelante. Vestido de soldado falangista, con cantimplora, macuto, bayoneta, cazo y poncho, empieza a notar el calor de un septiembre poco habitual en Vitoria. "Hemos tenido suerte hasta ahora que hacía más o menos nublado, pero cuando pega el sol...", explica mientras se quita las capas de encima. "La batalla fue en noviembre, así que los soldados debían de ir muy abrigados", explica a su lado un compañero.

Y es que, este equipo de especialistas en reconstrucciones históricas no pasa por alto ningún detalle. "Hay muchísimo trabajo de archivos, comparar fotografías, analizar la Historia, etc.", asegura Guillermo, también responsable del documental Diario de un gudari.

El proyecto de llevar a cabo una reconstrucción de la batalla de Legutiano nació hace un par de años, aunque fue en primavera cuando empezaron a grabarse las primeras entrevistas. "En tiempos de crisis es una auténtica proeza que salga adelante un producto audiovisual de estas características", explica el especialista para el que, lo más importante, es que el resultado sea "visualmente atractivo" y lo más creíble posible.

Sobre por qué no se ha grabado en Legutiano, sino en Zurbano y Urrunaga, son varias las informaciones procedentes de medios de comunicación y de los pocos espectadores que han acudido al rodaje. Que si Legutiano es ahora un pueblo muy moderno que ha cambiado demasiado y no da el perfil para hacer el documental, que si son fiestas allí y el rodaje iba a ser complicado... Rumores en parte reales pero que Guillermo simplifica con un argumento lógico. "Eso lo ha marcado el camión" que, a diferencia de los uniformes, sí es de la época. "Teníamos que buscar un sitio cercano a Gamarra, donde está guardado habitualmente, para que no se rompiese por el camino", explica Guillermo, orgulloso de montar en un vehículo con tanta historia.

(Noticias de Alava. 13 / 09 / 09)