viernes, octubre 08, 2010

186 ESCALONES HACIA EL HORROR

Stalin dijo: «Una víctima con nombre es una catástrofe. Tres millones de víctimas es pura estadística». La terrible frase la recordó ayer el director general de Libros, Archivos y Bibliotecas, Rogelio Blanco, para que nadie olvide lo ocurrido con los 4.000.000 de damnificados de la Guerra Civil y el franquismo. Fue durante la presentación ayer de la exposición 'En los campos nazis: supervivencia, testimonio y arte de los republicanos españoles', que se puede ver hasta el 7 de enero en el Archivo Histórico Provincial de Alava, en el paseo de la Zumaquera, 21, de Vitoria.

La muestra se compone de esculturas, pinturas y maquetas realizadas por internos españoles que estuvieron entre 1940 y 1945, año en el que fueron liberados por los americanos, en el campo de concentración de Mauthausen y su anexo de Gusen (Austria), situado a 5 kilómetros. Se trata de un grito, de una denuncia contra el genocidio nazi y un homenaje a los 7.300 españoles que sufrieron el terror de los campos de trabajo. 5.000 murieron allí, muchos extenuados por el trabajo en la famosa cantera a la que se accedía por una larga escalera de 186 escalones, una de las imágenes de aquella cárcel de exterminio.

Las piezas hechas por los supervivientes, en su mayoría aficionados menos uno que fue profesional del arte, han sido donadas al Ministerio de Cultura por la Federación Española de Deportados e Internados Políticos (FEDIP) y por la familia del escultor Ángel Hernández García. Forman parte de los fondos del Centro Documental de la Memoria Histórica con sede en Salamanca. Entre los creadores figuran Manuel Alfonso Ortells, Ramón Milá Ferrerons, Juan García Gisbert, Enrique Martín Hernández, Franciso Mateu Sanchís y Eduardio Muñoz, este último amigo de Picasso.

«Reparar y no olvidar».

La exposición se enmarca en los intentos de la Ley de la Memoria Histórica de «reparar y no olvidar», en palabras del delegado del Gobierno, Mikel Cabieces, que pidió a las personas que acudan a visitarla que la vean con «una mirada limpia». En ese esfuerzo de recuperación de la memoria los archivos españoles quieren rescatar los nombres de las 4.000.000 víctimas que sufrieron de alguna manera las consecuencias de estar en el bando perdedor entre 1939 y 1975. «Hemos elaborado ya una lista de 750.000, pero aspiramos a que en unos años estén todas. No es algo nuevo, lo conocimos en las placas que el franquismo colocó on los nombres de las iglesias al finalizar la contienda civil», señaló Blanco.

Es difícil quedarse frío ante los desgarradores sentimientos que se exponen en cada una de las obras que se ven en la muestra. El testimonio directo de lo vivido y lo visto aquellos años produce un profundo escalofrío. De los autores sólo dos quedan con vida y ninguno pudo acudir a la exposición. El dramatismo de algunas imágenes es demoledor. «He escuchado las historias de Ramiro Santiesteban, uno de los supervivientes y no consigo imaginar todo lo que padeció. No tengo experiencia para reconstruir lo que vivió y sintió ese hombre», explicó el director del Archivo Provincial, José Antonio Sainz a un público en el que destacaban familiares de algunos de aquellos deportados como las de Lorenzo Gaztelumendi Bilbao y las de Adolfo Lozano Olazabal. Algunos hijos y nietos de aquellas víctimas del nazismo se encontraban por vez primera y pudieron compartir recuerdos y experiencias en la búsqueda de datos. Sainz reivindicó el papel de los archivos como lugares donde hay que dignificar la memoria. Y la memoria no son legajos sino sentimientos, a veces desbordados.

«Este país es, con Italia, la primera potencia en archivos. Tenemos 39.000, pero se desconocen. Todas las vidas se registran con una partida de nacimiento y con un acta de defunción. Y nosotros somos acreedores de todas las víctimas a las que debemos poner nombre y apellido, como a estas de Mauthausen», añadió Rogelio Blanco.

(El Correo Español. 8 / 10 / 2010)