sábado, abril 05, 2008

POR PRIMERA VEZ LA HIJA DE UNOS "DESAPARECIDOS" EN ARGENTINA CONSIGUE LLEVAR A SUS "PADRES ADOPTIVOS" A LA CARCEL


Por primera vez una hija de desaparecidos durante la dictadura militar argentina (1976-1983) llevó a juicio a sus apropiadores -quienes la 'robaron' del regazo materno cuando era bebé, y la criaron por medio de engaños- y consiguió este viernes que la Justicia los condenara a cumplir penas de prisión. El tribunal oral de lo criminal federal número cinco impuso 10 años de cárcel para el capitán de Ejército Enrique Berthier, por haber sustraído en 1978 a María Eugenia Sampallo Barragán del hospital militar donde nació. Y condenó a 8 y 7 años de prisión, respectivamente, a Osvaldo Ribas y María Cristina Gómez Pinto, que la criaron con otra identidad y bajo la mentira de que era adoptada. La fiscalía y la querellada habían pedido 25 años de prisión para cada uno de ellos.

Este juicio es algo insólito en Argentina pues nunca antes un hijo de desaparecidos que recuperó su identidad había llegado tan lejos, sentando en el banquillo a sus apropiadores: María Eugenia ha dado la vuelta a la tortilla y, a sus 30 años se ha querellado y ha tenido el coraje de dar testimonio ante los jueces.

Ahora sabe con certeza que es hija de Mirta Mabel Barragán y Leonardo Sampallo, ambos desaparecidos. Su madre trabajaba en una fábrica, la Sociedad Industrial de Aparatos de Precisión (SIAP), era delegada sindical y militaba en el Partido Comunista Marxista-Leninista. Su padre trabajaba en el astillero Río Santiago, era subdelegado y también militante de aquella agrupación política.

La dictadura los secuestró en Febrero de 1978 cuando Mirta estaba embarazada de seis meses. Fueron a parar al campo de exterminio 'El Atlético' y luego a 'El Banco'. Para el parto, a ella la trasladaron al hospital de la base militar Campo de Mayo (principal guarnición del país), pero desde entonces nunca más se supo nada de la pareja. La pequeña apareció a los tres meses en la casa del matrimonio Ribas-Gómez Pinto.

María Eugenia no guarda buenos recuerdos de su infancia. Por el contrario, se acuerda de que cuando reñía con Gómez Pinto ésta le achacaba ser "una desagradecida". "¡Si no fuera por mí, hubieras terminado en un zanjón!", solía gritarle, según contó la joven al declarar ante los jueces.

En su testimonio explicó que de pequeña, con sólo 10 años, Ribas y Gómez Pintos la engañaban contándole tres versiones distintas sobre lo que había ocurrido con sus padres: le dijeron que habían muerto en un accidente; que su madre era una mujer que se dedicaba a limpiar casas y la regaló; o que era una azafata residente en Europa y que quedó embarazada en Argentina fruto de una relación adúltera.

Le llevó mucho tiempo procesar tanta confusión y tantas mentiras pero por fin a los 22 años desconfió de aquellas historias. Entonces se presentó en la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI) para resolver las dudas sobre su origen. Allí le recomendaron someterse a los estudios del ADN genético y los resultados arrojaron de dónde provenía.

Ahora sólo pretende, según declaró, que este juicio "sirva a otros chicos que están en la situación en que yo estaba", es decir, secuestrados por apropiadores de la dictadura, y reclamó que "la sociedad argentina deje de aceptar que roben a los hijos de otras personas".

Según cálculos de la organización 'Abuelas de Plaza de Mayo', un total de 88 chicos 'robados' por represores de la dictadura han sido recuperados y devueltos a sus verdaderas familias, pero aún quedan unos 400 jóvenes, nacidos entre 1976 y 1980, que fueron apropiados por familiares de militares y aún no conocen su verdadera identidad.

(Insurgente)