domingo, abril 20, 2008

EL "ROSARIO" DE LA DINAMITERA

LOS once meses que Sánchez Mora vivió en Durango fueron un rosario para ella. Otro tanto para las otras 1.999 reclusas, e incluso niños, que el régimen franquista hacinó y dejo morir en el antiguo edificio de Nevers, hoy inexistente en la villa. El pueblo ha heredado sólo el dolor y las verjas, aún en pie.

Corría 1939, dos años después del bombardeo. Aquella joven que con sólo 17 primaveras se alistó para luchar contra el Franquismo, perdió pronto su mano derecha cuando en las trincheras se disponía a lanzar una bomba que le reventó, de ahí su sobrenombre. Casi le sesgó la vida.

El poeta alicantino Miguel Hernández hizo crecer su leyenda con unos famosos versos: Rosario, dinamitera/ sobre tu mano bonita/ celaba la dinamita/ sus atributos de fiera./ Bien conoció el enemigo/ la mano de esta doncella/ que hoy no es mano porque de ella/ que ni un solo dedo agita/ se prendó la dinamita/ y la convirtió en estrella.

Durango le recuerda en diferentes personas. Unas, las supervivientes de la cárcel de la que se encargaron sin piedad las llamadas Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, al estar las monjas de Nevers en Francia. Otros los historiadores. También grupos que trabajan la memoria histórica como Durango 1936 Kultur Taldea, o hace breves fechas Ahaztuak 1936-1977 que para la recolocación de una placa frente a la antigua cárcel estuvieron a punto de traer de Madrid a Rosario Dinamitera.

La periodista y abogada de Durango, afincada en Mallabia, Maria González tenía previsto reunirse con Rosario en junio. Justo un año después de haberle grabado testimonios para su documental, Zaitut Oroitzen. El jueves, la voz le temblaba por teléfono: "La Dinamitera ha muerto", informaba con impotencia.

Pero su trabajo no ha sido en vano, aquella mujer que de Ventas, fue enviada a Orue, a Durango e, incluso, Saturrarán, sigue en el frente en sus cintas de vídeo. Es más, a Rosario le une la cercanía aunque sea en las décadas.

En la cárcel estuvo presa la bisabuela de la periodista, Vicenta Garnika, aquella socialista que murió en su habitación sintonizando aún Radio Pirenaica en los 70.

Una hija de aquella presa, Edurne, le dio un consejo a María antes de viajar a Madrid a conocer a la miliciana: "No llores delante de ella, para que no se venga abajo". "Es una referencia heredada de la Guerra Civil que las nuevas generaciones como la nuestra, sin conciencia del Franquismo, quizás no entienden", contrastaba ayer González.

Rosario decía que no le gustaba su nombre. "Le llamaban Chacha, por la revista Muchachas de las juventudes socialistas de entonces". En un libro del autor de la tan de moda Las trece rosas, Carlos Fonseca, relata el paso por la prisión de Durango. Por la comida de las monjas, relata Fonseca, las piernas se le llenaron de líquidos acuosos, síntoma de avitaminosis.

Las peores religiosas eran Sor Gertrudis y Sor Paz. Solo la madre Visitación tenía caridad. Pasó once meses, hasta que en 1940 devolvieron el convento a sus propietarias de Nevers. El 28 de marzo de 1942, fue puesta en libertad en Saturraran, el mismo día en que el poeta que la ensalzó, Miguel Hernández, moría en la prisión de Alicante. Ella falleció el jueves.

(Deia. 24 / 04 / 08)