miércoles, marzo 16, 2011

UNA SENTENCIA QUE HABRÍA FIRMADO FRANCO. Artículo de opinión de Iñaki Errazkin

El arresto y el encarcelamiento inmediatamente posterior del líder abertzale Arnaldo Otegi se han producido por orden de la Sección Tercera de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional española, después de que el Tribunal Supremo decidiera confirmar por unanimidad la sentencia por la que el tribunal de excepción lo había condenado a quince meses de prisión y a siete años y tres meses de inhabilitación absoluta al haber sido considerado culpable de un delito de “enaltecimiento del terrorismo” durante un acto político en homenaje y recuerdo de José Miguel Beñaran Ordeñana, Argala, militante de ETA asesinado el 21 de diciembre de 1978 en una operación de guerra sucia junto a su domicilio del País Vasco continental, donde gozaba del estatuto de refugiado político concedido por la República francesa.

Se da la circunstancia de que el 30 de enero de este año 2007, el alcalde de Arrigorriaga –localidad natal de Argala- y miembro del Partido Nacionalista Vasco, don Alberto Ruiz de Azua, aseguró urbi et orbi que José Miguel Beñaran, asesinado en 1978 con una bomba colocada bajo su coche, es “tan víctima del terrorismo" como el policía y el taxista que mató ETA en ese municipio vizcaíno. De hecho, el partido de Josu Jon Imaz presentó una moción proponiendo la celebración de un homenaje conjunto a los tres que fue aprobada por el pleno municipal con los votos a favor del PNV, de Eusko Alkartasuna y de Ezker Batua.

Permítanme que llame su atención sobre la fecha en que fue asesinado el señor Beñaran, cuyo elogio ha llevado a don Arnaldo Otegi a la prisión de Martutene. Fue el 21 de diciembre de 1978; es decir, ocho días antes de la entrada en vigor de la actual Constitución Española.

He insistido en la fecha porque, pese a la nunca escrita ley de punto final de la que, en la práctica, se beneficiaron los criminales agentes de la dictadura franquista –así como sus cómplices y colaboradores-, es un hecho consensuado que en España no había democracia, ni siquiera formal, hasta el 29 de diciembre de 1978, día de la promulgación de esta Carta Magna. Así, Argala no tuvo tiempo de verse afectado por la nueva terminología y nadie de buena fe puede calificarlo de “terrorista”. Muy al contrario, hay que agradecerle que comandara la llamada “Operación Ogro” que concluyó felizmente con la ejecución del lugarteniente del Generalísimo, el almirante Luis Carrero Blanco.

La hoja de servicios de don José Miguel Beñaran Ordeñana es, pues, íntegramente, la de un combatiente antifranquista que, en cualquier Estado democrático habría recibido honores militares y civiles, como el homenaje que aprobó en enero el Pleno del Ayuntamiento de Arrigorriaga o como el que ha causado el encarcelamiento del señor Otegi.

(Rebelión. 15 / 03 / 2011)