Sevilla alberga 130, Huelva 120 y Cádiz 100 frente a las nueve de Almería -todas de 1939 en adelante- o las 24 de Jaén. Y es que en Andalucía, el frente de guerra se estabilizó en febrero de 1937 a lo largo de la línea Peñarroya-Motril. La fosa del cementerio malagueño de San Rafael, exhumada el año pasado, es la mayor. Estaban registradas 4.471 víctimas aunque al abrirla sólo se hallaron restos de 2.840. La segunda más grande es la de Los Alpargateros en Sevilla, una de las cinco ubicadas en el cementerio de San Fernando, donde se calcula que fueron enterradas también unas 4.000 personas.
Pero el viceconsejero de Justicia, José Antonio Gómez Periñán, reconoció que “estremece” ver cómo en pueblos como Nerva (Huelva), que hoy tiene 6.000 habitantes, hay 1.400 personas enterradas en tres fosas comunes, o en la única fosa de Lora del Río (Sevilla) -un pueblo cuya población actual es de 19.000 vecinos- hay un millar. En la mayoría de los municipios hay una o dos fosas pero en Íllora y Órgiva (Granada) se han identificado hasta 13 y 11 respectivamente, y en San Roque (Cádiz) una decena. Algo parecido ocurre con el número de víctimas enterradas. “Las hay de una y de miles”, subrayó Gallo.
También hay muchas hoy vacías porque los familiares de las víctimas allí enterradas las sacaron a escondidas días o años después para darles sepultura junto a los suyos. Una veintena fueron abiertas por el régimen franquista para “rellenar” el Valle de los Caídos.
El mapa incluye una ficha de cada una de las fosas con su localización exacta e imágenes, la datación histórica del momento y forma en que las personas allí enterradas fueron asesinadas y referencias de algunas identificadas, según en su mayoría los testimonios de familiares, vecinos o investigadores locales. Sólo en algunos casos existen documentos en los registros civiles o los archivos de los cementerios.
El hecho de que la mayoría de las fuentes sean orales hace que el 50% de las 47.399 víctimas -según la estimación del historiador Francisco Espinosa Maestre utilizada- permanezca sin identificar y según el viceconsejero “nunca se llegará al 100%”. Hay restos están muy deteriorados “hasta con cal viva” o no existen parientes vivos con quien cotejar el ADN ni que puedan indicar que creen que sus familiares están enterrados allí, cuando no hay registros.
( El Correo de Andalucia. 19 / 03 / 2011)