lunes, agosto 25, 2008

UNA MEMORIA SOBRE RUEDAS


El pasado 19 de agosto, un grupo de doce exhaustos ciclistas escoceses culminó en Barcelona una aventura que nació a partir de unas fotografías en blanco y negro. El Clarion Club de Glasgow acababa de reeditar la expedición ciclista que en 1938 recaudó fondos puerta por puerta en favor de las víctimas republicanas de la Guerra Civil. Legutiano ha sido en esta ocasión parada obligatoria en el camino. No en vano, la localidad dio nombre a la batalla más feroz vivida en suelo vasco durante la Guerra Civil, aquella ofensiva de los gudaris cuyo fracaso fijó la línea del frente en la divisoria de aguas que separa a Álava del resto de Euskadi.

Aunque la primera gesta de los ciclistas escoceses está fechada en 1938, esta historia arrancó un par de años antes, cuando Hitler tuvo que condecorar al atleta negro Jesse Owens en unas Olimpiadas diseñadas a mayor gloria del nazismo y la raza aria que sustentaba sus postulados. Dado que el ambiente republicano no era muy proclive a aquella cita deportiva, en Barcelona se organizaron los Juegos Olímpicos de los Trabajadores, una iniciativa pensada para luchar moralmente contra el fascismo.

La propuesta tuvo un carácter popular y una clara intención de boicot hacia la Olimpiada oficial, pero aquellos Juegos Populares de 1936 nunca llegaron a celebrarse; el dictador Francisco Franco atacó la República el día que los ciclistas llegaron a Barcelona.

Después de lo ocurrido, en 1938, dos miembros del club ciclista escocés decidieron hacer un viaje en el que recaudarían dinero para las víctimas de la Guerra. Jeffrey Jackson y Ted Ward comenzaron su trayecto con la esperanza de recolectar unas 70 libras. A lo largo del recorrido, se pusieron en contacto con los ayuntamientos, asociaciones, sindicatos, comerciantes y particulares de cada pueblo por el que pasaban para que colaborasen económicamente. Así, pedaleo a pedaleo, pueblo por pueblo, puerta por puerta y penique a penique, sobrepasaron con creces la cantidad esperada. Consiguieron aproximadamente unas 300 libras.

En esta ocasión, el dinero no ha sido el móvil de los ciclistas, pero el deporte tampoco. "El Clarion Cycling Club es muy romántico", explica Aitor Izagirre, coordinador deportivo del Ayuntamiento de Legutiano. "Tiene unos ideales políticos muy marcados que lo definen claramente", añade.

Los deportistas han recorrido en bicicleta toda Gran Bretaña. Salieron de Glasgow y para acceder más fácilmente a la Península, en el puerto de Southampton montaron en barco. Antes de alcanzar Logroño a pedaladas, este grupo de aventureros detuvo su marcha en dos de los lugares subrayados en rojo cuando se estudia la Guerra Civil en territorio vasco.

A su llegada a nuestro país, el Club Ciclista Gernika los acompañó desde el puerto de Santurtzi hasta la localidad vizcaína. Allí, el alcalde, José María Gorroño, les recibió en el salón de plenos del Ayuntamiento y les rindió un homenaje. Posteriormente, se reunieron junto al emblemático roble de la Casa de Juntas, donde un dantzari bailó el tradicional aurresku.

Gernika fue símbolo humano de una guerra inhumana. Legutiano tuvo quizá un carácter más estratégico y militar, pero setenta años después han sido los sentimientos los que han caracterizado la visita escocesa al pueblo alavés.

Escapada a Amurrio
"En Legutiano les dimos la bienvenida con una ceremonia muy bonita en la que se explicaron detalles históricos de la Batalla de Villarreal", comenta el coordinador deportivo del municipio alavés. Los ciclistas escoceses fueron recibidos por las autoridades locales, al igual que en el resto de los municipios, incluido Barcelona, donde el Ayuntamiento abrió el cementerio de Montjuic para homenajear al Clarion Club, que a continuación se dirigió a la sede de UGT en la Ciudad Condal.

Pero volvamos a Legutiano. Los ciclistas estuvieron un día entero en la villa, donde el arroyo de Albina, al este, y el embalse de Urrunaga, al oeste, le confieren un aire casi marinero. Sin embargo, la expedición no eligió la localidad por sus bellos paisajes, sino por aquella batalla legendaria. "A pesar de ello, algunos ciclistas decidieron acercarse a Amurrio a conocer el Museo de la Bicicleta", apunta Izagirre.

La Batalla de Villarreal se produjo en noviembre de 1936, y fue la única ofensiva que lanzó el Ejército Vasco durante la Guerra Civil. Los gudaris pretendían ocupar estratégicamente la villa para acceder más fácilmente hasta la capital alavesa y Miranda de Ebro. Legutiano sufrió entonces numerosos ataques y bombardeos y, sin embargo, permaneció en zona nacional. Aquel enfrentamiento marcó el principio del fin de la resistencia republicana en el País Vasco.

Entre los expedicionarios del Clarion Club que se empaparon de todas estas explicaciones sobre los acontecimientos de Villarreal se encontraba Manuel Moreno, un hijo de la guerra que de hecho es presidente de la Asociación de los Niños del 37. Aitor Izagirre explica que Moreno es ya un hombre mayor, de unos 60 años, cuya madre era originaria de Bizkaia. La mujer se vio obligada a zarpar en barco en el año 1937. Subió a la embarcación La Habana en el puerto de Santurtzi y navegó hasta el de Southampton, realizando el mismo recorrido que ha repetido, en sentido contrario, este grupo de aventureros.

(Noticias de Gipuzkoa. 25 / 08 / 08)