Entre 350 y 400 personas engrosan la lista negra de los asesinados por el franquismo en Álava durante el levantamiento fascista y los primeros años del régimen, cifras tras las que se esconden tanto las vidas truncadas de vecinos de la provincia dentro de sus fronteras o en territorios ajenos como las de los foráneos que perecieron en la provincia. Este último caso lo representa, por ejemplo, Primitivo Fernández de Labastida, labrador de profesión, vecino de Santa Gadea del Cid (Burgos) y cuyo cadáver fue hallado recientemente en una fosa ubicada en el puerto de La Tejera (Ribera Alta). Los familiares de Primitivo, desaparecido el 3 de septiembre de 1936 con sólo 35 años, por suerte sí han podido honrarlo tras recibir sus restos de manos del Gobierno Vasco.
El colectivo Ahaztuak 1936-1977 acaba de aportar un nuevo granito de arena para conseguir la fotografía "más completa posible" de la represión en la capital alavesa. Y lo ha hecho aportando un censo de los fusilados en la propia capital independientemente de su procedencia o las víctimas vitorianas masacradas fuera de la ciudad. El listado incluye los nombres de 196 personas fallecidas principalmente entre 1936, año de inicio de la cruenta Guerra Civil, y 1939, fecha en la que los sublevados lograron la victoria final sobre la legalidad republicana.
Esta realidad aparece sustentada en la misma historia que, a su vez, ha sido rescatada por distintas fuentes. Entre ellas está Iñaki Egaña y su obra Los crímenes de Franco en Euskal Herria, que repasa el desgarrador quinquenio 1936-1940. También, la Diputación alavesa ha apostado por aportar luz sobre una época terrible. Al respecto, tampoco han faltado investigaciones particulares. Lander García, portavoz de la citada asociación, reconoce no obstante que prácticamente es "imposible" conocer con exactitud el número de víctimas que murieron fruto de la represión. "Que no haya un censo oficial refleja la dejación que ha habido durante todos estos años", censura García.
Con la elaboración de este tétrico censo, también se ha pretendido reivindicar "para la memoria colectiva" el muro trasero del cementerio de Santa Isabel, un tétrico lugar convertido en paredón a partir de 1936, donde murieron ejecutadas decenas de personas por orden de las autoridades franquistas. Un espacio, según describe el colectivo, "testigo mudo de la injusticia", que vio caer ante los pelotones de fusilamiento a dirigentes políticos democráticamente elegidos, personalidades republicanas o cargos del Gobierno Vasco. El muro "debe servir para honrar la memoria de todas las personas allí asesinadas", cuya historia "es desconocida por la mayoría de vitorianos y está totalmente olvidada por las instituciones".
víctimas ilustres En este muro de la vergüenza gasteiztarra fueron fusiladas figuras tan señaladas como Estepan Urkiaga Lauaxeta -periodista, poeta euskaldun y comandante del Euzko Gudaroztea-, Alfredo Espinosa -fundador de Unión Republicana y consejero de Sanidad del primer Gobierno Vasco-, José Placer -militante de ANV, vocal de su Comité Nacional, miembro de la Comisión Gestora de Álava y comandante del Batallón Euzko Indarra- o mandos del Ejército de Euzkadi como el coronel Arturo Llarch o el capitán de artillería José Aguirre.
Claro que no son los únicos, porque ni todos los casos están tan documentados ni son tan significativos como los anteriores, por la menor repercusión pública de las víctimas. No obstante, con la ayuda del Libro de Registro del Cementerio se ha podido certificar otros crímenes cometidos por los franquistas en este lugar de Vitoria.
Al margen del trabajo de Ahaztuak por rescatar del olvido a las víctimas del denominado bando nacional, la Sociedad de Ciencias Aranzadi y la Dirección de Derechos Humanos del Gobierno Vasco han elaborado un mapa de fosas de la época donde, a dos metros bajo tierra, yacen todavía 21 vecinos del territorio a los que sus familias todavía no han podido homenajear ni enterrar.
Existe la constancia de que hay cerca de 14 tumbas, 51 en toda la comunidad autónoma, en las que 74 años después se esconden estas víctimas, sin una placa que les identifique. De todas estas sepulturas, en Álava sólo se ha removido la tierra de una, la ubicada en La Tejera -anteriormente citada-, y eso a pesar de que existen múltiples peticiones para dar con los restos de las fosas.
Además, Aranzadi ha comprobado que existe una fosa en Untza, dos en Kuartango, otra en Maeztu, otra en Azazeta, dos en Etxagüen y Murua, una en Zestafe, un enterramiento en Luko y tres individuos en Laguardia. Falta por determinar, además, el número de sepulturas existentes en el cementerio de Amurrio, Legutiano y Salinas de Añana.
(Noticias de Alava. 23 / 09 / 2010)