Unas 200 personas, entre las que se encontraban históricos del ultraderechismo como el ex-coronel golpista Antonio Tejero, el ex-lider de "Fuerza Nueva" Blas Piñar, Sáenz de Ynestrillas, Rafael Lopez Dieguez, dirigente de "Alianza Nacional" y algunas caras conocidas de eso que algunos llaman "nobleza" acudieron al funeral celebrado por Pinochet en Madrid el pasado día 10.
El templo, tradicionalmente famoso por las bodas de gente adinerada, fue testigo de la misa por el alma del general golpista chileno Augusto Pinochet, el "hermano Pinochet", como se refieren a él el cura y algunos de sus seguidores a la salida de la celebración. El cura que presidia la ceremonia estuvo acompañado de otros dos sacerdotes y en su homilía afirmó no querer hacer "un panegírico" por el golpista fallecido, sino rezar por el alma de un "hermano difunto" aunque si recordó que "el comunismo es intrínsicamente malo", tras afirmar que era "un deber" oficiar el funeral lamentandose de que muchos otros curas hubieran rechazado oficiar el funeral, argumentando el pasado político de Pinochet y comparó al fallecido con "los mártires de la persecución romana, que también tenían un pasado político", diciendo tambien que era "un cristiano viejo" que "no dudó en oponerse a las perversiones del marxismo" y que "demostró durante toda su vida su virtuosismo en Cristo".
Tras la misa se sucedieron las consignas fascistas y un "Cara al sol" al que se unieron los presentes que después pasaron a corear vivas a Franco, al propio Pinochet y a Blas Piñar. En comentarios hechos posteriormente tacharon de "cobarde" al Partido Popular, al que reprocharon "estar acomplejado y no reconocer su procedencia fascista" y preguntados por las víctimas de la dictadura chilena, se encogen de hombros y responden (ellos, tan catolicos y respetables) con un simple "era necesario" o "peor era lo otro".
Eran todos los que estuvieron pero no estuvieron todos los que son.