Ante la inminente caída de Madrid en manos de los franquistas los militantes del PCE, conscientes de la delicada situación que se avecinaba, prepararon la evacuación del mayor número posible de dirigentes dejando la organización en manos de militantes de segundo nivel (en su mayoría gente muy joven) que tendría como tarea fundamental ayudar a los compañeros presos, a sus familias y esconder a los perseguidos mientras esperaban noticias del exilio. Para el régimen franquista la juventud de los militantes de las Juventudes Socialistas Unificadas representaba un peligro puesto que la organización, de consolidarse, podía llegar a durar muchos años. Era necesaria su eliminación. Poco a poco, las JSU fueron cayendo sin tiempo a reorganizarse. Los detenidos, tras sesiones de interrogatorio y tortura delataban a sus compañeros o se les dejaba ir, seguidos por policías, y se les utilizaba como gancho para detener de todos aquéllos que se acercaban a ellos.
José Peña, secretario general del Comité Provincial de las JSU, fue detenido por una delación, y obligado, según sus partidarios, bajo tortura, a dar todos los nombres que sabía y firmar una declaración preparada. Roberto Conesa, policía infiltrado en la organización, colaboró también en la caída de la organización (Conesa fue posteriormente comisario de la Brigada Político-Social franquista y ocupó un cargo importante en la policía durante los primeros años de la democracia). La práctica totalidad de la organización clandestina cayó de este modo, sin apenas posibilidad de reorganización. La mayor parte de los detenidos aún no había tenido tiempo de integrarse en la organización clandestina o apenas acababan de hacerlo. A la captura de los militantes ayudó el hecho de que los ficheros de militantes del PCE y las JSU no habían podido ser destruidos, debido al golpe de Estado del coronel Casado, y fueron incautados por los nacionales al tomar Madrid. Entre los detenidos se hallaban Las Trece Rosas, que fueron arrestadas y conducidas a instalaciones policiales, donde fueron torturadas -también según sus partidarios-, y después a la cárcel de mujeres de Ventas, una cárcel construida para 450 personas en la que se hacinaban 4.000, debido a la falta de infraestructuras por el fin de la Guerra Civil.
El 27 de julio, Isaac Gabaldón, comandante de la Guardia Civil, inspector de Policía Militar de la 1ª Región Militar y encargado del "Archivo de Masonería y Comunismo" (archivo que agrupaba los documentos recopilados por las tropas de Franco en su avance durante la guerra), su hija y su chófer fueron muertos en Talavera de la Reina, siendo acusados tres militantes de las JSU. Como represalia, 56 jóvenes de las JSU encarcelados (en su mayor parte antes del asesinato, aunque, naturalmente, después también), entre los que se encontraban Las Trece Rosas, fueron llevados a juicio ante un Tribunal Militar el 3 de agosto (expediente 30.426), acusados de reorganizar las JSU y el PCE para cometer actos delictivos contra el "orden social y jurídico de la nueva España", y condenados, por "adhesión a la rebelión", a pena de muerte. En la madrugada del 5 de agosto de 1939, junto a la tapia del cementerio de la Almudena de Madrid, fueron fusilados los 56 miembros de las Juventudes Socialistas Unificadas, entre los que se encontraban Las Trece Rosas.
El nombre de esas muchachas eran Carmen Barrero Aguado (24 años), Martina Barroso García (22 años), Blanca Brisac Vázquez (29 años), Pilar Bueno Ibáñez (26 años), Julia Conesa Conesa (19 años), Adelina García Casillas (19 años), Elena Gil Olaya (20 años), Virtudes González García (18 años), Ana López Gallego (21 años), Joaquina López Leffite (23 años), Dionisia Manzanero Salas (20 años), Victoria Muñoz García (18 años) y Luisa Rodríguez de la Fuente (18 años). Tras una estancia, más o menos larga en distintas comisarías, fueron ingresando en la cárcel de mujeres de Ventas durante los meses de mayo y junio de 1939. El día 3 de agosto de 1939, aquellas quince muchachas y los cuarenta y tres hombres escucharon la sentencia del Tribunal de las Salesas. Ésta disponía lo siguiente:
“Reunido el Consejo de Guerra Permanente número 9 para ver y fallar la causa número 30.426 que por el procedimiento sumarísimo de urgencia se ha seguido contra los procesados (…) responsables de un delito de adhesión a la rebelión (…) Fallamos que debemos condenar y condenamos a cada uno de los acusados (…) a la pena de muerte.”.
Se les acusó de reorganizar las JSU y el PCE con el objetivo de cometer actos delictivos contra “el orden social y jurídico de la nueva España”; pero la mayoría de los militantes de las JSU encausados habían sido detenidos poco después de finalizar la guerra sin tiempo a integrarse en la organización clandestina o lo habían hecho recientemente.
Sólo una de las muchachas, Julia Vellisca del Amo (19 años) se libró de la pena de muerte y fue condenada a 12 años de prisión por el delito de “auxilio a la rebelión”. Y, por un error burocrático, otra de las jóvenes, Antonia Torres Llera, no fue fusilada aquel verano de 1939 pero no se libró de su suerte puesto que la sentencia fue ejecutada en febrero de 1940.
Al día siguiente por la noche, las trece muchachas fueron conducidas a la sala de actos del centro penitenciario que hacía las funciones de capilla. Allí pudieron escribir a sus familias toda vez que se hubieran confesado.
“Voy a morir con la cabeza alta (…) Solo te pido (…) que quieras a todos y que no guardes nunca rencor a los que dieron muerte a tus padres, eso nunca. Las personas buenas no guardan rencor (…) Hijo, hijo, hasta la eternidad (…)” Carta de Blanca Brisac a su hijo.
“Madre, hermanos, con todo el cariño y entusiasmo os pido que no me lloréis nadie.Salgo sin llorar. Me matan inocente, pero muero como debe morir una inocente. Madre, madrecita, me voy a reunir con mi hermana y papá al otro mundo, pero ten presente que muero por persona honrada. Adiós, madre querida, adiós para siempre. Tu hija, que ya jamás te podrá besar ni abrazar. Que mi nombre no se borre de la historia”. Carta de Julia Conesa a su madre.
Ya en la madrugada del día 5 de agosto de 1939, se llevó a cabo la ejecución de la sentencia a pesar de que no había pasado el período que había establecido el tribunal para que llegase el “enterado” del general Franco (necesario para llevar a cabo las ejecuciones).Los 43 hombres primero y las 13 muchachas minutos después, fueron fusilados junto a la tapia del cementerio del Este de Madrid, que se encontraba a poca distancia de la cárcel de Ventas. En aquella saca del 5 de agosto de 1939 se encontraban quince menores de edad (entonces, 21 años), siete de ellos eran mujeres.
Carmen Barrero Aguado (24 años)
De profesión modista se afilió al PCE en diciembre de 1936. Durante la guerra llevó a cabo trabajos en talleres de la intendencia en Valencia. Acabada la contienda fue encargada por los dirigentes del Comité Nacional de elaborar un plan de trabajo político destinado a las mujeres y se convirtió en la responsable femenina del PCE en Madrid. En este plan, incautado por la Policía, se recomendaba la creación de una responsable femenina en el Comité Provincial del partido encargada de organizar grupos compuestos por tres mujeres por barriadas cuya misión sería la de realizar visitas a las cárceles y preocuparse por las necesidades de los reclusos.
Martina Barroso García (22 años)
Entro en las JSU en enero de 1937. Trabajó cosiendo en un taller de la organización “Unión de Muchachas” y, posteriormente, en un comedor social en el que se cuidaban a huérfanos hasta que acabó la guerra. Organizó el grupo del sector de las JSU de Chamartín.
Blanca Brisac Vázquez (29 años)
Era la única casada y tenía un hijo. No militaba en ninguna fuerza política y era votante de derechas. De profesión pianista tocaba junto a su esposo, Enrique, en una pequeña orquesta que amenizaba las proyecciones de las películas del Cine Alcalá. La ayuda económica que la pareja hizo a un músico militante comunista, Juan Cánepa, tras la guerra hizo que fueran detenidos. El marido de Blanca también estuvo en la saca del día 5 de agosto de 1939.
Pilar Bueno Ibáñez (26 años)
De profesión modista se incorporó al comienzo de la guerra al trabajo de retaguardia en una guardería de Madrid para pasar a desempeñar un puesto de notable responsabilidad dentro del PCE como responsable de la Organización del Comité Provincial de Madrid. Su labor consistió en nombrar a enlaces y dirigentes para los diferentes sectores del partido.
Julia Conesa Conesa (19 años)
Ingresó en el PCE en 1936 ó 1937. Gran aficionada al deporte llegó a convertirse en Secretaría Deportiva del Sector Oeste.
Adelina García Casillas (19 años)
Entró a formar parte de las JSU desde primeros de 1937. Una vez detenida y ya en la cárcel de Ventas trabajó como cartera del centro.
Elena Gil Olaya (20 años)
Afiliada en las JSU en 1937. Tras la guerra entró a formar parte del grupo de las JSU del sector de Chamartín de la Rosa con Martina y Ana.
Virtudes González García (18 años)
Entró a formar parte de las JSU en agosto de 1936 y se convirtió en Secretaría Femenina del Club “Pablo Vargas” antes de pasar a la Comisión de Organización del Comité Provincial.
Ana López Gallego (21 años)
Pertenecía a las JSU desde enero de 1937 y durante la guerra estuvo trabajando en talleres de costura y ocupando diversos cargos en el Comité Provincial como el de secretaria de Radio Chamartín.
Joaquina López Laffite (23 años)
Entró en las JSU en 1936 y trabajó en el Comité Provincial como ayudante del Secretario Administrativo.
Dionisia Manzanero Salas (20 años)
Afiliada en abril de 1938 al PCE después que un obús matara a su hermana y a otros niños que jugaban en un descampado. Trabajó como mecanógrafa en la Comisión de Organización del partido del Sector de Chamartín de la Rosa.
Victoria Muñoz García (18 años)
Se incorporó a las JSU en 1936 y, una vez acabada la guerra, entró a formar parte del grupo del sector de Chamartín de la Rosa.
Luisa Rodríguez de la Fuente (18 años)
Entró en las JSU en 1936 y llegó a ser jefe de grupo del Sector de Chamartín de la Rosa.
Ahora la pelicula recientemente estrenada bajo el titulo de "Las Trece Rosas", trae su historia y los hechos que la rodearon nuevamente ante nosotr@s. Una buena oportunidad para -al hilo del debate y las reflexiones que sn duda suscitará la pelicula- plantear la necesidad de luchar sin tregua y sin dejarnos enagañar por la dialéctica barata de "ilegitimidades" e "ilegalidades" por la ANULACION de todas las condenas del franquismo. Las lagrimas, el nudo en la garganta, la rabia, las emociones... que nos suscitará sin duda esta pelicula (aunque no deja de ser una pelicula comercial y por lo tanto politicamente correcta en el mensaje y en las formas), debemos enfocarlas hacia la acción en ese sentido, hacia crear sensibilidad y opinion social antifascista y democrática, remarcando que si nos conformamos con esta nueva "Ley de Memoria Histórica" que estan pactando los politicos de turno, al dia siguiente de la aprobación de esa Ley "Las Trece Rosas" seguirán siendo tan culpables, juridicamente hablando, como el dia que las fusilaron, como hace treinta años, como hoy mismo...
Nosotr@s desde Ahaztuak 1936-1977 en su honor y en su recuerdo queremos hoy desde aqui dedeciarles un calido y sentido recuerdo y homenaje y creemos que la mejor forma de hacerlo es transcribir esta canción que si veis la pelicula es la que cantaban en ella "Las Trece Rosas" cuando eran llevadas al paredón. En su honor.
LA JOVEN GUARDIA
Somos la Joven Guardia
que va forjando el porvenir.
Nos templó la miseria,
sabremos vencer o morir.
Noble es la causa de librar
al hombre de su esclavitud.
Quizá el caminó hay que regar
con sangre de la juventud.
Que este en guardia,que esté en guardia.
Que este en guardia,que esté en guardia.
el burgués insaciable y cruel.
Joven Guardia, Joven Guardia,
no le des paz ni cuartel
¡Paz ni cuartel!
Es la lucha final que comienza,
la revancha de los que ansían pan;
en la revolución que está en marcha
los esclavos el triunfo alcanzarán.
Siempre en guardia, siempre en guardia, Joven Guardia.
Hijos de la miseria,
Siempre en guardia, siempre en guardia, Joven Guardia.
Hijos de la miseria,
ella rebeldes nos forjó.
Odio a la tiranía
que a nuestros padres explotó.
Más hambre no hemos de sufrir.
Los que trabajan comerán.
La explotación va a concluir.
Nuestras las fabricas serán.
Que este en guardia,que esté en guardia.
Que este en guardia,que esté en guardia.
el burgués insaciable y cruel.
Joven Guardia, Joven Guardia,
no le des paz ni cuartel
¡Paz ni cuartel!
Es la lucha final que comienza,
la revancha de los que ansían pan;
en la revolución que está en marcha
los esclavos el triunfo alcanzarán.
Siempre en guardia, siempre en guardia, Joven Guardia.
Mañana por las calles
Siempre en guardia, siempre en guardia, Joven Guardia.
Mañana por las calles
masas en triunfo marcharán.
Ante la Guardia Roja
los poderosos temblarán.
Somos los hijos de Lenin,
y a vuestro régimen feroz
el Comunismo ha de abatir
con el martillo y con la hoz.
Que este en guardia, que esté en guardia
Que este en guardia, que esté en guardia
el burgués insaciable y cruel.
Joven Guardia, Joven Guardia,
no le des paz ni cuartel,
!Paz ni cuartel!
Es la lucha final que comienza,
la revancha de los que ansían pan;
en la revolución que está en marcha
los esclavos el triunfo alcanzarán.
Siempre en guardia, siempre en guardia, Joven Guardia.
Siempre en guardia, siempre en guardia, Joven Guardia.