sábado, septiembre 01, 2007

DUELO CON SETENTA AÑOS DE RETRASO


Los restos mortales de Ángel Mena Gámez descansan en paz junto a los de su esposa, Carmen Cárdenas, en el cementerio del municipio jienense de Los Villares. La familia de Ángel Mena es una de las pocas afortunadas, por decir algo, que hasta la fecha ha podido cerrar el ciclo de un infortunio que se inició, por ser rojo , en la Guerra Civil y está feliz, sobre todo, por haber podido vivir, y probablemente superar, el duelo, ese proceso de recuperación que todas las personas deben afrontar después de la muerte de un ser querido. Los restos de Juan Mena Gámez son los primeros que fueron exhumados a finales de junio en el cementerio habilitado junto al Fuerte de San Cristóbal tras la Guerra Civil. Junto a los suyos, forenses y especialistas de la "Sociedad Aranzadi" que colaboran con la "Asociación de Familiares de Fusilados de Navarra" y la Asociación Cultural "Txinparta", desenterraron los restos de otros cuatro presos de esta cárcel franquista. La historia de Ángel Mena puede ser la de los otros 130 presos que fueron enterrados en la falda del monte Ezkaba en los años siguientes a la conclusión de la guerra. De los cinco exhumados hasta la fecha, dos ya han sido trasladados junto a sus allegados (Los Villares en Jaén y Lemoniz en Vizcaya). Los restos de los otros tres presos continúan siendo analizados por la sociedad Aranzadi que, según está previsto, en los próximos meses reanudará los labores en San Cristóbal para desenterrar los huesos de aquellas familias que así lo han pedido y que, de momento, ascienden a veintiocho.
La familia de Ángel Mena vio atendida su petición de exhumar los restos el pasado 24 de junio en el cementerio del Fuerte de San Cristóbal y los inhumó en el nicho, junto a su esposa, el pasado 14 de agosto. "Todo el proceso ha estado cargado de una gran emoción. Pese al dolor, merece la pena la experiencia. Por eso yo animo a las familias a que busquen a sus seres queridos que desaparecieron durante la Guerra Civil y los entierren con los suyos, que es donde deben de estar". Así se expresaba Juan Antonio Mena, de 40 años de edad, nieto de Ángel Mena, quien junto a su esposa, sus hijos, y primos, especialmente Mª Carmen Mena, nada más recibir la llamada de la "Asociación de Familiares de Fusilados de Navarra" y de "Txinparta" anunciándoles que su abuelo estaba enterrado en la falda del monte Ezkaba, se metieron en faena hasta lograr trasladar los restos mortales a su municipio natal. Juan y Mª Carmen Mena han podido, de este modo, hacer el mejor regalo a sus padres: ayudarles a rescatar la historia de su progenitor, dejar claro que no desapareció voluntariamente en 1938 y que sus simpatías por los socialistas fue lo que le truncó la vida. Juan Antonio, el nieto, relata que la vida de su abuelo "fue siempre un tema tabú en la familia. Mi abuela se quedó sola con cuatro hijos de 14 años la mayor y de un año el más pequeño, mi padre, llamado Antonio, cuando se llevaron al abuelo detenido al cuartelillo del pueblo porque, al parecer, alguien había denunciado a su hermano pequeño". Nunca más se supo.

La pasada primavera, las asociaciones que trabajan en rescatar la memoria histórica en Navarra y que han impulsado la investigación en torno al penal del Fuerte de San Cristóbal, dieron el aviso a la familia jienense. Después de 69 años, ésta supo que Ángel Mena estaba enterrado en Ezkaba. "Fue algo muy impresionante: saber que había muerto estando preso; que había pasado los últimos años de su vida enfermo y, además, en una de las peores cárceles franquistas... no dudamos; viajamos a Pamplona para recuperar los restos y llevarlos a donde debían de estar, con los suyos". Juan Antonio Mena asegura que en Pamplona "encontramos a una gente estupenda que nos ha ayudado en todo... debería haber asociaciones como estas de Navarra para poder localizar a todos los desaparecidos en la guerra. Las familias tenemos derecho a saber la verdad".

En este caso, Juan Antonio y su mujer estuvieron a punto de llamar hace unos años a Lobatón para que indagase el paradero del abuelo. "Llegamos a pensar que, aunque se decía que había muerto, como desconocíamos las circunstancias y el lugar en el que podía estar enterrado, podría haber formado otra familia...". "Sólo sabíamos que se libró de la guerra porque cuando le llamaron estaba con fiebre y que en 1938 se lo llevaron detenido". La suya es una historia que tienen sin cerrar los miles de desaparecidos de la guerra. Ángel Mena Gámez era agricultor y cuando murió en el Fuerte, el 18 de diciembre de 1943, tenía 48 años de edad. Llevaba cinco años desaparecido. Su mujer vivió siempre con una gran tristeza y con un miedo atroz. "En Los Villares hubo mucha represión y paseos", indica Juan Antonio, quien también recuerda en este momento a su otro abuelo, Alejandro, "que corrió mejor suerte. Fue enviado a la batalla del Ebro y logró escapar. Regresó a Jaén andando desde Zaragoza".

La familia Mena se dio cita el pasado 14 de agosto en el cementerio de Los Villares y en un acto íntimo, al que se sumó la alcaldesa entre otros representantes de la alcaldía, dieron sepultura a los restos de Ángel Mena Gámez. De los cuatro hijos, acudieron los dos varones -las dos hijas ya han muerto-, quienes estuvieron apoyados por sus hijos, nietos y vecinos. "El párroco rezó un responso y metimos los restos del abuelo en el nicho de la abuela. Fue muy emotivo". La familia quedó en cierta medida reconfortada porque muchos fantasmas del pasado desaparecieron en ese momento. La guerra les privó de haber compartido la vida con él pero, aunque tarde, se le devolvió a su tierra. A la par, otra familia, la de Andrés Gangoiti, también recibió los restos mortales de su progenitor en Lemoniz, donde este agosto recibieron sepultura entre los suyos.

(Noticias de Navarra. 01 / 09 / 07)