El guión, que firma Elías Querejeta, se centra en el general Mola, el cerebro de la conspiración. Se trata de un texto fiel, de ficción, pero con cierto aire de recreación documental. Al parecer, este aura de recuperación de la memoria histórica ha conllevado algunas dificultades. El Gobierno de Nafarroa se negó a que la bandera republicana ondeara en Diputación. Lo mismo ocurrió en el edificio del INAP, sede de la Consejería de Cultura y la Administración Pública, junto a la catedral.
«En Diputación se negaron a tocar nada de su fachada. En el INAP, sí cedieron a quitar los carteles y dejar las paredes desnudas. Todo, menos a la bandera. Nos dijeron que la pusiéramos digitalmente», cuenta Mikel Nieto, uno de los responsables del filme.
Aunque Pedro Olea rodará también secuencias en Bilbo y en Lizarra, el núcleo de la historia transcurre en Iruñea. Allí es donde se urdió buena parte de la trama militar y donde se fraguó la alianza entre los nacionales y los carlistas. «El guión es muy de thriller, de intrigas en despachos», explica Alberto Rojo, el productor.
Emilio Mola, el cerebro del levantamiento, es el gran protagonista y está encarnado por Manuel Morón. La narración empieza con la llegada de Mola a Iruñea, el 14 de julio y recoge lo que sucedió en los días siguientes, hasta el 19, cuando arrancó definitivamente la guerra del 36. La película no pasará por la gran pantalla, sino que se verá directamente en televisión. Del millón de euros de presupuesto, el Gobierno de Nafarroa ha puesto 42.000. La idea es que el filme (que está coproducido por ETB y TVE) pueda estrenarse este mismo otoño, ya que este año se cumple el 75 aniversario de la caída de la República.
La historia cuenta con un reparto de lujo. En el papel de Consuelo, la mujer de Mola, trabaja Silvia Marsó. Sólo un peldaño por detrás en protagonismo, irrumpe Álex Angulo, que interpreta a Raimundo García García (más conocido por su sobrenombre, Garcilaso). Éste jugo un papel fundamental en la trama, como mediador entre los militares golpistas y el Conde de Rodezno y los carlistas. Era un hombre de mucho poder, diputado de la coalición de derechas con Primo de Rivera y durante la República, además de director de «Diario de Navarra», cargo que ostentaría hasta su muerte (1960), donde escribía sus artículos filonazis, apoyando a Hitler durante la Guerra Mundial.
Cinco días de ruido de sables
El filme narra los movimientos internos de los militares, en los generales y en otros de menor rango. En concreto, aparecen dos suboficiales, los capitanes Vicario y Lastra (interpretados por Aitor Merino y Mikel Tello), que son quienes mantenían el contacto con la red de suboficiales que luego conformarían el bando nacional. De esta forma, finalmente, no quedará retratado el capitán Carlos Moscoso, abuelo del edil del PSN, Juan Moscoso.
Rojo, el productor, afirma que la película tiene mucho trabajo de ambientación, pero sin escenas particularmente complicadas. «No hay grandes secuencias de acción, pero se da mucha cancha a los actores para que se luzcan». La escena más complicada se rodó el miércoles por la noche en la Taconera. «Grabamos el atentado a Mola. Cuando el gobierno se da cuenta de lo que se está tramando, intentan borrar al general del mapa. Envían a un comando para que lo mate con una bomba», comenta Rojo. Hubo que recrear una persecución con coches de época. «Teníamos que colocarlos uno a la par del otro y emplear explosivos por la noche. Casi nos faltó tiempo, porque ahora tenemos las noches más cortas del año», comenta Rojo.
El equipo de rodaje abandonó ayer Iruñea, aunque en la ficción aún continúan en la capital navarra. El próximo fin de semana ambientarán la estación de tren de Iruñea en el museo del Ferrocarril de Azpeitia, en el que entrará una locomotora a vapor.
Álex ANGULO / ACTOR
Angulo interpreta a Garcilaso, el director de “Diario de Navarra”, uno de los personajes principales.
No se enfrentaba a un personaje de estas características desde... ¿«Acción mutante»?
Igual resulta exagerado, aunque sí que era retorcido. Garcilaso fue fiel a sus ideas, que son primarias. Le gustaba eso de “España una, España grande, España libre”. Era un católico que quería salvaguardar a su raza del demonio bolchevique.
Se trata de una figura capital del alzamiento, aunque quizá muy poco conocida.
Garcilaso utiliza su poder como director de periódico. Hace un trabajo oculto, pasando desapercibido, por lo bajo. Él ejerce enlace entre los conspiradores y les anima para que se sumen al golpe. Yo no sabía quién era hasta que me llegó el guión. Está claro que jugó un papel crucial para conseguir el apoyo del Conde de Rodezno y Manuel Fal Conde.
Para un actor, el papel de un filonazi o de un gran malvado suele resultar muy atractivo.
Creo que un actor no debe hacer juicios de valor sobre su personaje. Tiene que meterse en el papel, entenderle a él y a sus ideas. Luego, en casa, obviamente, yo las dejo bien apartadas. Era muy afín a Hitler y Mussolini. Lo veo como un pequeño Joseph Goebbels. Ahora bien, creo que la película muestra que, tras del golpe, había conspiradores muy torpes. El guión está enfocado a verlos como personas normales, no como asesinos, pero deja claro que cada uno debe responder por sus actos. Y ellos desataron una carnicería.
(Gara. 19 / 06 / 2011)